Qué modelo de sociedad
Editorialista de Alternatives Économiques y
ex presidente de la cooperativa
Responsabilidad. ¿A qué se van a dedicar los 30.000 millones de euros del llamado pacto de responsabilidad en Francia? Finalmente, se va a seguir manteniendo el Crédito de Impuestos para la Competitividad y el Empleo (Cice), con lo que quedarían 10.000 millones que deberían dedicarse, como se prometió, a rebajar las cotizaciones a la Seguridad Social. ¿Pero a qué salarios se aplicará esta bajada? Desde hace 20 años, se ha aplicado prioritariamente a los salarios bajos, considerando que, en este nivel, el coste laboral es demasiado elevado dada la escasa productividad de quienes buscan empleos menos cualificados.
Este razonamiento es cuestionable: el valor relativo de tal o cual trabajo es, sobre todo, reflejo de unas convenciones sociales que no tienen nada de verdades absolutas. Por el contrario, sí es cierto que un menor coste de trabajo facilita de facto el aumento de la actividad del empleo poco cualificado, lo cual, en nombre de la lucha contra el paro, justifica concentrar las ayudas en los salarios bajos., con la salvedad de que la industria, que emplea a numerosos ingenieros y cuadros, considera que también deben rebajarse los costes del trabajo cualificado invocando su competitividad. Argumenta, no sin razón, que una industria fuerte beneficiará a todos.
El debate no puede limitarse, sin embargo, al arbitraje entre industria y servicios. La cuestión de fondo es hacia qué modelo de sociedad vamos a ir. La disminución del coste relativo de los salarios bajos posibilita, ante todo, que algunos compren más tiempo de trabajo de otros. Es la versión social del modelo alemán actual. Un modelo en el que el bajo nivel de paro tiene como corolario un aumento constante de la pobreza de los trabajadores debido al bajísimo nivel de los salarios en los servicios.
Alternativa. El índice de abstención, así como la orientación del voto, en las elecciones municipales francesas constituye una seria desautorización al Gobierno. La falta de resultados en el frente del empleo ha tenido sin duda mucho que ver en ello. Pero el rechazo de la política y de los partidos de gobierno que han expresado los electores tiene causas más profundas. Se debe al sentimiento —del que se aprovecha Marine Le Pen— de que las políticas de la derecha y las de la izquierda son a la postre idénticas y tienen en común no responder a las expectativas del país.
Hay una parte de verdad en este sentimiento: evidentemente, los valores de la derecha y los de la izquierda son diferentes, pero las políticas que llevan a cabo son con frecuencia muy parecidas, porque la capacidad de actuar de los gobiernos nacionales hoy es reducida y porque imponer unas reformas profundas exige violentar un cuerpo social absolutamente dividido. En realidad, el descontento del país no se alimenta de una sola causa, sino que expresa una gran diversidad de aspiraciones, con frecuencia contradictorias. La dificultad a la que se enfrentan los responsables políticos es, pues, lograr trascender esas divisiones proponiendo una visión del futuro que vuelva a dar sentido a nuestra vida colectiva sin negar las dificultades y obligaciones a las que nos enfrentamos. Una doble exigencia, pues: mantener un discurso realista y negarse a cualquier resignación. Pero quizá sea esperar demasiado del inquilino del Elíseo.
Rigidez. El índice de disponibilidad del parque nuclear francés en 2013 fue únicamente del 78%, lejos del objetivo del 85% que se había fijado Henri Progio, presidente de Électricité de France (EDF). Este desfase cuesta varios miles de millones de euros al operador y, en definitiva, a las industrias y hogares franceses. Se plantea, pues, por qué EDF no puede gestionar de modo óptimo las paradas de recarga necesarias para el mantenimiento de sus reactores nucleares. Pero la escasa disponibilidad del parque es también resultado del peso de la energía nuclear en la oferta. Los reactores nucleares están pensados para funcionar a pleno rendimiento. Modular su producción para adaptarse en tiempo real a una demanda variable los fragiliza y genera,un desgaste prematuro de ciertos equipamientos, a la vez que exige cambiar con más frecuencia las barras de combustible.
Esos problemas se ven ahora agravados por el desarrollo de las energías renovables —eólica y solar—, cuya producción intermitente exige, al carecer de capacidad de almacenamiento de energía, mayor flexibilidad por parte de los otros instrumentos de producción de electricidad. Algunos deducen de ello que hay que frenar el crecimiento de las energías renovables. Pero también se puede argumentar que lo que hay que hacer es reducir el peso de la energía nuclear —cada vez más costosa— en el mix eléctrico en beneficio de otras energías como el biogás.