Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Legislativas, la gran decepción

Comparte
Pertenece a la revista
Abril 2017 / 46

Programa Se empiezan a conocer mejor los programas económicos de los diferentes candidatos a las elecciones presidenciales francesas. La política que propone Emmanuel Macron sigue la línea de la llevada a cabo en los últimos cinco años. El candidato de ¡En marcha! espera quedarse con los dividendos de la política de incentivos a la oferta que él mismo ha inspirado a François Hollande desde 2012, y seguir bajando el déficit público, a riesgo de que dicha política fracase a la hora de lograr una significativa disminución del nivel de paro. 

Jean-Luc Mélenchon, por su parte, se esfuerza en casar ecología y reactivación presupuestaria masiva, con un fuerte aumento del gasto público, orientado en parte a la transición energética, y un aumento de los impuestos. El candidato de la Francia insumisa pretende así volver a un crecimiento relativamente sostenido, que espera que provocará una reducción del déficit a partir de 2019, a riesgo de tropezar con el mismo efecto perverso que en 1981, cuando la reactivación benefició en gran medida a  los socios extranjeros de Francia.

Se espera con interés el programa de Benoît Hamon. El vencedor en las primarias socialistas quiere, en efecto, abandonar la austeridad, pero tiene un discurso crítico sobre el crecimiento y no considera ni probable ni deseable que vaya a tener un fuerte impulso. Es decir, que no dispondrá de mucho margen para financiar sus promesas en el ámbito social, especialmente en lo relativo a la renta universal.  

Firmeza Cuando, en 1995, Alain Juppé, entonces primer ministro, se enfrentó al movimiento huelguista, declaró que “se mantenía firme” frente a él, antes de verse obligado a desdecirse. Su vencedor en las primarias de la derecha, François Fillon, tiene ahora el mismo discurso. No tanto frente a las dudas sobre si los empleos ocupados por su mujer eran ficticios o no, sino sobre el programa enormemente radical que le ha permitido ganar las primarias. Un programa de revancha social que —como el de Mélenchon— se asienta a corto plazo sobre los compromisos europeos de Francia sobre el déficit. El diputado del 7.º distrito de París propone no sólo bajar las retenciones a las empresas en 30 millones de euros, sino llevar a cabo una gran reducción de los impuestos a los más ricos, en contra de las medidas adoptadas en 2012. El impuesto sobre los ingresos del capital bajaría en un tercio, se suprimiría el ISF (impuesto de solidaridad sobre la fortuna) y se duplicaría el techo del cociente familiar, lo que reduciría enormemente el impuesto sobre la renta de los más ricos, mientras que la masa de la población sufriría un aumento del IVA. Una política redistributiva a la inversa agravada por claros recortes en el número de funcionarios que degradaría la calidad de los servicios públicos: sanidad, primera infancia, vivienda social…

Providencial Las elecciones presidenciales funcionan como una imponente máquina de decepcionar. Los candidatos son inducidos a prometer el oro y el moro, alimentando la idea de que el presidente puede cambiar el mundo. Pero, aunque disponga de una mayoría parlamentaria, la capacidad de actuar del Ejecutivo, en un país tan insertado en la economía internacional como Francia, es limitada. Es lo que hace que, dada la decepción provocada por el antecesor, haya tanta demanda de alternancia en cada elección. Y, a su vez, el sucesor decepciona por no responder a las esperanzas, tan diversas como contradictorias. ¿Satisface, al menos, a sus votantes? Ni siquiera eso.

Los candidatos a la presidencia son inducidos a prometer el oro y el moro

A riesgo de pasar por conservadores, es normal que los presidentes, enfrentados a la realidad, decepcionen en primer lugar a sus partidarios. Así, es probable que François Fillon, si es elegido, no suprima los 500.000 empleos de funcionarios que ha prometido. La República también es eso: se es elegido por algunos y luego se gobierna teniendo en cuenta a todos en nombre de la paz social. En ese sentido, lo que hoy da más miedo es que la candidata del Frente Nacional mantenga sus promesas cueste lo que cueste.