Emergencia y alternativas
Economista y colaborador de la Fundación 1 de Mayo
La salida a la crisis no puede hacerse con herramientas del pasado y debe tener presentes los límites de la biosfera.
Hemos atravesado la peligrosa frontera de una concentración troposférica de 400 partes por millón (ppm) de CO2. Era de esperar. La expansión del capitalismo industrial está basada en los combustibles fósiles. Entre 1850 y 2007 la productividad se multiplicó por 9,5, pero las emisiones de CO2, por 155. Basta repasar la presencia de otros gases —CH4, N2O, HCF, PFC y SF6— en la producción para constatar el acoplamiento entre modo de producción, modelo productivo y riesgo climático.
En Túnez, el Foro Social Mundial constató que “las instituciones financieras internacionales fomentan el extractivismo como gran motor para estimular el crecimiento (…) como un camino de acumulación rápida” a costa de los pueblos empobrecidos. El capital financiero, ante las rentabilidades decrecientes, está situándose en la geopolítica de la escasez mediante la apropiación y mercantilización de bienes naturales públicos finitos con demanda inelástica que cubren necesidades sociales básicas en el Norte y en el Sur.
La economía carbonizada, destructora de la biodiversidad y tóxica, no es resultado de un error tecnológico, sino de decisiones políticas puestas al servicio del beneficio privado. La producción generalizada de mercancías es inherente al capitalismo; comporta fagocitar inputs escasos y de expulsar outputs indeseables. De ahí también que induzca a la compra incesante de artefactos, gran parte de ellos ajenos a la satisfacción de las necesidades humanas. La financiarización ha subordinado el tejido productivo a sus requerimientos, lo ha fragilizado y supone una mayor presión sobre las dos únicas fuentes de la riqueza según Marx: el trabajo y la naturaleza. La globalización ha exacerbado los rasgos genéticos del capitalismo: la injusticia y el productivismo.
No hay una palabra talismán que resuma y resuelva las tareas para el cambio necesario
La economía sana y el buen vivir no dependen exclusivamente de la evolución del PIB
El modelo productivo de ciclo abierto (sucio y materialmente ineficiente) determina el modelo consuntivo. Por ello, la clave es actuar sobre la oferta sin renunciar a modificar el insostenible modelo de consumo individual en los países ricos. El modelo limpio de ciclo cerrado (y sus tecnologías y procesos) deberá lograr tres objetivos: a) sostenibilidad en el uso de los recursos renovables y drástica reducción del de los no renovables, empezando por la energía; b) uso masivo de sustancias, tecnologías y procesos limpios y materialmente eficientes, y c) maximizar los bienes y minimizar los residuos, que deberán reincorporarse al ciclo como nuevos recursos.
Profundo cambio político
La reconversión ecológica de la actividad económica implica ahorro en recursos y energía; desmaterialización (disminución de los recursos requeridos por persona para la satisfacción de sus necesidades); debate social sobre necesidades y bienes: qué, cómo y cuánto producir (consumir, mover…), y resolver dilemas como ¿poseer artefactos o usarlos? Supone, pues, un profundo cambio político basado en la participación democrática de la ciudadanía.
La sociedad deberá decidir qué sectores deben crecer y cuáles decrecer o desaparecer. A título de ejemplo: cultura, educación, sanidad, alojamiento, atención a las personas, movilidad sostenible, química verde y energías renovables frente a publicidad, locomoción individual de motor, tóxicos y no biodegradables, nucleares, petroleras y armamento. Más pronto que tarde el capital reaccionará y la mayoría social tendrá que escoger entre sus intereses y los de este.
Conclusiones
El cambio será cuantitativo y cualitativo, imposible de lograr sin romper con las reglas de la dictadura de los mercados ya que ni el proceso es individual —es social—, ni la alternativa es tecnológica o meramente cuantitativa —es política.
Deberá asegurarse una transición justa para las personas de los sectores y territorios en declive mediante protección social y nuevos empleos.
La salida de la crisis actual no puede realizarse con las herramientas del pasado, debe tener presentes los límites de la biosfera.
Indicadores como el PIB no tienen una utilidad general porque reducen a magnitudes monetarias hechos, bienes y servicios de diferente naturaleza y no trata el conjunto del ciclo productivo ni los impactos; es necesario crear otros indicadores y combinarlos.
La economía sana y el buen vivir no dependen exclusivamente de la evolución del PIB. Por ello, términos reduccionistas y ambiguos como decrecimiento presentan inconvenientes conceptuales y difícil comprensión social. No hay una palabra talismán que resuma y nos resuelva las tareas del cambio necesario. Tareas y objetivos que desde el ecosindicalismo de clase compartimos con todos los sectores de la ecología social, más allá de las denominaciones. Hablemos de urgencias y alternativas.