¿Quién dice que habrá una recuperación en V?
Retroceso: La crisis no ha golpeado por igual a todos los hogares. Para reactivar el consumo no podemos contar con los que han perdido parte o todos sus ingresos.
La mayoría de los organismos, como el FMI o la Comisión Europea, prevén que habrá una recuperación en V: tras la caída de 2020, tendría lugar en 2021. Estos pronósticos, un tanto optimistas, son producto del pensamiento mágico. Y la palma se la lleva, sin duda, el Office for Budget Responsability británico, que prevé una caída del 12,8% en 2020 seguida de una recuperación del ¡17,9 %! en 2021. Un viejo chiste afirmaba que, en una coyuntura tranquila, no se arriesgaba demasiado si se preveía que el año siguiente sería como el anterior. Pero hace ya mucho tiempo que la economía mundial ha salido de esa zona de confort: ya no parece razonablemente posible que funcionen las ecuaciones de los modelos.
Por ejemplo, en la medida en que el consumo de los hogares depende de los ingresos, su previsión equivale a una previsión sobre la tasa de ahorro. Hay, pues, que elaborar una hipótesis sobre cómo van a utilizar ese maná: ¿gastarlo a toda prisa o conservar, por precaución, una parte? Se intuye que van a coexistir varios tipos de comportamiento, pero ¿cómo hacer una estimación que no sea también una intuición? Los que hacen previsiones se ven obligados, pues, a ajustar sus ecuaciones mediante variables de error, es decir, un tanto a ojo de buen cubero.
No se puede analizar esta crisis como si fuera una crisis normal porque articula una crisis sanitaria y una crisis económica. Es imposible excluir la posibilidad de un rebrote de la epidemia con la consiguiente vuelta al confinamiento, al menos parcial. Y aunque este se descartara por completo, durante algún tiempo los individuos seguirían teniendo una inquietud larvada.
Aunque desaparezca la inquietud sobre el riesgo sanitario, la incertidumbre será duradera
Admitamos que el horizonte se aclarara definitivamente a la vuelta del verano. ¿Podemos esperar una reactivación para volver exactamente a la situación anterior? Es imaginar una recuperación homotética en la que todos los segmentos de la economía recuperaran su velocidad de crucero anterior. Pero, por el contrario, lo que marca la trayectoria de esta crisis es una desincronización, una especie de discordancia de los tiempos. Y esta configuración está presente en todos los componentes de la demanda.
Uno de los efectos de esta crisis es que no ha golpeado por igual a las diferentes categorías de hogares. Para relanzar el consumo no podemos contar con los que han perdido la totalidad o parte de sus ingresos. Aunque desapareciera la inquietud sobre los riesgos sanitarios, aunque todos los comercios trabajaran de nuevo como antes, la incertidumbre será duradera e incitará a parte de los hogares a conservar un ahorro preventivo o a retrasar la compra de bienes duraderos.
Ajustes de efectivos en las empresas
Las empresas han registrado mayoritariamente grandes pérdidas. La principal preocupación de aquellas que no hayan sido borradas del mapa va a ser restablecer sus cuentas, y eso pasa por un ajuste de los efectivos (despidos o automatización) y por una interrupción de las inversiones. La discordancia de tiempos es también una discordancia de espacios, con zonas de la economía mundial afectadas de modo desigual. Por ejemplo, los países emergentes, impactados por la salida de capitales y por la bajada de los precios de las materias primas, contribuirán a la retractación de la economía mundial.