¿Se mueren los océanos?
No se puede hablar de la salud de los mares sin considerar que los múltiples impactos de la actividad humana inciden en la vida de los ecosistemas
Se acerca el Día Mundial de los Océanos, el 8 de junio, y aprovechamos para hacer un chequeo a su salud. ¿Por qué dicen que los océanos se mueren? ¿Cómo influye el cambio climático en el corazón de nuestro planeta? ¿Es cierto que no hay peces para tantas redes? ¿Qué podemos hacer para evitar los impactos de nuestras basuras en el mar?
No se puede hablar de la salud de los océanos sin considerar que multitud de diferentes impactos provocados por las actividades humanas actúan de forma acumulativa, agravándose el efecto sobre los ecosistemas que impide la conservación de sus valores naturales. La combinación de la contaminación, la acidificación, el calentamiento global, la sobrepesca y la situación de hipoxia (reducción drástica del oxígeno) ha alarmado a la comunidad científica, que prevé una extinción masiva de multitud de especies, la reducción de los recursos biológicos y el descenso de la calidad de las aguas costeras hasta niveles nunca considerados.
Los océanos son nuestro mayor pulmón regulador en el planeta, y por ende, uno de los ecosistemas más influidos como consecuencia del cambio climático global. Según el IPCC, con el 1 °C de más, aumentaría en un 30% el número de especies en riesgo de extinción, y ya son numerosos y conocidos los casos de cambios en la distribución de determinadas especies, las variaciones en abundancia de otras muchas que pueden ser invasivas, y cambios en el comportamiento, como son las modificaciones de las migraciones.
BLANQUEAMIENTO DEL CORAL
Tampoco hay que olvidar el papel de sumidero que asumen los océanos en nuestro febril desarrollo de emisiones al medio. Al asumir una mayor cantidad de CO2, las aguas superficiales son cada vez más ácidas, lo cual provoca dificultades a los organismos que precisan de carbonato cálcico para fabricar sus conchas, que comienzan a disolverse. Este factor, junto al calentamiento del agua, está causando también el blanqueamiento de los corales en muchas zonas del mundo y en especial en la Gran Barrera de Coral. Incluso, ya se habla de zonas muertas en los océanos, zonas costeras donde el oxígeno disuelto disminuye a valores en los que la vida no es sostenible.
Otro grave impacto es el que se genera al utilizar los océanos como basureros. Según un reciente estudio, en 2015, ocho millones de toneladas de plástico fueron a parar al océano. La creciente y famosa sopa de plástico alcanza casi la superficie de Rusia, y está compuesta mayoritariamente por microplásticos, que al ser ingeridos generan una transferencia de contaminantes y tóxicos a los organismos cuyas consecuencias por bioacumulación y biomagnificación en la cadena alimentaria están aún por determinar.
Pero añadido a la degradación paulatina de la calidad ambiental del ecosistema marino, la utilización de sus recursos biológicos llega a extremos insostenibles, ya que el océano es una fuente insustituible de alimento para la creciente población humana. Según datos de la Comisión Europea, el 48% de las poblaciones con interés comercial de las que se dispone de datos en el Atlántico se encuentran sobreexplotadas, y llegan al 93% para las poblaciones evaluadas del Mediterráneo. La adecuada gestión de los recursos marinos vivos se convierte no sólo en imperativo legal definido en la política pesquera común de la UE, sino también en un compromiso moral y social.
Un año más, recordemos el gran papel que desempeñan los océanos en nuestras vidas y actuemos de manera consecuente.