Pobres salarios para ‘tanto’ consumo...
Se crean empleos, los precios siguen moderados, suben los índices de confianza y la concesión de créditos para compras... ¿Cómo es posible que el consumo vuelva a sonreír, con los salarios diezmados? La desigualdad explica la paradoja.
El consumo privado aumentó un 3,5% en relación con el año anterior tanto en el primer como en el segundo trimestre de este año, según el Banco de España. La economía tira —la previsión de crecimiento asciende al 3,1% para 2015, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), por encima de la media europea tras el descalabro de la crisis— gracias a lo que compran los consumidores y las empresas, que suponen 6 de cada 10 euros de la riqueza generada.
Uno podría explicárselo por el turismo, cuyos gastos baten récords. En los primeros seis meses de 2015, supusieron el 7,7% más que en el primer semestre de 2014. Pero en la contabilidad, lo que compran los visitantes de fuera computa como exportaciones. Sólo nos queda el turismo interno, que lleva un lustro largo de capa caída y que en 2015 vive su punto de inflexión.
Es irrefutable que si hay más empleo, la remuneración de los trabajadores pesa más en el PIB, y según la Encuesta de Población Activa (EPA), en el último año se crearon 486.700 empleos.
Los salarios de 2013 suponían el 96,8% de los de 2007, dice la OIT
La devaluación salarial llega al 25,8% en caso de empleo inestable
“Aumenta el consumo privado porque la renta de los hogares progresa más que su ahorro”, apunta el profesor Josep Lladós, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Pero eso no significa que todas las familias consuman más ni que lo hagan en la misma proporción”, añade Lladós. “Pese a la crisis, una parte de la población no ha experimentado una caída grave de sus ingresos”, señala el economista Albert Recio, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), cuyos trabajos corroboran que, fuera de los servicios, donde se suele cobrar menos, el ajuste salarial se ha notado poco. ”Por mal pagados que estén los empleos, que se generen puestos de trabajo hace que una parte de la población tenga un poco más de ingresos. La gente más pobre gasta todo lo que gana, y la que gana un poco más incrementa su consumo por efecto multiplicador”, señala.
Veamos lo ocurrido con el poder adquisitivo. Según el último Informe Mundial de Salarios de 2015 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), si consideramos como 100 el nivel salarial en 2007, en 2013 el salario medio real era inferior al de antes de la crisis. En España, equivalía al 96,8%. En Alemania subió de 100 a 102,7. Siempre quedará Grecia, donde pasó a equivaler el 75,8%. La diferencia de ingresos explica en un 90%, junto al desempleo, el aumento de la desigualdad en España durante la crisis, sin parangón en Europa.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el sueldo medio en España subió un 3% entre 2009 y 2013. Restándole la inflación, retrocedió un 5,8%... pero no para todos. Recientemente, FUNCAS difundió un estudio sobre los ingresos de 100.000 trabajadores en el que concluía que, si durante la crisis los salarios bajaron el 1,6%, de 2008 a 2013 los salarios de los trabajadores con empleos más inestables lo hicieron el 17%. El Análisis de la devaluación salarial en España, elaborado por el economista de CC OO Manuel Lago cruza estos datos con los del INE, y subraya que la caída de la capacidad de compra real fue del 10,4% y del 25,8%, respectivamente. Lago indica además que los asalariados del decil 1 (el 10% con menos ingresos) perdió el 25,2% de su poder de compra, frente a la media de pérdida del 5,8%. “En la devaluación salarial también hay clases”, apunta. Los costes laborales unitarios reales, que tienen en cuenta la productividad, bajaron el 15,4%.
El aumento del crédito al consumo es otro factor que incide, remacha Rafael Sambola, profesor de Finanzas de EADA, quien recuerda la relajación de criterios en su concesión —que no en la de las hipotecas, según el Banco de España—. Unos tipos de interés moderados y la mejora de la confianza de los consumidores en la economía también influyen. Pero Sambola también va a parar a la devaluación salarial. “La competitividad no se está logrando con innovación, sino a través de la disminución del coste por hora trabajada”. Apetecible a priori para una empresa, pero nocivo para el conjunto de la economía.