Duelo en el casino capitalista
La serie Billions relata el enfrentamiento entre un obstinado fiscal y un tiburón de Wall Street.
Damian Lewis (izquierda) y Paul Giamatti, protagonistas de ‘Billions’.
Si habláramos de boxeo, Billions sería un combate entre dos pesos pesados. Esta serie estadounidense de reciente estreno relata el empeño del fiscal neoyorquino Charles Rhoades Jr. por llevar a la cárcel a Bobby Axelrod, el ambicioso propietario de un fondo de inversión de Wall Street. Ambos tienen orígenes sociales muy distintos. Si el primero procede de familia rica y ha estudiado en una universidad de élite, el segundo es un muchacho de barrio hecho a sí mismo gracias a su talento para los negocios y sus pocos escrúpulos. Ambos comparten, sin embargo, una ambición desmedida. Uno por hacer carrera política; el otro por ganar dinero.
OBSESIÓN
Ninguno de los dos resulta simpático. Rhoades tiene una obsesión patológica por destruir a su oponente a toda costa, mientras que Axelrod destaca por su sangre fría y su manera obscena de acumular riqueza. Pese a todo, los dos muestran rasgos vulnerables. En uno de los primeros capítulos, el multimillonario entra en la crisis de los cuarenta y se replantea su futuro viendo por primera vez Ciudadano Kane en la sala de proyecciones de su mansión. El lado oscuro del fiscal es su adicción a las prácticas sexuales sadomasoquistas.
Producida por la cadena Showtime, Billions es también un duelo interpretativo entre dos excelentes actores: Damian Lewis, conocido por su interpretación del sargento Nicholas Brody en la serie Homeland, y Paul Giamatti, candidato al Oscar al mejor actor de reparto en 2006 por Cinderella Man.
Estamos ante un trabajo crítico no sólo con el capitalismo de casino que tantos estragos ha causado, sino también con la doble moral de algunos profesionales de la justicia: ¿Hasta qué punto es lícito perseguir una obsesión personal utilizando recursos públicos? ¿Vale todo para encarcelar a un presunto delincuente? La serie también pone de manifiesto el desequilibrio de fuerzas entre unos fiscales con sueldo de funcionarios y las retribuciones estratosféricas de los gestores de fondos, capaces de contratar a los mejores abogados para eludir la cárcel.
La historia se inspira en un caso real: el pulso entre el fiscal Preet Bharara y el gestor de fondos de alto riesgo Steve Cohen, que se declaró culpable en 2013 de manejar información privilegiada a cambio de una condena menor. Da credibilidad a la serie que entre sus creadores y guionistas esté el periodista Andrew Ross Sorkin, autor de Too Big to Fail (traducida en España como Malas noticias), uno de los mejores libros sobre el desastre financiero que dio lugar a la Gran Recesión, llevado con éxito al cine.
Rebosante de testosterona, Billions es un reflejo de que el poder —ya sea político, judicial o económico— sigue siendo cosa de hombres. Si hubiera que ponerle un defecto, sería que los personajes resultan algo estereotipados —al menos en los primeros capítulos—, en ocasiones hasta rozar la caricatura. A menudo, los diálogos suenan poco naturales, excesivamente cargados de frases ingeniosas.
Una de las lecciones que puede extraerse de la serie es que, a pesar del desastre provocado por la caída de Lehman Brothers en 2008, Wall Street sigue siendo una jungla habitada por todo tipo de depredadores. Lo más inquietante es que no tiene pinta de que el nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, tenga la intención de poner la casa en orden, sino todo lo contrario.
Billions gustará a los aficionados a películas de tema financiero como El Lobo de Wall Street o Margin Call, por mencionar dos producciones recientes del género. La primera temporada está siendo emitida en España por Movistar+. La segunda se estrenará en febrero en EE UU.