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Cooperativa y ‘start-up’: ¿rima consonante o disonante?

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Junio 2017 / 48

Al arrancar, las cooperativas pueden tener una dificultad añadida en el acceso al capital: ¿cómo compensar la expectativa de beneficios de inversores que se arriesgan?

Tres personas tienen una brillante idea entre manos, que tiene que ver con un nuevo uso tecnológico en conexión con una necesidad creciente (como lo es, por ejemplo, el respeto al medio ambiente). Acaban de constituir una sociedad limitada. Necesitan dinero, no sólo para comprar cosas, sino para sostenerse ellos mismos y pagar otros sueldos y gastos mientras desarrollan la idea. El proyecto es tan bueno que alguien, tras conocerlo, califica la entidad de start-up. Casi sin darse cuenta, se encuentran negociando con inversores. Los recién conocidos creen en su plan de negocio, lo aprueban... y confirman que entrarán en el capital de la sociedad limitada. Si todo va bien, obtendrán una plusvalía considerable; si va mal, ya se sabe, son las reglas del juego.

Si tres personas, con una no menos brillante idea en la cabeza, movidas por una cierta noción de lo social, deciden crear una cooperativa de trabajo, no les va a pasar nada de todo eso: no habrá inversores. ¡Pero tienen exactamente la misma necesidad!: sostenerse a sí mismas e incurrir en gastos para desarrollar su idea. Rima disonante, sin duda. No se puede “entrar en el capital” de una cooperativa con ánimo de obtener una plusvalía importante (o al menos interesante). No, no se puede.


RIESGOS

Nos damos un momento para tomar de Wikipedia, y en relación con las start-ups y su financiación, esto: “Es uno de los factores principales de éxito y uno de los principales riesgos a los que se enfrenta una start-up: entrar en una situación de quiebra o insolvencia antes de comprobar que su idea de negocio funciona y es válida. Es el motivo por el cual la mayoría llegan a su fin, porque no son rentables y no pueden hacerse cargo de todos los gastos diarios generados”.

Una cooperativa start-up necesita:

- Recibir dinero para invertir, pero probablemente y sobre todo para gastar mientras desarrolla la idea.

- Que sus financiadores estén dispuestos a asumir el riesgo de pérdida total sin poder reclamar por ello.

- Que esos mismos financiadores reciban una plusvalía, que debe materializarse en unos términos aceptables dentro del marco de la economía social.

Cuando empiezan, las empresas se enfrentan a problemas parecidos

No se puede entrar en una cooperativa para obtener una plusvalía

Se necesita no sólo capital ‘paciente’, sino también ‘arriesgado’

Animados por la certera máxima de que “algo sólo es imposible si se piensa que lo es”, de la mano del acompañamiento de Integral a Som Mobilitat, una cooperativa con vocación de start-up, y en el marco del excelente programa Aracoop, nos hemos propuesto cuadrar ese círculo. Para ello vamos a tener que recoger algo de experiencias tan positivas como la desarrollada en Quebec, donde han sido capaces de contar con capital paciente (préstamo a quince años con un solo reembolso final), si bien podemos adelantar que una start-up cooperativa necesita algo más que paciencia, necesita capital arriesgado (capital arriscat en su expresión original).

La magnífica idea de Som Mobilitat merece el intento, tanto como la posibilidad de que no haya más límites para el emprendimiento cooperativo que la voluntad, el esfuerzo y la inteligencia. El objetivo es lograr que la rima final de cooperativa y start-up tenga una oportunidad de ser consonante.