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Invertir, prestar y pagar cuando el dinero escasea

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Septiembre 2013 / 6

Las monedas sociales proliferan con la crisis. Más complementarias que sustitutorias, denotan la necesidad de controlar las reglas de juego del dinero.

Pago con el sistema RES en una cafetería de Girona. foto: RES GIRONA

Azotada por el paro y la ruina, la localidad austríaca de Wörgl inventó en 1932 una moneda local. Su alcalde había oído hablar de las teorías del “dinero libre” del economista Silvio Gesell. Así que, como el dinero de verdad escaseaba, pagó a los parados con “certificados de trabajo”. Con ellos también financió carreteras públicas y puso en marcha negocios. Milagro. La recaudación de impuestos aumentó, debido a la mayor actividad. ¿El secreto? El sello que se pegaba a los certificados: su valor disminuía si no circulaban.  

El ecosol aspira a ser ya este otoño una moneda de la economía social

Las empresas se ayudan con sistemas de crédito mutuo como RES

En 1934,  en Suiza nació el wir. La diferencia respecto a los “certificados de trabajo” es que, 80 años después, el wir pervive, reconvertido en banco cooperativo. El  20% de las pymes del país pagan e invierten en wirs ayudándose mediante créditos sin intereses. Inspirado en el wir, la Red de Economía Solidaria (XES, en sus siglas en catalán)  lleva tiempo impulsando el ecosol, la moneda de crédito mutuo sin interés que funcionará dentro del mercado que conforman autónomos, empresas, cooperativas, profesionales y entidades de la economía social. El lanzamiento del ecosol se prevé para este otoño. “Es un vale de descuento que servirá para generar actividad dentro de una comunidad: vendes un producto a una cooperativa y en lugrar de cobrar en efectivo, los usuarios del mercado operan aumentando su saldo en ecosoles, con los que podrán pagar a su vez cuando necesiten otros productos de ese mismo mercado”, explica Jordi García, miembro de la XES.

La segunda gran depresión ha estimulado la proliferación de monedas sociales o complementarias. “Las personas intentan simplemente crear monedas con sus propias reglas de juego. A veces priman los fines sociales. Otras, objetivos comerciales o de financiación. Pero la idea es siempre que gastes partiendo de la búsqueda de cierta soberanía monetaria”, reflexiona Susana Martín Belmonte, autora de Nada está perdido (Icaria), sobre el papel del dinero y el crédito. 

Para generar riqueza y que esta se quede en la zona,  Girona ha importado de Bélgica el sistema RES. Puede ser para particulares, pero en esencia, es útil para las pymes locales. Un RES vale un euro. Pero si pones 100 euros en una cuenta RES, obtienes 110. Siempre obtienes el 10% más. Si en 70 años los negocios adheridos a la red RES belga son 5.000, al RES de Girona se han sumado 350 empresas en un año. Su filosofía no es distinta de la que tiene la plataforma de empresasTrocobuy, pero sí del Bitcoin. Reina de las criptomonedas, de alcance planetario como todo lo que toca Internet y cuya cotización ha sido objeto de fuertes fluctuaciones, tiene sus críticos, pues nada la liga a la economía productiva. 

Las monedas locales son defendidas habitualmente por los partidarios del decrecimiento como un arma que ayuda a la inclusión social y puede contribuir a desarrollar la economía local, además de hacer más sostenible la sociedad desde un punto de vista ecológico, explica Kristofer Dittmer, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la UAB. “Las monedas circulan en comunidades cerradas y  suelen impulsarlas grupos sociales, o bien ONG o incluso algunos ayuntamientos”, añade.  “Pero  el auténtico reto sería el apoyo institucional serio, junto a un uso masivo, que solo recuerdo en la red global de trueque en la  última crisis argentina”.  La mayor limitación corresponde a los bancos de tiempo, “apta para intercambio de favores ocasionales a fin de evitar economía en negro”.

En España hay unas 70 monedas sociales, que utilizan cerca de 6.000 personas. estima Julio Gisbert, un enamorado de la economía social que contabiliza bancos de tiempo y monedas (blog vivir sin empleo). Del Boniato en Madrid al Puma de Sevilla, pasando por  el Drago en Canarias, el Zoquito de Jerez o la Turuta de Vilanova i la Geltrú. “Con esas cifras  debemos hablar de monedas complementarias y no alternativas”, ríe. “Importan lo que cambia en el imaginario colectivo”, coincide Jordi García.

Pero hay otro modelo de moneda: en lugar del crédito mutuo, se puede comprar moneda complementaria con euros (u otro dinero de curso legal). En Bristol Pounds, respaldadas por la libra esterlina, pagan sus impuestos locales y cobra parte de su sueldo el alcalde de Bristol. La clave para el éxito de una moneda es la confianza del público en su valor.