El ‘milagro’ de la formación dual
Suiza tiene el 4% de paro y España más del 25%, con un porcentaje similar de universitarios. La diferencia es la FP
Hace 30 años, estudiar Formación Profesional estaba mal visto en Suiza. Ahora tiene tanto prestigio que hasta la cursan universitarios tras obtener el título”, explica en Berna Roger Swifcz, adscrito a la Secretaría de Estado para la Formación, la Investigación y la Innovación, durante un viaje reciente con periodistas españoles organizado por el Gobierno helvético.
El porcentaje de población con carrera universitaria en Suiza es del 35% y en España, del 32%: casi a la par. Sin embargo, la tasa de paro en Suiza es del 4,3% cuando en España supera el 25%.
Una de las grandes diferencias está en la Formación Profesional, que ahora se muestra en Suiza con mucho más orgullo que un sector financiero tantas décadas idealizado y ahora en la picota y aún con secreto bancario: se entiende, pues, que España —récord mundial de paro juvenil— haya puesto el foco en países como Suiza y Alemania, que comparten un modelo de formación dual que combina el aprendizaje en la empresa y en la escuela profesional.
En realidad, hace al menos dos décadas que España se fija en la formación dual de Suiza o Alemania y sobre el papel ya existe aquí también. Pero es seguro que, se llame como se llame, en España no se aplica el modelo de Suiza.
En Suiza, hay más jóvenes estudiando Formación Profesional de grado superior que una carrera universitaria strictu sensu, subraya Swifcz. La clave está en la flexibilidad para pasar de un sistema al otro a través de múltiples pasarelas que se recorren en ambas direcciones. “Nadie piensa que el que sirve va a la universidad y el que no se tiene que conformar con la Formación Profesional”, subraya.
El modelo de formación dual suizo no subcontrata —por la vía de generosas bonificaciones— a la empresa privada para que lo organice, sino que muchos agentes participan activamente en el diseño e implementación: empresarios, sindicatos, colegios profesionales, Gobierno federal y Gobierno cantonal. Cada uno en su puesto: unos ofreciendo los perfiles que demanda el mercado laboral —en 2011, el mayor número de plazas fue para empleado de comercio y gestor de comercio al por menor—, otros casándolos con la demanda de los estudiantes —la oferta en 2011 fue de 92.000 plazas con una demanda de 96.500—, un tercero aportando fondos, otro supervisando que todo funcione bien y sin abusos…
Varios de ellos pagando, claro: según estimaciones del Gobierno suizo, el modelo costó en 2011 alrededor de 7.150 millones de euros: 2.900 procedentes de fondos públicos (que se reparten el Gobierno federal y los cantones) y el resto las empresas, que deben liberar a los tutores a fin de que se dediquen a organizar los programas de formación, para lo cual se requiere, además, un certificado oficial. Según el Ejecutivo suizo, el retorno económico para las empresas supera en al menos el 10% la inversión que realizan para sumarse al modelo.
MUCHOS SE QUEDAN
Alrededor del 40% de las empresas suizas participan en los programas de formación dual, que siempre combinan la presencia en el aula y en la compañía durante la misma semana. Y no es nada raro que en las entidades grandes —como el banco cantonal BEKB, en Berna— los contratos de jóvenes en formación lleguen hasta el 10% del total de la plantilla. En el caso concreto del BEKB, ello significa más de 100 aprendices. Según un portavoz del banco, de mayoría accionarial pública, el 85% de ellos acaba quedándose.
Durante la etapa formativa, los jóvenes perciben siempre un salario in crescendo, que suele inciarse a los 15 años con 500 euros y concluye, cuatro años después, con 850. Y tienen derechos: las empresas necesitan permiso para hacerles trabajar fuera de horas y existen oficinas externas donde denunciar potenciales abusos.
En Suiza, la formación dual parece realmente una apuesta de todo un país para la formación de los jóvenes, no una forma para que los vivos ahorren gastos y el Gobierno tenga un buen titular amable en la prensa que subvenciona.