FINANZAS Y COOPERATIVAS
ANÁLISIS. Las Cooperativas son empresas resilientes, como aseguran la ACI y la OIT
Podemos decir con orgullo que en aquellos países donde las cooperativas de crédito tienen un peso significativo en el sistema financiero, este es más estable. Los ejemplos de Quebec, Austria, Holanda y Alemania lo demuestran. En algunos países europeos, el peso de las cooperativas de crédito en el crédito a las pymes es especialmente importante (el 48% en Italia, el 26% en Alemania, el 32% en Austria, el 50% en Hungría y el 37% en Portugal). Mientras que en España es poco significativo, en Cataluña el 95% de las empresas cooperativas se financian con la banca convencional, por ejemplo.
Aunque el peso de las cooperativas de crédito en el sistema es bajo, hay que resaltar que ninguna entidad ha necesitado la ayuda pública del FROB. Todas han continuado estos años con su actividad crediticia y se encuentran con niveles de capitalización por encima de lo exigido. Podemos concluir que las cooperativas son empresas resilientes, y así lo confirman estudios de la ACI y la OIT.
Además, la morosidad en las cooperativas de crédito es inferior a la media (el 7,8% en Laboral Kutxa, el 2,8% en Oinarri, el 2% en Caixa d’Enginyers y en Banca Ética, frente a una media del sector financiero del 12%). Si en esta morosidad solo consideramos los impagados por cooperativas, nos encontramos en todos los casos con una morosidad menor del 3%. Podemos decir que las cooperativas son empresas confiables.
Una de las razones que explican la buena salud de las cooperativas es el rigor y la prudencia aplicadas en la gestión del crédito. Y tiene su razón en un modelo de entidad en manos de los usuarios, enfocado a dar servicio y a preservar los recursos de los socios, frente al de la banca en manos de inversores, que busca maximizar el rendimiento y asumir riesgo. Así se explica, por ejemplo, la poca presencia de crédito inmobiliario, especialmente al promotor, en los balances de las cooperativas de crédito.
De la misma forma, en las cooperativas de trabajo encontramos una aparente contradicción. Por un lado, sus socios muestran aversión al riesgo, y por otro, observamos un endeudamiento elevado (70% y de este el 90% a corto plazo). Además, en muchos casos hay una capacidad de generación de recursos baja y, por tanto, se necesita tener financiación a largo plazo, que hoy no existe.
En este marco, la primera necesidad de las empresas es la capitalización. Desde el movimiento cooperativo se han creado programas para facilitar las aportaciones al capital de los socios y se han desarrollado instrumentos complementarios. Las aportaciones de capital o casi capital (préstamos y títulos participativos y obligaciones) son las acciones necesarias antes de reestructurar la deuda.
Este análisis es igualmente válido para el resto de sociedades, mercantiles o no. El urgente problema de poder financiar —a la Administración en primer lugar—, con que se encuentran muchas entidades sociales se resuelve hoy con la aportación de recursos que no generen nueva deuda.
Existen en la sociedad recursos suficientes. No debemos esperar que nadie lo resuelva por nosotros, desde el cooperativismo tenemos capacidad para impulsar soluciones para mejorar la gestión financiera y, sobre todo, para financiar a largo plazo las empresas de la economía social. Es el momento de construir desde lo que nos une y aparcar lo que nos separa, de compartir intereses y riesgos, de ser solidarios. Construir un mundo mejor solo depende de nosotros y que podamos construir un mundo mejor, es nuestra responsabilidad. Y las finanzas cooperativas están de nuestro lado.