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Crece el efecto invernadero

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Mayo 2019 / 69

UN ALIVIO: La movilización de centenares de miles de jóvenes en más de 100 países a favor de la lucha contra el cambio climático es un alivio, aunque no alivie el calentamiento global. Y no están solos, como demuestra el éxito que han tenido en Francia las manifestaciones a favor del clima o la campaña L’affaire du siécle (El tema del siglo), que ya ha sido firmada por más de dos millones de personas. Es urgente. Las emisiones de gas de efecto invernadero siguieron aumentando el año pasado mientras asistimos a una sucesión de los años más calientes. Es necesario, pues, actuar. Algunos dirán “¿para qué?” en una Francia y una Europa que ahora solo contribuyen modestamente al total de emisiones. ¿Por qué frenar nuestra competitividad y renunciar a nuestro confort mostrándose más íntegros que los demás? Este razonamiento no se tiene en pie: no solo porque se espera de un país como Francia y un continente como Europa que sean líderes en este tema dada su responsabilidad histórica en la acumulación de gas de efecto invernadero, sino sobre todo porque las medidas que hay que tomar sobre el  transporte, el aislamiento de las viviendas, el desarrollo de energías renovables, lejos de frenar la competitividad y de afectar negativamente a nuestro modo de vida, pueden nos permitir vivir en una economía más resiliente, productora de bienestar para todos.

 

MAL NEGOCIO: El Parlamento francés ha autorizado al Estado a privatizar Aéroports de Paris (ADP). Desechemos los temores injustificados: no, los empleos no van a desaparecer. Son, por naturaleza, no deslocalizables. No, el Estado no renuncia a influir en las futuras iniciativas del concesionario, siempre y cuando quiera hacerlo. Sin embargo, esta decisión es tan poco pertinente, en el plano presupuestario, como lo fue la privatización de las autopistas en 2006. Bruno Le Maire, hoy ministro de Economía y entonces director del Gabinete del primer ministro Dominique de Villepin, tiene que acordarse. Por lo que nos permitimos dudar de sus motivaciones. El Estado va a renunciar a los dividendos que cada año proporciona ADP cuando su montante sería con seguridad superior al coste de la deuda que generaría renunciar a la venta de ADP. ¿Por qué razón? Los bajos tipos de interés y, sobre todo, el hecho de que el Estado se endeuda a mejor precio que cualquier actor privado. Ahora bien, la cantidad que se obtenga de la venta de ADP dependerá de las previsiones de ganancias futuras de los inversores, previsiones en las que se incluye el coste de los préstamos que tendrán que pedir. Salvo que pensemos que aumentarán las tarifas a las compañías aéreas y, en última instancia, a los usuarios como han hecho los Vinci, Abertis y demás con las autopistas. 

El Parlamento francés autoriza privatizar Aéroports de Paris

Argelia anula las elecciones y habla de realizar reformas

HURÍA: Un viento de libertad —huría en árabe— sopla en Argelia. Frente al movimiento popular, los dirigentes del país se han rendido a la evidencia: un quinto mandato, incluso reducido, habría sido una auténtica vergüenza para el país, dado el estado de salud del presidente. El proceso anunciado, que consiste en anular las elecciones a la vez que se habla de grandes reformas tiene claramente por objetivo ganar tiempo, algo que no se les ha escapado a los manifestantes que llenan las calles. De hecho, no se trata de establecer una nueva Constitución. El problema no son tanto los textos como el modo en que se ejerce el poder, poniendo en escena una parodia de democracia cuya principal función es garantizar la reproducción de la casta militar y especuladora que ha tomado el control de la renta petrolera y del gas desde que el país accedió a la independencia, comprando un mínimo de paz social a través de la redistribución. ¿Podrá el pueblo argelino obligar al régimen a abrir la puerta a una democratización real de las instituciones y a una transformación de la economía que libere el potencial creativo de una población joven y relativamente cualificada? El escenario está totalmente abierto. Pero, pase lo que pase, se ha logrado una cosa: el pueblo argelino, al que se consideraba sumiso y resignado, ha recobrado su dignidad.