La economía del poscoronavirus
Futuro: La crisis de la covid-19 puede ser una oportunidad para transformar el sistema productivo, avanzar hacia una sociedad más justa y humana e impulsar la integración europea.
Los bancos centrales y los gobiernos occidentales han evitado un mayor hundimiento de la economía y han paliado las consecuencias sociales. Han inundado de recursos financieros el sector público y privado con paquetes de rescate que ya en abril sumaban 7,8 billones de dólares, equivalentes al 10% del PIB mundial. A su vez, los gobiernos han aumentado enormemente el gasto y han reducido la recaudación fiscal, lo que ha generado un impresionante déficit y nivel de deuda pública.
El Institute of International Finances (IIF) estima que la deuda mundial pública y privada se eleva ya a 255 billones de dólares, el 329% del PIB mundial. Pero, ¿cuáles son los límites del déficit y de la deuda pública? Los partidarios de la Moderna Teoría Monetaria defienden que un país que emite su propia moneda puede hacer frente a cualquier aumento del gasto público sin necesidad de subir los impuestos, simplemente emitiendo más moneda. Tampoco ven problemas en financiar los grandes programas de inversiones estructurales. Afirman que la limitación de recursos no viene dada por el déficit y la deuda pública, sino por el aumento del tipo de interés o la inflación, que se puede controlar reduciendo la demanda agregada. Esta escuela de pensamiento, que tiene un elevado número de partidarios, se distingue tanto de la perspectiva clásica keynesiana como de la ortodoxia económica.
De cara a las elecciones presidenciales del 3 de noviembre en Estados Unidos, el sector de izquierdas del Partido Demócrata creía haber encontrado con la MTM la fórmula para financiar sus ambiciosas propuestas de gobierno, entre ellas el Green New Deal, la mejora del sistema sanitario, la educación y las infraestructuras. Stephanie Kelton, líder destacada de la MTM, era consejera de Bernie Sanders, el senador que aspiraba a la presidencia, y de la joven estrella de la izquierda, la congresista demócrata por Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez.
Son muchos los economistas que están en desacuerdo con la MTM, entre ellos Paul Krugman, Lawrence Summers y Kenneth Rogoff. Opinan que no deben confundirse los límites de crear moneda con los límites de crear bienes reales. La renta real no consiste en el dinero que se tiene, sino lo que con este dinero se puede comprar. Los monetaristas siguen defendiendo que la inflación se produce por un exceso de liquidez y que una deuda excesiva es peligrosa. Es el motivo por el cual los bancos centrales dan mucha importancia a que la inflación no exceda de un cierto límite, que en el BCE es el 2% del PIB. En fin, hay un largo debate sobre el tema.
¿Inflación o deflación?
¿Cuáles serán las consecuencias económicas y sociales de la pospandemia? Algunos economistas, especialmente alemanes, temen que pueda reproducirse un proceso hiperinflacionario como el sufrido por la república de Weimar en la década de 1920. Si a unos presupuestos ya deficitarios le añadimos una asignación de recursos para contrarrestar la pandemia y para prevenir los retos globales, como la crisis climática, el endeudamiento será monumental y la enorme masa monetaria en el mercado, creada de la nada, derivará en inflación y, posiblemente, hiperinflación.
Otros economistas opinan que, ante la pérdida de riqueza, cierre de empresas, aumento del paro, cambios sociales y tanta incertidumbre se retrasará el consumo no esencial y la compra de bienes duraderos, como viviendas y electrodomésticos. Muchas empresas ya se han endeudado para sobrevivir y no podrán hacer inversiones. El resultado será una fuerte recesión y deflación, lo cual para la sociedad es peor que la inflación. El expresidente del Instituto de Investigación Económica alemán (Ifo), Hans-Werner Sinn, opina que el peligro más inmediato es la deflación. Esta puede sonar bien, pues los precios bajan, pero es una espiral infernal difícil de combatir. Más a largo plazo, Sinn cree que habrá inflación debido a que los intereses a coste cero y la superabundancia de dinero derivarán en especulación y subida de precios. Pero hay todavía otro escenario peligroso: la estanflación, una mezcla tóxica de inflación, producción estancada y alto paro. Es la receta para una crisis duradera.
También Olivier Blanchard, ex economista jefe del FMI, opina que el impacto inmediato será deflacionario. El nivel de paro es alto, se reduce la demanda agregada, los precios caen y el precio del petróleo está hundido. ¿Y a largo plazo? A diferencia de Sinn, cree que veremos más de lo mismo: demanda floja, inflación y tipos de interés bajos. Seguiremos los pasos de Japón. Cree que una alta inflación es poco probable.
Gestionar la montaña de deuda
Ya se ve la diversidad de opiniones sobre el futuro próximo de la economía en los países occidentales. Este escrito trata únicamente de reflejar uno de los muchos escenarios posibles. Un esquema de síntesis podría ser el siguiente: La covid-19 destruye riqueza, cierra empresas, genera paro, disminuye el poder adquisitivo y crea desasosiego social. Ante esta situación, es muy posible que se inicie un proceso deflacionario que perduraría mientras no se disponga de una vacuna eficaz aplicada a gran escala. A partir de este momento se acelerará de forma progresiva el crecimiento económico. Si la economía crece a buen ritmo, dada la enorme masa monetaria existente en el mercado, el riesgo de generar un proceso inflacionario será elevado.
Una mayor coordinación mundial permitiría salir ordenadamente de la situación y minimizar los costes económicos y sociales de la pandemia
En algún momento, las autoridades monetarias y los bancos centrales forzarán que los gobiernos disminuyan el déficit y la deuda pública, lo que supondrá aplicar políticas restrictivas de gasto y de inversión, es decir, políticas de austeridad, recortes en servicios públicos y aumento de impuestos, lo que puede llevar a una situación social muy explosiva. A partir de ahí, ya es muy aventurado opinar. Uno de los problemas por resolver será como gestionar la montaña de deuda pública.
Nadie sabe cómo evolucionará la economía en los próximos años. Viviremos una situación muy compleja llena de tensiones y mucho sufrimiento. Si se quiere aprovechar, ofrecerá la oportunidad de transformar el sistema productivo y la sociedad para hacerla más justa y humana. También favorecerá avanzar hacia una mayor integración europea.
Para salir ordenadamente de la situación debería existir una coordinación mundial que permitiría minimizar los costes económicos y sociales de la pandemia y de la crisis. En todo caso, los políticos y las autoridades monetarias deberán estar muy atentos para impedir cualquiera de las graves situaciones apuntadas y para ello hay que tener potentes paquetes de medidas preparados para poder actuar con urgencia. No lo tendrán fácil, pero hay la esperanza de que se pueda hacer mejor.