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Es muy difícil salirse de la UE

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Marzo 2019 / 67

‘DEAL’ La enseñanza del brexit es muy clara: no se pueden tener las ventajas de la Unión si no se aceptan sus disciplinas. El chantaje del no deal practicado por Theresa May desde el principio de la negociación le ha permitido lograr un acuerdo más bien favorable, pero la Unión se ha mantenido firme sobre las normas del mercado único. De ahí el embrollo irlandés. Como consecuencia, el acuerdo ha sido rechazado por el Parlamento de Westminster, donde la oposición unía su voto al de los brexiters más radicales. Se puede admirar el valor de la primera ministra frente a la adversidad, pero hay que reconocer que siempre ha puesto la unión del partido conservador por encima de los intereses del país. Es posible inferir otra enseñanza, de un tipo más general: es muy difícil salirse de la Unión. 

La interdependencia entre los Estados miembros hace muy complejo ir por libre. Sin embargo, esto no legitima su funcionamiento actual. La Unión debería garantizar la convergencia de los niveles de vida y la prosperidad de todos en una economía sostenible. Debería permitirnos controlar nuestro destino frente a las viejas potencias y a las emergentes. Estamos lejos de ello y, con frecuencia, la competencia entre Estados miembros pasa por delante de la cooperación. Un repliegue sobre el espacio nacional no resolvería nada. Es innegable que una Europa realmente deseable está aún por construir.

 

EXENCIONES La última nota del Consejo de Análisis Económico francés ha reabierto el debate sobre el interés de las exenciones de cotizaciones sociales de las que se benefician las empresas. No critica la utilidad de esas medidas, sino que discute su eficacia en función de los niveles salariales. En el punto de mira están las reducciones de que se benefician las empresas cuyos niveles salariales están por encima del 1,5 del salario mínimo, que se consideran ineficaces desde el punto de vista de la creación de empleo. El Gobierno de Jean-Marc Ayrault, a través del CICE (Crédito de Impuesto para la Competitividad y el Empleo) y el pacto de competitividad, amplió las exenciones hasta el 2,5 del salario mínimo, siguiendo las recomendaciones del informe sobre la competitividad francesa remitido al Gobierno por Louis Gallon en noviembre de 2012. Esto satisfizo enormemente a la industria, cuyos salarios son de media más altos que en el sector servicios. Como esta ampliación no tiene ningún efecto sobre el empleo ni sobre el déficit comercial, la nota del Consejo propone que las ayudas se vuelvan a centrar en los salarios más bajos, con el riesgo de aumentar aún más las trampas a la pobreza ligadas a esas exenciones y favorecer el desarrollo de servicios que emplean mano de obra poco cualificada en detrimento de la industria. François Hollande puso en marcha, a través de la ampliación del campo de las exenciones de cotizaciones sociales, un modo relativamente indoloro de devaluación interna: la financiación de la protección social se equilibraba en parte mediante el impuesto, especialmente a los más favorecidos. Pero devaluar no basta para relanzar las exportaciones cuando la oferta no está garantizada. Es, pues, demasiado pronto para juzgar la eficacia de unas medidas tomadas en el anterior quinquenio. De hecho, el mayor reproche que se le puede hacer a François Hollande es haber llevado a cabo esta política de competitividad por no haber sido capaz de imponer un relanzamiento europeo coordinado que hubiera podido tomar la forma de un green new deal.

 

ALCOHOLES El plan de lucha contra las adicciones presentado por el Gobierno francés durante las fiestas de fin de año muestra, una vez más, lo que le cuesta a Francia considerar que el alcohol es una droga dura con fuerte grado de adicción. Sin embargo, el alcohol, bajo sus diferentes formas, provoca la muerte de más de 40.000 personas al año. Pero en un país que cuenta con 80 regiones vinícolas, que está orgulloso de sus grandes vinos, su champagne y su coñac que se exportan al mundo entero, se necesitaría una voluntad política que claramente falta hoy. También sería necesario que los medios de comunicación se tomaran más en serio su labor de información sobre este asunto, en lugar de multiplicar los suplementos Feria de los vinos.