Americanos / La escuela norteamericana
La dureza de la Gran Depresión emerge en ‘¿Acaso no matan a los caballos?’, de Horace McCoy, de modo magistral.
Muchos recordarán películas como Danzad, danzad, malditos (Sydney Pollack, 1969) o El cartero siempre llama dos veces. Estupendas, ¿verdad? Pues las novelas que las inspiraron son aún mejores. Ambas están situadas en la Gran Depresión de los años treinta en Estados Unidos. Horace McCoy es el autor de ¿Acaso no matan a los caballos?, una novela brutal sobre un maratón de danza. Gloria y Robert, cada uno por su lado, desesperados por encontrar trabajo, comida y techo, se apuntan al concurso. Bailan día y noche. Hasta reventar. La miseria de los explotados es un espectáculo para los privilegiados.
‘El cartero que siempre...’
James M. Cain (1892-1977) es también un renovador del género negro. En El cartero siempre llama dos veces vemos una sociedad injusta, vapuleada por la crisis, a través de una historia de pasión y violencia. Cora, harta de trabajos miserables, se casa con Nick, el propietario de un restaurante de carretera. Llega Frank, otro marginado. Cora y Frank solo desean un poco de estabilidad económica, pero se enamoran y ahí empieza la tragedia.
Ross MacDonald (1915-1983) es, por otra parte, heredero de Hammett y de Chandler. Su detective Lew Archer dejó la policía harto de sus componendas con políticos corruptos. En El blanco móvil muestra una sociedad desquiciada tras la II Guerra Mundial, en la que el único valor es el del dinero.
MacDonald pertenece al llamado grupo de California, inaugurado por Chandler y cuya influencia llega hasta hoy con los autores James Ellroy (la tetralogía El cuarteto de Los Ángeles y la Trilogía americana son magníficas) y John Connelly, el creador del policía Harry Bosch.