Sostener un sistema económico insostenible
Transición: Han sido tantos los despropósitos cometidos que volver a un equilibrio de progreso social conllevará dolor y sacrificios.
La pandemia sanitaria está causando estragos económicos, sociales y anímicos. Para hacerle frente, las autoridades monetarias y los bancos centrales, acertadamente, han facilitado a los gobiernos financiación sin límite para intentar paliar sus consecuencias. El resultado ha sido un enorme déficit público y un fuerte aumento de la deuda pública. Esta situación recuerda la durísima crisis financiera de 2009, en la que para evitar el colapso financiero ya exigió a los bancos centrales y a los gobiernos elevados déficits y endeudamiento.
Para hacer frente a situaciones de crisis, la doctrina keynesiana propone aumentar considerablemente el gasto público y la deuda y con la recuperación económica volver a la situación de equilibrio. No ha sido así. En los 10 años que van de 2009 a 2019, año anterior a la crisis de la covid-19, el crecimiento económico de Estados Unidos estuvo alrededor del 2,5% anual, pero la deuda pública pasó del 82% del PIB al 106%. Un caso similar se da en la eurozona. El crecimiento económico en los 10 años desde la crisis financiera de 2009 ha sido del 1,5% anual. La deuda en el año 2008 era del 62% del PIB y al cabo de 10 años, en 2019, había alcanzado el 84,1% .
Distribuir la riqueza de manera más justa exige reformular los valores en los que se basa la sociedad
Para poder crecer moderadamente la economía ha necesitado ser dopada con más deuda a coste casi cero. ¿No será que el sistema económico actual, que se basa en un consumo superfluo, una creciente desigualdad social, mayor endeudamiento y expoliación del planeta, que nos lleva a periódicas crisis económicas y sociales, no funciona?
Por si fuera poco, la pandemia sanitaria de 2020 ha obligado a nuevos déficits y más endeudamiento cuando los bancos centrales y los gobiernos estaban ya sobreendeudados. En 2020 se produjo la mayor inyección de crédito al sistema monetario de la historia. Según el Instituto de Finanzas Internacionales, la deuda pública y privada alcanza el record histórico de 289 billones de dólares, el 360% del PIB mundial.
Evitar el colapso
Para relanzar la economía colapsada por la crisis sanitaria, los gobiernos han aumentado sensiblemente el gasto y están haciendo fuertes inversiones. No hay duda de que impulsarán el crecimiento. Pero, ¿se podrá conseguir crecimiento económico sostenible sin mayor endeudamiento? Si no es así, quedará confirmado que el sistema económico actual no funciona, lo que exigirá transformarlo para evitar el colapso.
Crisis climática, pandemia sanitaria, desigualdad social, deuda astronómica, migraciones, tensiones geopolíticas y la reciente crisis de Afganistán son solo algunos de los grandes retos que habrá que afrontar. Requerirán infinitos recursos humanos, tecnológicos y financieros. ¿De dónde van a salir estos recursos? ¿Más precariedad laboral? ¿Más explotación del planeta? ¿Más deuda?
Para evitar el colapso no hay otra alternativa que transformar el sistema económico actual, hacerlo sostenible y una distribución más justa de la riqueza que se crea, pero para ello es imprescindible una reformulación de los valores en los que se basa nuestra sociedad. Los bienes materiales son importantes, pero la felicidad de los humanos no puede basarse en un consumo sin límite. Para el ser humano son importantes la libertad, la democracia, la familia, la salud, los sentimientos, la comunidad, la cultura y la solidaridad.
El nuevo modelo económico ha de impulsar el progreso económico y social. La economía, que ha de ser productiva y no especulativa, debe estar sometida a la política, y se ha de basar en la mejora de la competitividad, dignidad del trabajo, educación, innovación, uso de las nuevas tecnologías y ha de premiar la creatividad, el talento y el esfuerzo.
Necesitamos el crecimiento económico, pero ha de ser muy distinto al del modelo actual. Ha de disminuir el consumo de productos procedentes de recursos naturales no renovables y ha de aumentar la producción y consumo de productos y servicios inmateriales. Es decir, menos compra de productos innecesarios o superfluos o que dañan la naturaleza, y más interés por la educación, la salud, los productos culturales y la práctica del deporte y, en todo caso, eliminar productos nefastos para la humanidad como elementos tóxicos y las armas pesadas.
El peor escenario es querer ignorar que estamos yendo hacia el desastre y no actuar, esperando que el diluvio no nos inunde
Se ha de ir a una sociedad de libre mercado en la que el Estado como agente económico y social ha de tener un papel activo que signifique alrededor del 50% del PIB. Debe ser el garante del buen funcionamiento de la sociedad, del crecimiento y de un sistema de bienestar digno que tiene como base la educación, la sanidad, las pensiones, los servicios sociales y la cultura.
Se ha de ir a una sociedad con un sistema fiscal justo que corrige las grandes desigualdades y que pone el sector financiero al servicio del ciudadano y de la economía productiva.
Se ha de ir a una sociedad respetuosa con la naturaleza, con la emergencia climática, la sobreexplotación de los recursos naturales y la reducción de la huella ecológica. Esta sociedad y sus gobiernos deben tener una visión global del planeta, colaborar y avanzar hacia una gobernanza global más solidaria. El diálogo y el pacto han de ser la base para conseguir un mundo sostenible más justo y en paz.
Ni fácil ni gratis
No hay duda de que si se quiere evitar un desastre global, habrá que retornar al equilibrio económico. Requerirá un periodo de transición que no será fácil ni gratis. Han sido tantos los despropósitos a que nos ha llevado el sistema económico liberal que volver a un equilibrio de progreso social justo y solidario conllevará dolor y sacrificios. Pero el peor escenario es querer ignorar que estamos yendo hacia el desastre y no actuar, esperando que el diluvio no nos inunde. Analizar la complejidad, las incertidumbres y los costes de la transición a un nuevo modelo de sociedad requiere el espacio de un nuevo escrito.