El incierto futuro del dólar
Dinero: Hace falta otro sistema monetario mundial que refleje la nueva realidad geopolítica.
La pandemia sanitaria ha acelerado algunas tendencias de cambio que estaban ya latentes. La transformación geopolítica mundial se acelera; las tecnologías digitales lo invaden todo; la globalización económica, basada únicamente en el precio, ha encontrado sus límites; el rearme militar se dispara; el endeudamiento público y privado es astronómico; el sistema monetario internacional muestra señales de desgaste. Recientemente, ha aparecido, además, un nuevo problema: la elevada inflación, que perturba la economía mundial, con el riesgo de explosión de las burbujas especulativas, bolsas de valores, criptomonedas, activos inmobiliarios e, incluso, el sistema bancario, debido a la creciente morosidad y las insolvencias. En Estados Unidos la inflación en 2021 fue del 6,7% y en la UE, del 5,7%.
Una amalgama de factores tan diversos es una mezcla explosiva que puede llevar a nuevas crisis y podría afectar al sistema monetario internacional, que ya hace años que está mostrando sus disfunciones. En 1944, a finales de la Segunda Guerra Mundial, en Bretton Woods (EE UU) se impuso un nuevo orden económico mundial del que surgieron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Uno de los acuerdos más destacados fue la adopción del dólar como moneda patrón-oro mundial. Estados Unidos garantizaba poder convertir los dólares en oro en cualquier momento. Pero el enorme déficit público generado por la guerra de Vietnam hizo insostenible garantizar con oro la creciente cantidad de dólares impresos, lo que en 1971 obligó al entonces presidente Richard Nixon a suspender la convertibilidad en oro del billete verde. El dólar se convirtió en una moneda fiduciaria; a pesar de ello, sigue siendo la moneda básica de reserva y del comercio internacional.
EE UU ha sido el gran beneficiado del uso internacional del dólar, pero ha abusado del privilegio: decide sobre su valor y sobre las emisiones en función de su interés, y aplica sanciones económicas a empresas y países que no se someten a sus propuestas. La función del dólar como moneda-patrón internacional significa actuar como moneda neutral en el sistema económico y en la política internacional. Pero al no hacerlo, ha obligado a algunos países a iniciar un proceso de desdolarización del comercio internacional y a impulsar nuevas instituciones financieras al margen del sistema creado en Bretton Woods.
Las respuestas a las sanciones económicas impuestas por EE UU están provocando cambios sísmicos. China ha presentado su nueva moneda digital, que permite eludir el sistema monetario internacional y está potenciando el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) establecido por los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica); el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), con sede en Pekín; la Organización de Cooperación de Shanghai y la Unión Económica Euroasiática, en este caso liderada por Rusia. También intentan marginar el dólar incrementando el comercio con sus respectivas monedas. Con el macroproyecto de la Ruta de la Seda, que involucra a 140 países, China está dando un paso gigantesco en su influencia geopolítica y económica mundial.
EE UU ha abusado del privilegio del uso internacional del dólar: ya no opera como moneda 'neutral'
La fortaleza del dólar sigue siendo muy elevada. No hay un medio de pago de suficiente envergadura alternativo. Pero el déficit presupuestario y la deuda pública de EE UU preocupan. Esta última ya ha alcanzado la impresionante cifra de 30 billones de dólares, el 133% de su PIB. En tiempos tan volátiles, incluso la confianza en una moneda fiduciaria tan importante como el dólar podría saltar por los aires.
En un mundo global, la economía y las finanzas son globales. Desde que en Breton Woods se diseñó el SMI han pasado más de 70 años. La geopolítica y la economía mundial ha cambiado profundamente y el peso político y económico de Estados Unidos no es el que tenía en 1945. En la actualidad, el sistema monetario internacional está mostrando sus debilidades. Más allá del deficiente funcionamiento del dólar, tiene muchos frentes abiertos, como son los grandes desequilibrios macroeconómicos entre países, el sistema de cambios y la impresionante deuda mundial.
Una moneda digital global
Para el buen funcionamiento de la economía es imprescindible disponer de un sistema monetario eficiente y representativo de la realidad política y socioeconómica actual. No tiene sentido que todavía hoy, EE UU siga marcando la política de las instituciones monetarias internacionales. Es necesaria una profunda reforma del sistema. La propuesta más racional seria que el FMI asumiese el papel de Banco Mundial y actuase como banco de bancos centrales y como prestamista en última instancia. Entre sus funciones tendría la de emitir y gestionar una moneda mundial. Se podrían adecuar los actuales Derechos Especiales de Giro y crear una moneda global digital, para convertirla paulatinamente en la principal moneda del sistema monetario. En paralelo se usarían, además del dólar, monedas solventes como el euro, el yuan o reminbi, el yen y otras. Una reforma en esta línea daría estabilidad y confianza al sistema.
Dada la gran influencia que el nuevo FMI asumiría, debería ser muy sensible en valorar las repercusiones sociales y medioambientales de las decisiones que tomase. Periódicamente, debería rendir cuentas a una institución global como podría ser la ONU. Aunque refundar el SMI es imprescindible, parece totalmente inviable, vista la oposición frontal de EE UU. Supondría perder el privilegio de controlar el sistema monetario que tantos beneficios le reporta. Una vez más, habrá que esperar a que los problemas se agudicen y a que surja una grave crisis para buscar soluciones alternativas que intenten evitar el desastre.