El principio del sabotaje
Para mantener sus beneficios, la dirección y el accionariado de las empresas a menudo intentan saltarse el principio de competencia boicoteando a clientes, a rivales y al fisco.
Si hacemos caso a los economistas adeptos a la teoría dominante, la fuerza de la economía de mercado radica en el principio de competencia. Tener que enfrentarse a los competidores hace que un directivo se vea empujado a innovar, a procurar ser más eficaz, a disminuir los precios o a aumentar la calidad de sus productos. Es evidente que este tipo de empresariado existe, pero, según el economista estadounidense Thorstein Veblen, que desarrolló la idea a partir de 1919, no es la mayoría (1). Y es que si se sigue el razonamiento de la teoría dominante hasta el final, la tendencia general de los beneficios es a cero: cuando empresas nuevas entran en un mercado, aumentan la oferta y esto provoca una bajada de los precios, y, por tanto, de los beneficios. El beneficio de una empresa no es más que una situación temporal; solo dura el tiempo que tardan los rivales en darle alcance.
Pero ni los directivos ni sus accionistas lo aceptan, explica Veblen....