En busca del índice alternativo
Media docena de indicadores tratan de abrirse paso en contraposición al PIB, pero ninguno se ha consolidado como estándar. España no sale bien parada en las clasificaciones.
ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR
En los últimos años se han desarrollado varios indicadores alternativos al producto interior bruto (PIB) con el objetivo de intentar capturar mejor el impacto de la economía en cómo vive realmente la gente corriente. Ninguno se ha consolidado como estándar alternativo, pero todos tratan de ampliar el foco para que la atención de las políticas económicas no se centren exclusivamente en el crecimiento, tomado además como sinónimo casi exacto del PIB.
Las diferencias se hacen evidentes a simple vista: la mayoría de países que lideran la clasificación mundial del PIB no aparecen en los primeros puestos de las listas alternativas (véanse cuadros en la página 42). Si el PIB total se matiza al menos poniéndolo en relación con el número de habitantes de un país (el PIB por cápita), se consigue una fotografía un poco más cercana a la realidad cotidiana, pero todavía alejada de los resultados de los índices alternativos.
En la mayoría de clasificaciones que tratan de complementar el PIB con otros indicadores de calidad de vida sobresalen los países escandinavos en los primeros puestos. España no sale bien parada: si consideramos estrictamente el PIB, se acerca mucho a la condición de potencia económica (ocupa el número 14, si bien antes de la crisis se situaba cómodamente en el top-10). En cambio, en los otros indicadores su posición suele situarse por debajo, casi siempre en la franja del 20 al 30. Lo que sigue es una selección de algunos de estos índices alternativos. La mayoría de ellos se describen con más detalle en el libro Debates y controversias de política económica, del profesor de la Universidad de Valencia Raúl de Arriba, que acaba de editar FUOC.
ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO
Es el índice más conocido entre los que tratan de abrirse camino como alternativa al PIB, impulsado en 1990 por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y creado por el premio Nobel Amartya Sen y el economista del desarrollo paquistaní Magbub ul Haq (1934-1998).
Se buscó un indicador muy simple, que combinara las tres cuestiones que se consideró esenciales del desarrollo humano, asignándoles el mismo peso a cada una: tener una vida larga (tomando como referencia la esperanza de vida), la educación (a partir de las tasas de alfabetización y escolarización) y la capacidad de alcanzar un nivel de vida digno, tomando como referencia el PIB por cápita pero en unidad de poder de compra, que da una idea más fidedigna de cuánto rinde el dinero en cada país.
La simplicidad es un valor, pero también una limitación, y en los últimos años se han ensayado indexaciones que incluyan más aspectos, como la desigualdad, que altera notablemente los resultados: España pierde 12 puestos en la lista si se cuenta la desigualdad.
El índice está en plena reestructuración para vincularlo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.
Clasificación: https://bit.ly/1kkByXA
ÍNDICE DE PROGRESO REAL
Es el índice de referencia de los economistas ecologistas, cuyo embrión fue lanzado a principios de la década de 1970 por los estadounidenses James Tobin (1918-2002) y William D. Nordhaus (1941), ambos premios Nobel de Economía, cuando empezaron a poner en relación la noción de crecimiento con la sostenibilidad del planeta. A finales de la década de 1980 fue recuperado y reestructurado por el también estadounidense Herman Daly (1938), uno de los grandes referentes de los economistas ecologistas, ya como Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES o ISEW, en sus siglas en inglés), que ya en las década de 1990, tras nuevos retoques metodológicos quedaría como Índice de Progreso Real (o Indicador de Progreso Genuino, denominación más común en el mundo anglosajón, con las siglas GPI).
La idea del IPR y todas sus variantes es integrar los indicadores macroeconómicos en un panel que incluya muchas otras cuestiones, como la desigualdad de ingresos, los impactos sociales, los indicadores de bienestar y muy particularmente los daños al medioambiente y la sostenibilidad ecológica.
No existe una clasificación oficial de IPR, pero el índice (o sus variantes) tienen, en cambio, un importante recorrido en los estudios académicos de economistas que asumen como punto de partida los límites del crecimiento tradicional para la sostenibilidad del planeta. Algunos Estados de EE UU, como Vermont y Maryland, lo calculan cada año como un indicador económico más, y distintos investigadores han estimado su evolución en las últimas décadas en una treintena de países. En 2017 la revista Ecological Economics publicó la investigación para España entre 1970 y 2012, realizada por investigadores del Instituto IMDEA Energía de la Comunidad de Madrid, que en estas cuatro décadas registraron un aumento del IBES por cápita del 39%, sensiblemente inferior al 146% de aumento si la medida es el PIB por cápita.
ÍNDICE DE PROGRESO SOCIAL
Se trata de un índice anual creado en 2013 por una fundación sin ánimo de lucro, Social Progress Imperative, que aspira a complementar, más que sustituir, los indicadores tradicionales como el PIB para incorporar al análisis general los aspectos sociales y medioambientales. Por ello no incorpora los guarismos macroeconómicos tradicionales en los 54 indicadores que forman su panel, agrupados en tres bloques: necesidades humanas básicas (nutrición, acceso básico a cuidados médicos), agua, saneamiento, vivienda, seguridad…); fundamentos del bienestar (educación, acceso a la información y comunicaciones, salud, calidad ambiental...) y oportunidades (derechos y libertades, tolerancia, inclusión, educación superior…).
El referente académico es Michael Porter (1947), de la Harvard Business School, y el proyecto está muy vinculado al filantrocapitalismo, abanderado por sectores convencidos de que el capitalismo es una fuerza muy positiva tanto para generar riqueza como para resolver los problemas sociales (a través de la filantropía), y cuenta el apoyo de la la Fundación Rockefeller.
Clasificación completa: www.socialprogress.org
ÍNDICE DE LA FELICIDAD
Desde 2012 se publica cada año el Informe de la Felicidad en el Mundo, coordinado por el equipo del economista Jeffrey Sachs, de la Universidad de Columbia de Nueva York y de su Earth Institute, con la participación destacada de Richard Layard, de la London School of Economics y referente de la ciencia de la felicidad. El proyecto cuenta con el apoyo del Sustainable Development Solutions Network, impulsado por la secretaría general de Naciones Unidas.
Este enfoque sostiene que una vida feliz necesariamente parte de tener garantizadas las condiciones materiales, que mide a través del PIB por cápita. Y a partir de ahí se le pone en relación con otros cinco ámbitos: la esperanza de vida, el apoyo social (alguien en quien contar: amigos, relaciones, etc.), la confianza (en las instituciones, en la vida cotidiana, etc.), la libertad de vivir como uno quiere y, finalmente, la generosidad (donaciones, actividades de voluntariado, etc.).
El índice combina los medidores objetivos (PIB por cápita, estadísticas de donaciones filantrópicas o de voluntariado, etc.) con las encuestas de respuesta subjetiva, entre las que tiene una especial relevancia el macrosondeo mundial de Gallup, colaborador del proyecto.
Clasificación completa: www.worldhappiness.report
ÍNDICE DE DESARROLLO INCLUSIVO
Se trata de una iniciativa del Foro Económico de Davos, una de las instituciones emblemáticas del capitalismo globalizado, que en 2017 lanzó su propio indicador para analizar el progreso económico de los países “más allá del PIB”. El informe anual analiza por ahora 103 países.
La serie se construye a partir de tres grandes bloques: crecimiento y desarrollo (donde tiene en cuenta PIB per cápita, empleo, productividad y esperanza de vida); inclusión (renta media de las familias, tasa de pobreza e índice Gini de desigualdad) y equidad intergeneracional y sostenibilidad, que engloba ahorro neto, deuda pública y peso de industrias contaminantes.
Clasificación completa: www.weforum.org/reports/the-inclusive-development-index-2018
ÍNDICE DE VIDA MEJOR
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es probablemente el organismo internacional más comprometido con la búsqueda de nuevos indicadores que ayuden a sortear la dependencia del PIB y ha creado varias herramientas para empujar en esta dirección. Una es el Índice de Vida Mejor, pero a diferencia de los otros existentes no es una clasificación cerrada, sino un sitio interactivo para que cada cual elija los ingredientes del menú en función de sus prioridades.
La plataforma ofrece 11 indicadores básicos que considera asociados al bienestar: vivienda, ingresos, empleo, apoyo de la comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción con la vida, seguridad y equilibrio vida-trabajo. La mayoría de casos se basan en estadísticas objetivas y en otras en apreciaciones subjetivas en sondeos, como en el apartado de satisfacción con la vida, que usa los resultados del macrosondeo mundial de Gallup.
Cada usuario puede confeccionar su lista particular en función de la importancia que da a cada uno de estos indicadores, en un rango del 1 (menor) al 5 (máxima). Si se asigna la misma importancia a todos los puntos, España ocupa el 19º puesto de un total de 34 países miembros de la organización. Pero si se le da mucha más importancia al factor “empleo”, cae hasta el 31º. En cambio, si la máxima relevancia se otorga a la seguridad (a partir de las tasas de homicidio) y al equilibrio vida-trabajo (que relaciona la media de horas semanales de trabajo con el entretenimiento), España asciende hasta el tercer puesto. Las combinaciones, en función de las preferencias de cada uno, son casi infinitas.
Herramienta interactiva: www.oecdbetterlifeindex.org