Una recuperación más lenta
España va dejando atrás la peor crisis económica desde la Guerra Civil, pero lo hace bastante más despacio de lo esperado.
La Comisión Europea echó a mediados de noviembre un jarro de agua fría sobre las esperanzas de una rápida recuperación de la economía española tras la pandemia. Según sus previsiones de otoño, el producto interior bruto (PIB) crecerá menos de lo calculado unos meses antes y no volverá a su nivel precovid hasta 2023, mientras que las grandes economías de la zona euro lo harán a finales del presente ejercicio o a principios de 2022.
España, cuya economía fue la más castigada por la pandemia de toda la Unión Europea —su PIB retrocedió el 10,8% en 2020— tiene aún mucho camino que recorrer para recuperar la normalidad. El conjunto de bienes y servicios producidos en el país está todavía el 6,6% por debajo de sus niveles precovid, mientras que la italiana está a solo al 1,4% de volver a la situación anterior, la alemana al 1,1% y la francesa al 0,1%.
Tras viajar a principios de verano en el primer vagón de la recuperación, España crece ahora por debajo de la media de los 27 socios de la UE. Las previsiones macroeconómicas de la Comisión indican que el PIB español aumentará el 4,6% este año (1,6 puntos porcentuales menos de lo calculado en julio), frente al 5% de la media europea (0,2 puntos más). España, sin embargo, superará la media europea los dos años siguientes, a juicio de los expertos de Bruselas: el 5,5% en 2022 (con el 4,3% de media en la UE) y el 4,4% en 2023 (con el 2,5% de media en la UE).
En la misma línea que la Comisión, la mayoría de organismos internacionales y gabinetes de análisis han rebajado sus expectativas sobre la economía española. En sus previsiones de otoño, el Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó en medio punto, hasta el 5,7%, el crecimiento del PIB español en 2021 y en seis décimas el de 2022 (hasta el 6,4%). Por su parte, la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) ha recortado sus cálculos al 5,1% para este año y el BBVA lo ha hecho hasta el 5,25%. El Banco de España ha advertido de que se dispone a revisar “significativamente” a la baja sus propios cálculos.
Aun siendo positivas, las cifras se alejan del cuadro macroeconómico que acompaña al proyecto de Presupuestos Generales del Estado del Gobierno de coalición, que incluye un incremento del PIB del 6,5% en 2021 y del 7% en 2022. Ambos objetivos, especialmente el primero, parecen imposibles de alcanzar a menos que se produzca un fortísimo acelerón en el último trimestre del año.
¿Qué ha pasado?
Los datos de la contabilidad nacional del tercer trimestre, difundidos a finales de octubre por el Instituto Nacional de Estadística (INE), ya mostraron una brusca ralentización de la actividad durante el verano. El PIB creció el 2,7% en tasa interanual, un ritmo muy inferior al 19,8% del segundo trimestre. Aunque los datos no son comparables, pues los del segundo trimestre reflejan la diferencia con los peores meses de la pandemia (abril, mayo y junio de 2020), sí muestran que la recuperación ha perdido fuelle.
La inflación parece haber hecho mella en el ánimo y el bolsillo de los consumidores
La covid-19 deja como herencia una situación económica tremendamente volátil que hace muy difícil hacer previsiones incluso a corto plazo. Los datos macroeconómicos a veces se contradicen unos a otros. Quizás el más sorprendente sea la caída de l0,5% experimentada por el consumo privado durante los tres meses de verano, un claro indicio de que las familias son más reticentes que a principios de año a gastar el dinero ahorrado durante los peores momentos de la pandemia, que algunos economistas cifran en 55.000 millones de euros. La abrupta subida de la inflación —el 5,4% interanual en octubre, consecuencia del fuerte incremento de los precios de la luz— y los cuellos de botella en el comercio mundial parecen haber hecho mella en el ánimo y el bolsillo de los consumidores. También la inversión se resiente del alto coste de la energía.
En el terreno positivo, España ha superado los 20 millones de ocupados por primera vez desde el estallido de la crisis financiera de 2008. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre, la tasa de paro se redujo hasta el 14,57%, muy cerca ya de los niveles prepandemia. Las exportaciones superan los niveles anteriores a la aparición del SARS-CoV-2 y se han convertido en el motor de la recuperación. Es una señal inequívoca de que España ha ganado competitividad. Otro dato que invita al optimismo: la inversión extranjera directa (IED) alcanzó los 25.000 millones de euros en los ocho primeros meses del año, por encima del total del año 2019.