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Hacia los 11.000 millones de personas

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Junio 2018 / 59

¿Cómo evolucionará  la población mundial? La previsón demográfica es un arte difícil. Tiene muchos condicionantes.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

En 50 años, la población mundial se ha más que duplicado y, de aquí al final del siglo, debería aumentar aún la mitad. ¿Es sostenible semejante crecimiento demográfico?

Vivimos en una época excepcional en la historia de la humanidad: cuando nació el autor de estas líneas, hace 61 años, solo poblaban la Tierra 2.900 millones de seres humanos. Hoy, somos 7.600 millones, 2,6 veces más… Un aumento sin igual en tan corto periodo de tiempo.

En efecto, desde el comienzo de nuestra era hasta el siglo XVI, la población humana osciló entre 200 y 400 millones de individuos, según los cálculos del proyecto HYDE de la Netherlands Environment Assessment Agency. No superó los 1.000 millones hasta comienzos del siglo XIX. Desde entonces, el crecimiento demográfico no ha cesado de acelerarse. Ello se debe, sobre todo, a la rápida disminución de la mortalidad infantil: en Francia, el índice de mortalidad infantil*, que era del orden del 30% en el siglo XVIII, se ha desplomado al 0,35% gracias a los progresos de la medicina y a un mayor acceso a ella, así como a la mejora de las condiciones higiénicas, especialmente debido al agua corriente y al tratamiento de las aguas residuales. Este movimiento, que primero afectó a los países industrializados, sigue operando en los países del sur a pesar de todas sus dificultades: a escala mundial, el índice de mortalidad infantil, que era todavía del 6,5% en 1990, bajó al 3% en 2016, lo que significa que se ha dividido entre dos en un cuarto de siglo.

Paralelamente, la mejora de las condiciones laborales y de la medicina ha permitido una prolongación espectacular de la vida. A comienzos del siglo XIX, la esperanza de vida solo era de 40 años en Francia, hoy se ha duplicado. Y, también en este caso, se da la misma evolución en los países del sur: la esperanza de vida en el momento de nacer, de 52,6 años de media a nivel mundial en 1960, ha subido hoy hasta los 71,9 años: casi 20 años. En 1960, solo el 43% de los hombres y el 53% de las mujeres superaban la edad de 65 años. Hoy, esos índices son, respectivamente, del 73% y del 81%. Esta prolongación de la vida contribuye por sí sola al aumento de la población: si cada uno de nosotros está en la Tierra 80 años en lugar de 40, a número de nacimientos igual, la población se ha duplicado.


DOS NIÑOS POR MUJER EN 2010

Pero el crecimiento demográfico se ha acelerado sobre todo debido a que los comportamientos de reproducción se han adaptado tarde a la nueva situación. Cuando la mortalidad infantil afectaba a un recién nacido de cada tres y había un gran riesgo de que las guerras y las epidemias se llevaran a los otros antes de la edad adulta, era necesario que cada familia tuviera numerosos hijos para que sobrevivieran uno o dos que garantizaran la vejez de sus padres en una época en la que no existía la jubilación. Después, las mujeres han continuado durante mucho tiempo teniendo muchos hijos a pesar del gran aumento de la posibilidad de su supervivencia. De ahí la explosión demográfica que se observó en los países desarrollados y, después, en los del sur. 

Hoy la tierra alberga a 7.600 millones de seres humanos

La disminución de la mortalidad infantil disparó el crecimiento

Sin embargo, en los países desarrollados, ya se ha llevado a cabo la transición demográfica, ese proceso que lleva a las mujeres a tener menos hijos: desde la década de 1980, en casi todos esos países se ha bajado de la barrera de 2,1 hijos por mujer, lo que estabiliza la población. Esta transición también se da a nivel mundial: en 1960, una mujer tenía de media 5 hijos, hoy solo tiene 2,5. Dicha disminución ha sido especialmente marcada en China (de 5,7 hijos por mujer se ha pasado a 1,6). Pero el caso más espectacular es el del Irán de los mulás: se ha pasado de 6,9 hijos por mujer en 1960 a 1,7 en 2015. Este ejemplo fue el que llevó a Youssef Courbag y a Emmanuel Todd a contestar, en 2007 la tesis del “choque de civilizaciones”.  África constituye, sin embargo, una importante excepción pues, aunque ha comenzado la transición demográfica, las mujeres siguen teniendo 4,9 hijos de media. 

¿Cómo evolucionará en el futuro la población? La previsión demográfica es un arte difícil. Se sabe, en efecto, el número de personas nacidas en los años precedentes, pero hay que calcular el número de hijos que estas tendrán en la edad adulta. Además, las crisis, así como las epidemias y las guerras pueden tener un impacto sensible difícil de prever: la epidemia de sida, que afectó sobre todo a África, provocó un cambio de la situación demográfica en ese continente en la década de 1990. Finalmente, los comportamientos migratorios también pueden modificar profundamente la situación de un país concreto. 

Naciones Unidas elabora regularmente una prospectiva demográfica mundial. La última data de 2017. En ella se avanzan tres hipótesis. En primer lugar, si el índice de fecundidad de las mujeres se mantiene de aquí a 2100, en 2050 poblarían la Tierra 10.800 millones de personas, y 16.300 en 2100, más del doble que hoy… En el otro extremo, si la fecundidad pasara de los 2,5 hijos por mujer de media actuales a 1,75 en 2050 y 1,5 en 2100, la población mundial alcanzaría los 8.800 millones de personas en 2050 para descender a 7.300 millones en 2100, un poco menos que hoy.


DESAFÍO ECOLÓGICO

Finalmente, la proyección mediana, por la que se inclina Naciones Unidas, prevé que la fecundidad descienda de los 2,5 hijos por mujer actuales a 2 hijos en 2100. Según esa hipótesis, seríamos 9.800 millones de personas en 2050 y 11.200 millones en 2100. En este caso, África aportaría por sí sola la mitad del crecimiento demográfico: con sus 1.000 millones de habitantes, hoy constituye el 14% de la población mundial; los 2.200 millones de africanos en 2050 representarían el 22%; y sus 4.000 millones de descendientes, el 35% en 2100. Esta presión demográfica alimenta las especulaciones sobre las masivas migraciones que podrían producirse en las próximas décadas.

La ONU prevé una caída de la fecundidad en el año 2100

Los africanos serán el 35% de la población mundial en 80 años

Los mayores de 65 años serán el 35% en el cambio de siglo

También se asistiría a un sensible envejecimiento de la población: el porcentaje de mayores de 65 años, hoy del 8%, saltaría al 16% de la población en 2050 y al 23% en 2100. Este porcentaje es determinante desde el punto de vista económico: ¿a cuántos jóvenes y viejos debe alimentar una persona en activo?

Naciones Unidas se inclina por esta hipótesis mediana porque integra unos cambios muy progresivos de los comportamientos humanos en lo que a la reproducción se refiere. Sin embargo, parece difícilmente compatible con los desafíos ecológicos a los que se enfrenta el planeta. Los países ricos tienen, evidentemente, una gran responsabilidad al respecto y debemos cambiar en profundidad nuestros hábitos de vida, pero la búsqueda de una estabilización más rápida de la población mundial es también, sin duda, insoslayable. 

 

TENDENCIA

El crecimiento demográfico ha agravado la crisis ecológica

El impresionante crecimiento demográfico que se observa desde hace dos siglos ha sido posible gracias a que hemos logrado, hasta ahora, producir mucho más no solo para alimentar a la población, sino también para enriquecer su régimen alimenticio: entre 1960 y 2016, la población mundial se multiplicó por 2,4 mientras que la producción de cereales lo ha hecho por 3,8, la ganadera, por 3,5 y los productos de la pesca, por 4,9.

Sin embargo, no se pueden ampliar hasta el infinito las tierras cultivables, sobre todo si se quiere evitar la deforestación: en 1961, cada ser humano disponía de 0,37 hestáreas de tierra de media; en 2015, solo tenía 0,19. Ese aumento de la producción agrícola también ha sido posible debido al uso intensivo del agua de los ríos y de las capas freáticas. Pero se trata de un bien escaso: en 1961, cada ser humano disponía de 13.400 m3 de agua dulce; en 2014, ya solo tenía 5.900 y muchas regiones están ya en situación de estrés hídrico (menos de 1.700 m3 de agua dulce por habitante). Por no hablar del envenenamiento químico del  medio ambiente y de la pérdida de biodiversidad por los pesticidas…

Paralelamente, como nuestro modo de vida se basa en un número creciente de bienes manufacturados, la producción de acero se ha multiplicado por 3,3, la de cobre, por 4,9 y la de litio, por 6,9. Respecto a la de los plásticos, aún embrionaria en 1960, se ha multiplicado por 48 desde entonces. Mientras tanto, la galopante urbanización exigía una producción de cemento que se ha multiplicado por 12,8… Para alumbrar, transportar y calentar a una población en fuerte crecimiento, también ha sido necesario multiplicar el consumo de petróleo por 2,9 y el de gas por 5,5.

En resumen, si aún hay enormes diferencias entre los seres humanos en lo que a impacto sobre el medio se refiere, el crecimiento demográfico a agravado mucho la crisis ecológica a la que estamos enfrentados.