¿Oligopolios o competencia?
Oligopolio Al proponer la compra de Bouygues Télécom, Patrick Drahi, el presidente de Numericable-SFR, ha intentado proseguir este verano la trayectoria a la que decidió lanzarse aprovechando unos bajos tipos de interés que le permiten endeudarse con pocos gastos. Con el implícito objetivo de, una vez eliminado el cuarto operador en discordia del mercado francés de las telecomunicaciones, imponer al mercado, de acuerdo con Orange y Free, los precios más rentables posibles. Ello le permitiría tener mayores márgenes e invertir más —como ha prometido—. Respondería así a los deseos del Gobierno francés.
Sin embargo, este escenario es poco creíble: la competencia impone también a cada operador invertir e innovar para diferenciarse, como ha hecho Bouygues con la 4G estos últimos meses. A la inversa, la creación de un oligopolio favorece los comportamientos rentistas, como hizo AT&T durante décadas en EE UU, antes que la telefonía digital precipitara la apertura del sector a la competencia. La Bolsa no se ha equivocado y ha propulsado hacia arriba las acciones de los operadores ante el anuncio de una posible compra de Bouy-gues. Pero Martin Bouygues ha rechazado la oferta, a pesar de ser generosa. Sin duda, considera que está en condiciones de ser un depredador en lugar de una presa, y que puede seguir ganando cuotas de mercado rompiendo los precios.
Paso atrás En el momento de escribir estas líneas nadie sabe cómo terminará el tercer rescate griego. Pero sea cual sea la salida del culebrón, ya está claro que la idea europea habrá dado otro paso atrás. Para sus fundadores, el objetivo de la Unión era trascender los intereses nacionales a través de un interés común que beneficiaría a todos. La vuelta triunfal de los Estados a la gobernanza de la Unión tras la caída del muro de Berlín, acentuada por la crisis financiera, actúa en sentido inverso. La moneda única debía servir de catalizador en el proceso de profundización de la Unión, incitando a fortalecer sus instituciones y profundizar la solidaridad entre los países. Gestionada por dirigentes prisioneros de una visión estrecha de los intereses de sus países, hoy divide a Europa, más que unirla.
Los oligopolios favorecen los comportamientos rentistas
Hoy la moneda única no une a Europa, sino que más bien la divide
La responsabilidad es ante todo de la orientación liberal de las políticas dominantes en los países más ricos, que han impuesto un ajuste radical a los países que pasan por dificultades. El resultado es que los dirigentes de estos países, empezando por el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, pidan la igualdad para todos. En este contexto, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, se ha visto obligado a jugar la única carta que le quedaba, la del chantaje del débil al fuerte, con un triste desenlace.
Cotizaciones Louis Gallois, copresidente del think tank La fabrique de l’Industrie, acaba de dar un nuevo giro al debate sobre el futuro del pacto de responsabilidad en Francia. No cuestiona el principio de la bajada de las cotizaciones sociales, que considera necesaria para la competitividad de las empresas, pero propone repartirlas de modo diferente y que alcancen a los trabajadores de hasta 3,5 veces el salario mínimo. Desde su introducción, a comienzos de los años noventa, las exenciones de las cotizaciones sociales se han concentrado en los salarios bajos. La razón que invocaban los economistas era que los trabajadores poco cualificados, con salarios escasos, son los más expuestos al paro y habría que concentrar las exenciones en esas retribuciones, aumentando así la demanda de trabajo no cualificado y haciendo bajar el paro para no reducir el salario mínimo.
Apoyándose en un estudio de Gilles Koléda, de la Universidad de Tours, Louis Gallois considera que esta lógica favorece la especialización en actividades poco productivas y que encarezc el coste relativo del trabajo cualificado. Todo ello pesa sobre la competitividad de la industria, creadora de empleos intermedios cualificados, y limita al final el potencial de desarrollo del país. Además, crea un umbral que confina a los asalariados de la parte baja de la escala en su poco favorecida situación.