Susan Strange, analista precoz de la inestabilidad financiera
La experta británica mostró, ya en la década de 1980, cómo el sistema financiero,
alentado por las decisiones políticas, se ha convertido en un vasto casino.
ILUSTRACIÓN: PEDRO STRUKELJ
Tras la crisis de las subprime, los análisis teóricos del estadounidense Hyman Minsky (1919-1996) en los que demuestra la intrínseca inestabilidad financiera de las finanzas han experimentado un aumento de interés. Por el contrario, los trabajos de la británica Susan Strange (1923-1998), igualmente prescientes y mucho más accesibles, no han tenido la misma fortuna, se preocupa de destacar con extrañeza el periodista Nat Dyer. Sin embargo, la descripción que hace Strange de las finanzas como un casino es hoy un lugar común en el mundo de la economía. Y sus dos obras sobre el tema, publicadas en los años 1986 y 1998, muestran una profundidad de análisis que debería servir de inspiración a los economistas.
UN DESARROLLO ESPECULATIVO
“El sistema financiero capitalista se está asemejando rápidamente ni más ni menos que a un casino”, escribe Strange ya en 1986. Los jugadores apuestan: sobre la evolución del tipo de cambio, de las acciones, etcétera. Pero son los grandes banqueros los que tienen la banca y los que, finalmente, se embolsan las apuestas.
El problema es que ese casino es muy inestable y, a diferencia de “un casino normal al que usted puede optar por ir o no ir, en el de las altas finanzas, todos somos jugadores cotidianos involuntarios”. Cuando la crisis financiera golpea y la economía se hunde, todos podemos perder el empleo, aunque no hayamos pedido jugar.
“Son los grandes banqueros los que se embolsan las apuestas”
“En el casino de las altas finanzas todos somos jugadores involuntarios”
“En lugar de proteger, las finanzas son fuente de inseguridad”
La conclusión está clara: “En lugar de ofrecernos una protección contra las inseguridades de la vida, las finanzas se han convertido en una fuente de inseguridad”. Está hipertrofiada respecto a la economía real y es el resultado de un desarrollo especulativo, escribía en 1986.
Susan Strange criticaba desde hacía mucho tiempo a los economistas, sobre todo por su negativa a pensar sobre esa inestabilidad financiera. Pero se da cuenta de que Hyman Minsky era un caso aparte, que era uno de los escasos en reflexionar sobre el tema, aunque subraya que, al razonar a nivel de economía cerrada, se privaba de analizar los fenómenos de contagio en el ámbito internacional.
LAS CAUSAS DE LA INESTABILIDAD
Además de constatarlo, Strange analiza las causas del desarrollo de las finanzas casino. Las tecnologías digitales desempeñan un papel al acelerar las transacciones, pero el aumento de los riesgos financieros es, sobre todo, resultado de decisiones políticas, explica la fundadora de la disciplina de Economía política internacional, que une economía, ciencia política e historia para comprender la dinámica de la globalización.
Señala el papel del Reino Unido, que, desde finales de la década de 1950, permitió que se desarrollara en Londres un mercado de dólares depositados y prestados fuera de Estados Unidos y fuera de cualquier control público. Y sobre todo muestra hasta qué punto las decisiones de Estados Unidos han sido cruciales: ha destruido las reglas que controlaban el tipo de cambio, se ha negado a controlar la actividad especulativa internacional de los bancos, ha permitido que se desarrollen los paraísos fiscales (véase el recuadro).
Estados Unidos también animó la innovación financiera, la invención de productos financieros opacos y de riesgo. Strange trata ampliamente este tema en su libro de 1998, mencionando de pasada los productos que llevarán a la crisis de las subprime, que justamente estalló nueve años después de su publicación. En aquella época, estos productos financieros existían solo desde hacía pocos años, pero ella los señala como una fuente de riesgo. Con ellos se deja de saber quién adquiere qué riesgos especulativos ni a qué alcance.
¿QUÉ HACER?
Susan Strange siempre desconfió de los grandes planes para mejorar la gobernanza mundial, ya fuera mediante una mayor coordinación entre Estados o mediante instituciones internacionales. Los consideraba una pérdida de tiempo y de energía frente a unos Estados incapaces de ponerse de acuerdo.
Destaca los trabajos de Fred Hirsh y los de Jacques Polak, quienes, desde finales de la década de 1970, apelaban a una “desintegración controlada”, es decir, a una desglobalización financiera, para volver a unos márgenes de regulación nacional. Pero, sobre todo, en su análisis de las relaciones de fuerza mundiales señala la preponderancia de Estados Unidos: es el país que tiene que garantizar la estabilidad financiera mundial regulando sus finanzas y estimulando el establecimiento de unas reglas globalizadas.
Con la ingenuidad política que caracteriza a los economistas, en su comentario sobre Strange, Minsky desestimará de un plumazo este argumento, pues, ¡“la hipótesis de que Estados Unidos es dominante está hoy obsoleta”! Y, sin embargo, regular las finanzas mundiales pasa por regular las finanzas estadounidenses.
Unas finanzas no controladas aumentan la desigualdad entre la gente, entre las firmas y entre los Estados, concluye Susan Strange. Hay que evitar las crisis financieras porque a ellas les sigue un rechazo a las elites políticas que no han sabido evitarlas, o bien abren la vía a unos dirigentes demagogos y agresivos que alimentan las tensiones internacionales. Decididamente, hoy hay que leer a Susan Strange.
EL DATO
¡Los paraísos fiscales, ya entonces!
Desde 1986, y cuando el tema no interesaba a nadie, Susan Strange advertía sobre el papel que tienen los paraísos fiscales en la inestabilidad financiera. Volvió ampliamente sobre el tema en su obra de 1998, cuando solo algunos periodistas mencionaban esos territorios como lugares de blanqueo del dinero negro. Lo son, afirma Strange, pero ese no es el principal problema. Los paraísos fiscales plantean otros problemas mucho más importantes: favorecen la corrupción de las élites en el poder; privan a los Estados de ingresos presupuestarios fundamentales; favorecen los comportamientos delictivos de las empresas; permiten soslayar las regulaciones bancarias. Y Strange denuncia los paraísos fiscales “arribistas” como Irlanda. ¿Qué solución hay? Menciona una de pasada: establecer un gravamen unitario a las firmas en todo el mundo para evitar las transferencias artificiales de capital a los paraísos fiscales. Strange se asombra de que no haya ninguna reflexión seria sobre el tema. Hoy es una de las propuestas emblemáticas de las organizaciones no gubernamentales… que han redescubierto la idea hace unos pocos años.