Crisis de acción colectiva
Obstáculos: El descenso de la confianza en las instituciones y la escasa participación ciudadana hacen difícil afrontar retos sociales como el acceso a una vivienda digna.
La casualidad quiso que el día en que asistía en Barcelona a la presentación de Vivienda: la revolución más urgente, el libro de Alejandro Inurrieta recién editado por Alternativas Económicas, estuviera leyendo Misión economía: una guía para cambiar el capitalismo, de Mariana Mazzucato1 . Es la intersección entre ambos libros lo que motiva este escrito.
El mensaje central de la propuesta de Mazzucato es la necesidad urgente de que se establezcan alianzas entre lo público y lo privado que afronten los principales problemas de la sociedad. Aunque no aparezca entre los problemas que la economista menciona como posible misión, el acceso a una vivienda digna, recogido en la Constitución española de 1978, parece un problema social de suficiente relevancia.
Llegar a la Luna
En la terminología de Mazzucato, el problema del acceso a la vivienda en España es consecuencia de un fallo de Gobierno más que de un fallo de mercado. Porque, según destaca Inurrieta, en España ha habido políticas inmobiliarias, pero no de vivienda. También porque la inclinación hacia la vivienda en propiedad ha conducido a que no exista un verdadero mercado de alquiler, ni público ni privado.
Correspondería así a las administraciones públicas liderar una eventual misión vivienda, cuyo objetivo no sería corregir un inexistente mercado de alquiler accesible, sino crearlo. Nada fácil, como no lo fue la misión de poner dos humanos en la Luna, como a Mazzucato le gusta poner como ejemplo. Como tampoco debió de serlo crear los actuales sistemas públicos y concertados de educación y de sanidad.
Con todo, una lectura más a fondo de las propuestas de Misión economía aflora dos dificultades de fondo a afrontar. La primera es que, como reconoce Mazzucato, si bien para los problemas sociales no existe una solución únicamente tecnológica, resulta más sencillo "suscitar la aprobación de misiones que solo son tecnológicas que aquellas más sociales". Una muestra de ello es que la palabra vivienda solo aparece dos veces en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno, en tanto que hay una mención a lo "digital" en casi cada página del plan.
Sucede, además, que aparecen en muchos retos lo que denomino el síndrome Ikea, que se manifiesta cuando la mayor dificultad no reside en entender qué hay que hacer (montar un mueble), sino en cómo hacerlo. Mazzucato menciona en su libro siete qué a incluir en cada misión, pero se queda corta sobre cómo implementarlos. Sobre cómo, por ejemplo, generar consenso social a la vez que conseguir una participación ciudadana que vaya más allá de lo simbólico o anecdótico. También sobre cómo llegar a acuerdos sobre el valor a crear y sobre cómo distribuir los beneficios entre los distintos estamentos sociales (stakeholders).
Incorporar elementos de este tipo a un reto vivienda supondría un cambio drástico en las políticas inmobiliarias de las últimas décadas. De ahí su dificultad, que, sin embargo, no es exclusiva del ámbito de la vivienda. El problema de fondo, me parece a mí, es que el descenso de la confianza en las instituciones se combina con un notorio déficit en las capacidades de acción colectiva. Una muestra de ello es la persistencia de una especie de adoración colectiva de lo digital a pesar de la evidencia de las enormes asimetrías en la creación de riqueza y poder que su expansión ha propiciado durante décadas. Más sobre ello en una próxima ocasión.
1. Andreu Missé reseñó el libro en el número 96 de esta revista.