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Abril 2017 / 46

La idea de que los ciudadanos perciban una asignación del Estado sin importar si son ricos o pobres gana cada vez más fuerza. Sus detractores la consideran injusta, arriesgada e inviable

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

Desde el pasado mes de enero, 2.000 desempleados finlandeses elegidos al azar reciben del Estado una asignación de 560 euros mensuales, y lo seguirán haciendo durante los próximos dos años sin importar si encuentran trabajo o montan una empresa. Es la primera vez que un país de la Unión Europea ensaya la viabilidad de la Renta Básica Universal (RBU), una idea que cuenta cada vez con más adeptos en todo el mundo como herramienta para erradicar la pobreza, reducir las desigualdades y hacer frente a la destrucción de puestos de trabajo que previsiblemente traerá consigo la digitalización y robotización de la economía.

La RBU rompe las barreras tradicionales entre izquierda y derecha, pues tiene defensores y detractores a ambos lados del espectro político. El Gobierno que ha puesto en marcha el experimento es una coalición conservadora encabezada por Juha Sipilä, un multimillonario hombre de negocios con escasa experiencia política. El ensayo finlandés consiste en sustituir las distintas prestaciones sociales (desempleo, pobreza, etcétera) por una única asignación mensual que permita subsistir y al mismo tiempo sea lo suficientemente escasa como para que sus perceptores no renuncien a buscar un empleo. La medida ha sido muy criticada por el principal sindicato finlandés, cuyos responsables opinan que lleva la política social en la dirección equivocada. 


VENTAJAS E INCONVENIENTES

¿En qué consiste exactamente la RBU? La Red de Renta Básica, una asociación sin ánimo de lucro fundada en 2002 que agrupa a defensores de la propuesta, la define de la siguiente manera: “Un ingreso pagado por el Estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quién conviva”. 

Sus partidarios —entre ellos los premios Nobel Angus Deaton y Christopher Pissarides— sostienen que la RBU beneficiaría principalmente a las personas con rentas más bajas. Ninguna persona, argumentan, se vería obligada a  aceptar condiciones laborales penosas, y los trabajos más duros estarían mejor pagados.  Además, los trabajadores tendrían más margen para negociar sus salarios y horarios con los empresarios. Aquellos ciudadanos que quisieran, podrían optar por trabajar menos horas y dedicar su tiempo al voluntariado, al cuidado de familiares o al desarrollo personal.

Otra de las ventajas que subrayan los defensores de la RBU es que ésta eliminaría trabas burocráticas y ahorraría dinero al Estado. Ya no sería necesario, por ejemplo, vigilar que los parados no trabajen ilegalmente. También afloraría buena parte de la economía sumergida, con la consiguiente reducción de los costes de lucha contra el fraude.

Por su parte, los críticos argumentan que dar dinero a la gente de manera incondicional desincentivaría a muchos a buscar un empleo y crearía agravios entre quienes trabajen y quienes opten por renunciar a un trabajo asalariado. La RBU, advierten, socavaría la cultura del esfuerzo, frenaría la movilidad social y generaría inflación hasta el punto de que anularía el valor real de la asignación recibida.

No sólo existen discrepancias sobre la RBU en el seno de la izquierda y la derecha. Las feministas también están divididas ante la conveniencia de adoptarla o no. Quienes la defienden subrayan que daría una mínima independencia financiera a las mujeres y reconocería el trabajo doméstico, hasta ahora no remunerado. Otras piensan que desanimaría a muchas mujeres a incorporarse al mercado laboral y reforzaría la división tradicional de roles entre hombres y mujeres: el hombre a trabajar y la mujer en casa.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

El debate ha cobrado urgencia con los rapidísimos avances en la digitalización y automatización de los procesos productivos. La llamada cuarta revolución industrial, según la mayoría de los economistas, destruirá más puestos de trabajo de los que creará. Foro Económico Mundial, que reúne anualmente en Davos (Suiza) a la élite de la economía mundial, calcula que el desarrollo de la inteligencia artificial, la robótica, la genética y otros avances tecnológicos destruirá cinco millones de empleos cualificados en 15 de las principales economías mundiales de aquí al final de la década. En este contexto, destacados empresarios de Sillicon Valley se han subido al carro de la RBU, entre ellos el inversor Marc Andreessen, el gurú del software libre y el código compartido Tim O’Reilly. También ha dado su apoyo a la iniciativa Elon Musk, consejero delegado del fabricante de coches eléctricos Tesla.


LA SITUACIÓN EN ESPAÑA

Ninguno de los grandes partidos políticos españoles es manifiestamente partidario de la RBU, pero tres de ellos —PSOE, Podemos y Ciudadanos— están a favor de algún tipo de asignación estatal para paliar el avance de la pobreza.

Podemos propone instaurar una renta garantizada de 600 euros mensuales para quienes no tengan ingresos, una fórmula similar a la que ya funciona en el País Vasco y Navarra. Esa renta aumentaría en un 35% si hubiera una persona adicional en el hogar y en un 20% por cada uno de los demás integrantes de la unidad familiar, hasta un tope de 1.050 euros. Nacho Álvarez, responsable económico del partido, opina que una asignación incondicional puede entrañar problemas en la lucha por la igualdad: “Frente al principio liberal de igualdad de oportunidades que inspira al modelo de RBU, es necesario priorizar el principio de igualdad de resultados basado en la redistribución de renta”.

El programa de Pedro Sánchez para recuperar la secretaría general del PSOE, titulado Por una nueva socialdemocracia, sí menciona explícitamente la Renta Básica Universal, pero como objetivo a largo plazo. En una primera etapa, la idea es que los ciudadanos con menores recursos perciban un impuesto negativo sobre la renta, cuyos beneficiarios recibirían de la Hacienda pública un porcentaje de la cantidad que resulte de la diferencia entre sus ingresos y el objetivo de renta mínima. El compromiso es que ese porcentaje aumente gradualmente de acuerdo con las posibilidades presupuestarias y a medida que más ciudadanos se vean expulsados del mercado de trabajo por los avances tecnológicos.

Uno de los autores de la propuesta, Manuel Escudero, explica que se trata de responder al aumento del trabajo con valor social y sin prestación económica, como los cuidados de las personas, la preservación del medio ambiente o la creación artística. “La filosofía de fondo no es crear una sociedad ociosa, sino una sociedad en la que el trabajo humano sea un elemento fundamental del desarrollo personal”, afirma Escudero. Para el economista socialista, el coste de la asignación será perfectamente asumible si se aumenta la progresividad del sistema fiscal con mayores aportaciones de las rentas más altas y las grandes empresas. 

Podemos calcula que el coste de aplicar su modelo ascendería aproximadamente a 10.000 millones de euros anuales, cifra equivalente al 1% del PIB. La fórmula, explica Nacho Álvarez, se financiaría por dos vías: una reducción más lenta del déficit público, que podría suponer la mitad de su coste, y mediante una reforma fiscal que aumente progresividad del sistema. “Por ejemplo, un impuesto de solidaridad a la banca y a las grandes fortunas permitiría financiar unos 2.500 millones de euros, y otros tantos podrían obtenerse si acercásemos los tipos efectivos y los tipos nominales en el impuesto de sociedades, particularmente al eliminar las actuales desgravaciones de los grandes grupos empresariales”. 


LOS EUROPEOS, A FAVOR

En lugar de Renta básica, Ciudadanos habla de Complemento Salarial Anual Garantizado, una fórmula que formaba parte de su programa electoral y que también aparece en el fracasado pacto de Gobierno firmado con Pedro Sánchez y en el acuerdo para apoyar la investidura de Mariano Rajoy. La medida que propone el partido naranja consiste en entregar un cheque al efectuar la declaración de la renta a aquellos contribuyentes que cumplan determinados requisitos, aunque están por determinar el nivel de ingreso máximo y las cargas familiares necesarias para recibir esta ayuda. En su programa electoral, Ciudadanos calculaba que podrían beneficiarse del complemento hasta dos millones de hogares españoles.

Rafael Pampillón, catedrático de Economía de la Universidad San Pablo-CEU y director de Análisis Económico de la IE Business School, cree que además de constituir un incentivo para no trabajar, la RBU tendría un coste insostenible para un país como España, que tiene una altísima deuda pública y está haciendo enormes esfuerzos por reducir el déficit presupuestario. “Cualquier persona merece una oportunidad para ganarse la vida y ser útil a la sociedad”, señala Pampillón. “Hay que buscar el modo de que la gente se gane la vida, no un modo de que la gente no se gane la vida”. 

En el lado opuesto del debate, Guy Stand-ing, profesor de la Universidad de Londres y cofundador de la Red Mundial de Renta Básica (BIEN, en sus siglas en inglés), está convencido de que el 99% de la gente quiere mejorar su vida ganando más dinero y que, por tanto, la RBU no serviría de excusa para no trabajar. Una encuesta efectuada por la firma Dalia Research en 2016 muestra que sólo el 4% de los europeos se quedaría en casa si recibiera una Renta básica, pero el 43% opina que el principal argumento contra la medida es precisamente que animaría a la gente a no trabajar. Según la encuesta, el 64% de los ciudadanos de la Unión Europea son favorables a la RBU. Y de todos los europeos, los españoles son los más entusiastas, con el 71% a favor (véanse los gráficos).

 

Los europeos apoyan la iniciativa

Si hubiera un referéndum sobre la Renta básica, ¿cómo votaría?

España, la más entusiasta

Votarían a favor de la Renta básica

Menos preocupación por el dinero

¿Cúales de los siguientes argumentos  a favor de la Renta básica le resultan más convincentes?

Miedo a que la gente no trabaje

¿Cuáles de los siguientes argumentos en contra de la Renta básica le resultan más convincentes?