Bono, apóstol del filantrocapitalismo
El cantante celebra en Davos los 10 años del lanzamiento de la campaña red, que entusiasma a las grandes multinacionales y a la élite del capitalismo en el fortín suizo
ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR
Con dos días de barba, gafas de sol y pendientes, Bono es el perfecto complemento del gris empresario Klaus Schwab, fundador del foro de élite de Davos, cuyo inglés de androide y mente cuadricular demostró que la nueva era de Inteligencia Artifical y androides sin piedad presentada este año quizá no sea tan diferente de la era actual de los consejeros delegados robot. Bono, claro, sirve precisamente a la élite financiera y corporativa para demostrar que hasta las estrellas de rock admiran la cumbre del filantrocapitalismo, la lucha market- driven contra el cambio climático y las inversiones petroleras en el Amazonas.
Bono es el Rasputín de los zares de Davos que expía los pecados de la élite anunciando los donativos filantrópicos que ha negociado a sus fondos humanitarios. Siempre logra lo que quiere en la pequeña estación de esquí, donde francotiradores policiales con rifles de mira telescópica vigilan todo desde plataformas montadas al lado de los viejos sanatorios de tuberculosos, ahora hoteles de wellness. El viejo rockero es el elemento clave de la operación de mercadotecnia de los hombres más ricos de la historia del planeta para que los telespectadores de la CNN piensen que Davos es el centro neurálgico de operaciones humanitarias en lugar de operaciones en el mercado de derivados —valor total, 40 billones de dólares— para rentabilizar, pongamos por caso, el colapso de la economía brasileña. Bono es un excelente telonero de Paul Singer, el gestor de fondos buitre que presionó al juez en Nueva York para que hiciera lo necesario a fin de que Mauricio Macri llegase al poder y se reuniese con él en Davos. Para Bono, ser buitre no quita que seas un buen ciudadano global. El viejo rockero pululaba como siempre por la cumbre en busca de milmillonarios deseosos de do good sin pagar impuestos.
Davos hasta cambió el decorado del habitual azul al rojo de la sala en la que el rockero celebrase el décimo aniversario de la campaña publihumanitaria RED, en la que marcas como American Express, Armani, LVMH, Starbucks y Apple aprovechaban la marca humanitaria con el caché añadido de Bono, y gastaban cinco veces más en publicidad que lo que dedicaban al fondo de ayuda a África. Al ser preguntado tímidamente en Davos hace diez años por esa ratio de gasto a donativos para combatir el sida, el hambre y la malaria frente a anuncios de bolsos a 8.000 dólares o Frapuccinos caramel light, Bono espetó con cara de quien se siente ya en peligro de ser desenmascarado: “¡Esto es negocio, no es caridad!”. Por supuesto, acertaba. Bono —al igual que Singer— acudía a Davos este año porque, según su propio comentario: “Necesitamos más sangre, queremos llevar la campaña a otro nivel (…) 60 millones de vidas han sido tocados por el dinero RED”. (Touched era la palabra que usó, como si fuera la mano de Dios). “Son ya 350 millones de dólares y estamos orgullosos de eso”, remató. Bono, como el Papa y la reina de Inglaterra, utiliza la primera persona del plural en sus declaraciones para subrayar su propia humildad.
El cantante de U2 ha logrado dos notables triunfos este año en su incansable lucha por avanzar la frontera del marketing posmoderno y, de paso, ayudar a África. Unos 6.000 millones de donativos de la multinacional de redes sociales empresariales Saklesforce, cuyo principal accionista es Larry Ellison, con 50.000 millones de dólares de patrimonio y cuarto en la lista de la revista Forbes, hasta hace poco propiedad del fondo Elevation Partners, creado por Bono (el nombre del fondo se refiere a la canción espiritual Elevation, de U2). Bono presentó la nueva fase de promoción de RED con Bill Gates, el hombre más rico del mundo con 80.000 millones de dólares en su patrimonio.
El segundo triunfo: el acuerdo entre RED y Bank of America, cuyo consejero delegado, Biran Moynihan, es el tipo de banquero moderno y obamiano que cae bien en Davos, para que el banco usara la canción de U2 Invisible en su spot publicitario durante la Superbowl a cambio de donativos por 10 millones de dólares a RED. Es parte de una alianza estratégica para compensar la ausencia de Estados eficientes en los países africanos y la disminución de la ayuda estatal al desarrollo entre Bono y Bank of America, que recibió 30.000 millones de dólares de subvenciones del Estado federal norte-americano en 2009 tras la crisis financiera, un ejemplo de lo que el banquero alemán Axel Weber calificó en Davos como “el beso de la vida” dado a la banca norteamericana por el contribuyente estadounidense.
‘MARKETING’ CON CAUSA ÉTICA
Quizá no hace falta decir que muchos de los socios más apasionados en su apoyo a RED son las multinacionales más criticadas por no pagar impuestos y ultimar complejas operaciones de ingeniería fiscal en diversos paraísos fiscales como Suiza. Apple y Starbucks han sido investigados por una comisión parlamentaria en Reino Unido por no pagar impuestos. El llamado cause marketing —publicidad con causa ética— ya es un elemento clave de multinacionales como Starbucks y McDonalds, que han basado su rebranding en el progresismo del presidente de EE UU, Barack Obama.
Mientras, crece la preocupación en los países africanos de que las políticas de austeridad adoptadas en los países desarrollados para recortar gasto y compensar el hundimiento de la recaudación tributaria pueda incidir en los presupuestos de ayuda al desarrollo.
Como advierte Harry Brown en su libro demoledor The Frontman, Bono no ha ayudado al Gobierno irlandés a mantener su propia política de ayuda al desarrollo, ya que el rockero deslocalizó la sede fiscal de U2 a Amsterdam cuando el Gobierno irlandés eliminó exenciones fiscales para artistas. La necesidad del Estado irlandés de que los ricos pagasen sus impuestos, incluso ricos que ayudaban a la humanidad como Bono, se hizo urgente cuando se vio forzado por las autoridades europeas a pagar una subvención de 64.000 millones de dólares a los bancos irlandeses en la crisis de 2010.
Mientras el cantante celebraba el aniversario de RED el sábado en Davos, pasó inadvertido, en las celebraciones del filantrocapitalismo innovador del cantante querido por todos en los Alpes suizos, el acuerdo entre Google y la Hacienda británica para pagar una muy pequeña parte —sólo 170 millones de euros— de los miles de millones que la multinacional debe al Estado británico. Google no es socio de RED, pero en Davos se comentaba que dado el acto negativo para su imagen de las prácticas de evasión fiscal, su participación en una campaña de cause marketing al estilo de la de Bono, sería aconsejable.
“Llame a Bono; él lo arreglará todo”, venían a decir a los jóvenes oligarcas de Silicon Valley.
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