Más medios para la sanidad pública
Hospitales: Emmanuel Macron se reafirmó el pasado 15 de mayo en su promesa de revalorizar los hospitales públicos: anunció un aumento general de los salarios y el relanzamiento de las inversiones. Sin embargo, los hospitales públicos no son más que un eslabón del sistema sanitario. El presidente francés es consciente de ello y anunció también una reorganización de dicho sistema para garantizar una oferta de calidad para todo el mundo y en cualquier lugar. Ello significa, por supuesto, dotar de más medios a los hospitales, pero también redefinir el lugar que ocupan los establecimientos hospitalarios privados con fines lucrativos y no lucrativos, el de la medicina urbana y el del sector médico-social. Todo el mundo sabe lo que hay que hacer, pero los intereses privados y los corporativismos de parte del cuerpo médico lo han impedido hasta el momento. La mayoría de las clínicas privadas persisten en coger lo mejor del mercado especializándose en actos repetitivos que generan economías de escala, y dejando los más complejos (y costosos) a los hospitales públicos. Por otra parte, la medicina urbana, que cuenta con un número excesivo de especialistas que podrían ejercer en el ámbito hospitalario y con un número insuficiente de generalistas capaces de garantizar una asistencia permanente, responde mal a la demanda. De ahí la congestión de los servicios de urgencias hospitalarias, que dejan de cumplir su función. La pandemia ha puesto las cartas boca arriba. El Gobierno debe actuar en caliente y no limitarse a dar una limosna ocasional al personal hospitalario.
Ahorro: Si bien la crisis se traduce en un choque de oferta debido al parón de múltiples actividades, el reto más importante ahora es evitar que engendre un choque de demanda. Desde hace dos meses, el Gobierno francés ha tomado una serie de medidas que han sido bienvenidas: ampliación de la cobertura de paro, aplazamiento de la reforma del seguro de desempleo, ayudas a los autónomos, financiación directa de algunas empresas en dificultades, etc. Ahora hay que mantener y ampliar esos dispositivos tanto como sea necesario, aunque aumente la deuda pública. Estableciendo, de un modo u otro, esa “eutanasia del rentista” que tanto gustaba a Keynes con el fin de aligerar el coste para el presupuesto del Estado obligando a contribuir a las grandes fortunas. Pero observo también que la crisis no ha tenido el mismo efecto en todos los hogares. Ha golpeado duramente a los precarios, a los jóvenes que han llegado en mal momento al mercado laboral y a los autónomos, mientras que los asalariados con cualificación y los jubilados han seguido percibiendo sus ingresos y, como no han podido consumir, han ahorrado. No me chocaría que a los más acomodados de ellos se les invite también a mostrarse solidarios para financiar unos dispositivos en favor de las víctimas de la crisis.
Relocalización: Francia ha demostrado ser incapaz de producir con premura los test, mascarillas y medicamentos necesarios para la pandemia. Por ello, se multiplican los llamamientos a relocalizar la producción industrial. Nada impide considerar que algunas actividades especiales deben localizarse en Francia y en Europa. A continuación, habría que imponer la primacía de las normas ecológicas, sociales y sanitarias en el ámbito comercial. Finalmente, todos los territorios franceses deben reforzar su resiliencia en el plano alimentario, sanitario y energético. Es todo un reto económico, ecológico y democrático.