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‘Trumponomics’: rumbo incierto

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Marzo 2017 / 45

¿Qué efecto tendrá la política económica de Donald Trump en  EE UU y el resto del mundo? La respuesta depende de si se mira al corto o al largo plazo.

A pesar de la visión catastrofista de EE UU que Donald Trump ofreció durante la campaña electoral, el nuevo presidente no puede quejarse de la herencia económica recibida de su antecesor, Barack Obama. Aunque a ritmo lento, la economía estadounidense se ha recuperado bien de la Gran Recesión y hoy presenta unas magnitudes más que aceptables, especialmente en lo que se refiere al mercado de trabajo. 

El índice de desempleo, que tocó techo en el 10% en 2009, ha bajado al 4,7%, mientras que el salario medio ha subido de 17,8 a 21,8 dólares la hora en ocho años, un incremento del 20%. Aunque persisten enormes desigualdades salariales entre los estadounidenses, el número de personas empleadas ha superado la cifra récord de 152 millones (124 millones de ellas a tiempo completo). 

El producto interior bruto (PIB) encadena siete años seguidos de crecimiento y la Reserva Federal vaticina que  la economía seguirá expandiéndose a un ritmo medio del 2% durante varios ejercicios, aunque sus responsables precisan que el pronóstico podría cambiar a medida que nos acerquemos al final de la década. La clave estará, en buena medida, en las consecuencias de la política económica de Trump y de su secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Y aquí comienzan las dudas.

La mayoría de los expertos coinciden en que el impacto de la llegada del multimillonario neoyorquino a la Casa Blanca será positivo a corto plazo, pero advierten de que a la larga podría traer consigo efectos dañinos para la economía mundial. La propia directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ha manifestado que si bien las rebajas fiscales y las inversiones en infraestructuras prometidas por Trump darán un fuerte impulso a la actividad en EE UU, la subida de los tipos de interés y la revalorización del dólar que previsiblemente acompañarán a dichas medidas podrían ser perjudiciales para el comercio internacional.

El presidente ha asegurado que la economía estadounidense va a crecer a un ritmo de entre el 4% y el 6% anual gracias a los recortes de impuestos para particulares y empresas (aún no concretados), la construcción de nuevas carreteras y puentes, la desregulación de los mercados financieros y la renegociación de acuerdos comerciales con terceros países.  Entre otras reformas, Trump pretende derogar la ley Dodd-Frank, principal pieza legislativa en materia de regulación financiera adoptada tras el desastre  de 2008, que separa las actividades de banca comercial y de inversión y refuerza la supervisión de las entidades para evitar derrumbes como el de Lehman Brothers. Por lo pronto, la Bolsa ha reaccionado con máximos históricos en sus principales indicadores ante la expectativa de crecimiento de los beneficios empresariales.

Pero muchos expertos, incluso en el corazón de Wall Street, consideran que los planes de la nueva Administración no son realistas.  Jan Hatzius, economista jefe del banco de inversión Goldman Sachs, y su colega Jari Stehn escribieron en un análisis enviado a sus clientes a mediados de febrero que las restricciones a la inmigración y las barreras arancelarias frenarán el crecimiento económico de EE UU. “Nuestros pronósticos muestran que las decisiones de Trump darán un ligero impulso a la economía en 2017 y 2018, pero probablemente acabarán lastrando el crecimiento si entran en vigor las restricciones al comercio y la inmigración”, aseguran. Según sus cálculos, que prevén un coste de 450.000 millones para el plan de infraestructuras (en gasto directo y créditos fiscales) y una reducción de 2,5 millones en la fuerza laboral a causa del cierre de fronteras, el crecimiento del PIB durante toda la legislatura será del 7%, un punto porcentual inferior a lo pronosticado por la Reserva Federal y muy lejos de lo prometido por Trump.

En su primera comparecencia parlamentaria desde las elecciones presidenciales, la presidenta del banco central, Janet Yellen, se mostró preocupada por el rumbo incierto de la economía estadounidense. “Los cambios en la política fiscal y en otros terrenos podrían afectar potencialmente al horizonte económico”, dijo. “Es aún pronto para saber qué reformas se van a poner en marcha y qué impacto tendrán”. 

Yellen dejó caer que los tipos de interés subirán pronto si la inflación, que alcanzó un 2,5% en enero, sigue aumentando y si se confirma la robustez del mercado de trabajo. En un claro mensaje al nuevo inquilino de la Casa Blanca, hizo una ardiente defensa de la ley Dodd-Frank por haber reforzado, dijo, la seguridad del sistema bancario para clientes particulares y empresas.