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Recuperación, pero...

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Mayo 2015 / 25

Editorialista de Alternatives Économiques y ex presidente de la cooperativa

Coyuntura Ha llegado la recuperación. En Francia, el crecimiento debería alcanzar este año el 1% y acelerarse en 2016 al 1,5% gracias a la política de tipos bajos del Banco Central Europeo, a la disminución del tipo de cambio del euro y a la bajada del precio del petróleo. Pero aún estamos lejos de haber dejado atrás la crisis: la zona euro sigue sin alcanzar su nivel de actividad de 2007; el paro continúa siendo colosal en toda Europa del sur, sobre todo entre los jóvenes, e incluso en Francia, la famosa inflexión de la curva no llegará hasta finales de 2016 a no ser que se tomen una serie de audaces medidas en la política de empleo.

De hecho, el policy mix europeo sigue siendo restrictivo: Europa, considerada en conjunto, produce más de lo que consume, a diferencia de Estados Unidos, que sigue siendo el “consumidor mundial en última instancia”. Señalemos que la recuperación estadounidense se opera en un mundo que no rompe con la lógica que llevó a la crisis de las subprime: escaso incremento de la productividad cuyo beneficio es captado por una pequeña minoría, creación de empleo sin real aumento de los salarios, consumo basado en un aumento del endeudamiento de los hogares y una exuberancia bursátil a merced de un cambio de los tipos de interés. Da la impresión de que no se puede salir de una crisis más que preparando la siguiente.

 

Desafío El debate mediático sobre la lucha contra el paro enfrenta con frecuencia dos posturas intelectuales que, caricaturizando (un poco), se podrían definir como “keynesiana simplista” y “liberal obtusa”. La primera considera que basta con aumentar la demanda global para impulsar la inversión, recuperar un fuerte incremento de la productividad y, además, con un crecimiento fuerte y estable. Como si no estuviera demostrado que semejante escenario no es posible porque hoy no contamos con los resortes de crecimiento de ayer, ni deseable debido a los problemas ecológicos a los que nos enfrentamos.

Frente a ellos, los liberales obtusos balbucean sin cesar que bastaría con hacer unas “reformas estructurales” para que todo vaya mejor. En pocas palabras: desregular el mercado de trabajo, bajar el salario mínimo y recortar la protección social. Así, a pesar de un crecimiento limitado, se crearían empleos, sobre todo en el sector servicios, a costa de un fuerte aumento de las desigualdades, que degradará aún más la cohesión de nuestra sociedad, ya maltrecha. La dificultad radica en superar estas alternativas para lograr ir hacia un modelo ecológica y socialmente sostenible.

 

Democracia Las elecciones departamentales francesas han movilizado más a los electores de lo que se esperaba. Se nos anunciaba una abstención récord debido a que las competencias de los departamentos aún no están fijadas definitivamente. ¡Como si en los escrutinios precedentes los electores hubieran estado perfectamente al cabo de la calle de dichas competencias! Y, lo que es más, ya está establecido que los nuevos consejos departamentales van a conservar en lo fundamental las competencias de los ex consejos generales, especialmente en el ámbito social: ayuda a las personas mayores carentes de autonomía, a las discapacitadas, lucha contra la exclusión. De hecho, la nueva modalidad de escrutinio ha reavivado el interés por estas elecciones: a diferencia de las cantonales, que sólo renovaban la mitad de los cantones cada tres años, las departamentales han afectado a toda Francia, con exclusión de París y de la metrópolis lionesa, por lo que la votación tenía una dimensión local y, a la vez, nacional.

Aún estamos lejos de haber dejado atrás la crisis

El debate mediático: keynesianes simplistas o liberales obtusos

En este último plano, la lección está clara: aunque el Frente Nacional no ha alcanzado el nivel que le auguraban algunos sondeos, sí ha logrado unos resultados inquietantes que demuestran su capacidad de captar la insatisfacción de una amplia parte del electorado, frente a unos partidos de alternancia en el Gobierno atrapados por las obligaciones de la gestión, y frente a una izquierda de la izquierda que no consigue encarnar la esperanza.