Independencia política frente a dependencia económica
El proceso soberanista en Catalunya avanza en medio de una gran paradoja: la economía catalana se encuentra más integrada que nunca con el resto de España.
SECTOR FINANCIERO El Banco Sabadell ha crecido pensando en el mercado español y americano. FOTOGRAFÍA: ANDREA BOSCH
El proceso acelerado hacia la secesión de Cataluña que se registra en los últimos años se produce completamente al margen de la realidad de la economía privada. El distanciamiento político originado por conflictos mal resueltos como los de la lengua, las competencias del autogobierno y la financiación autonómica, contrastan frontalmente con la dinámica de integración en el ámbito de la economía privada. La amenaza de ruptura se presenta en el momento en que la economía catalana se encuentra más integrada que nunca con el resto de España.
Durante las últimas décadas, las empresas catalanas más exitosas han multiplicado su dimensión a través de la implantación de factorías, sucursales o la adquisición de otras compañías en el resto de España, lo cual ha facilitado su conversión en grandes corporaciones y algunas de ellas en multinacionales. Estas dimensiones no habrían sido posibles si hubieran permanecido encerradas en su territorio de origen. Lo cierto es que para muchas empresas catalanas, España ha sido y es su espacio de expansión natural y la mejor palanca para su posterior internacionalización, especialmente en América Latina.
Los ejemplos más emblemáticos de este proceso de expansión son las grandes compañías del país, como Caixabank, Gas Natural Fenosa, Banco Sabadell, Abertis, Agbar, Grupo Planeta y Roca Corporación, entre otras. Los ejemplos son mucho más numerosos e incluyen a empresas tan significativas como Torras Papel, Ercros, Cirsa, Miquel y Costas, Vall Companys, Borges, Grupo Z, Mecalux y Catalana de Occidente, por citar solo a las más conocidas.
El ejemplo de Caixabank es paradigmático. La entidad, sucesora de La Caixa, nacida en 1904, logró vencer los límites legales e inició una progresiva expansión por toda España a partir de la década de 1980. Desde 1999, el crecimiento de La Caixa se ha registrado prácticamente fuera de Catalunya, donde hoy cuenta con dos tercios de su red comercial, de más de 5.700 oficinas. Tras la absorción de Banca Cívica y Banco de Valencia, Caixabank es la primera entidad financiera en España.
Un caso similar es el del Banco Sabadell, constituido en 1881, que se ha convertido en el cuarto grupo bancario español gracias a una rápida expansión en el resto del territorio español iniciada en 1996. Actualmente, de sus 2.418 oficinas, menos de una cuarta parte se encuentran en Catalunya. Su crecimiento ha sido a través de la adquisición de otras entidades: Solbank, Banco Herrero, Banco Atlántico, Banco Urquijo, Banco Guipuzcoano, Banco CAM, parte de la red de BMN y Banco Gallego.
El ejemplo de Catalana de Gas, creada en Barcelona en 1843, es todavía más representativo de este doble proceso de crecimiento en el resto de España y posterior internacionalización. En 1991 se fusionó con Gas Madrid para crear Gas Natural. Luego inició su expansión por Argentina, Brasil, México, Colombia e Italia, entre otros países. En 2009 adquirió la eléctrica Unión Fenosa, con lo que se convirtió en la sexta empresa española por el volumen de facturación. Hoy es la primera empresa exportadora de Catalunya, con unas ventas al exterior que duplican las de Seat, que durante años había ejercido el liderazgo.
Otra trayectoria similar ha sido la de otra compañía regulada, la antigua concesionaria de autopistas ACESA, convertida en Abertis desde 2003. Durante la pasada década experimentó un crecimiento vertiginoso por la absorción de la mayor parte de autopistas españolas (Iberpistas, Aumar, Avasa, Aulesa, Castellana de Autopistas). Paralelamente, experimentó una fuerte expansión internacional que ha conducido a la toma de importantes grupos en Italia (Autostrade), Argentina (GCE), Brasil (Partícipes de Brasil) y Francia (Sanef), entre otras.
La expansión de las empresas en el resto de España tiene una larga trayectoria, que se intensificó tras la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, en 1986. Un estudio de ESADE, dirigido por Santiago Simón del Burgo y Joan Maria Solà, sobre fusiones y adquisiciones revela que durante el período 1986-1992 las empresas catalanas adquirieron 244 compañías en el resto de España, con una facturación de 15.000 millones de euros, mientras que las sociedades del resto de España tomaron participaciones en su mayor parte minoritarias en 70 empresas catalanas. Durante el mismo período, las firmas extranjeras compraron 185 empresas catalanas, mientras que las catalanas adquirieron 79 empresas extranjeras. Un proceso que se intensificó en los años posteriores.
La integración se ha producido también por la pérdida de control de importantes compañías en el sector de la energía. En la década de 1990, la empresa pública Endesa, propietaria de ENHER, adquirió las otras dos empresas eléctricas catalanas, Fecsa e Hidruña. Endesa fue adquirida posteriormente por la pública italiana Enel. Por otra parte, las grandes corporaciones como Telefónica, Repsol, Cepsa, El Corte Inglés, Mercadona, Eroski, y los bancos Santander, BBVA, Popular y Bankia, han intensificado su presencia en Cataluña. Como ha señalado en más de una ocasión el catedrático de Economía Aplicada Martí Parellada, “más que hablar de economía catalana habría que hablar de economía en Catalunya”.
Parellada: “Más que de economía catalana habría que hablar de economía en Catalunya”
Una Catalunya independiente sería viable, pero la cuestión es si es la mejor opción
La contradicción entre el impulso político secesionista y la integración económica está despertando una seria inquietud entre los empresarios. A pesar de las cautelas, algunos no han ocultado su escepticismo, como el banquero Josep Oliu —“Banco Sabadell, no contempla la independencia”— o el presidente de Freixenet, José Luis Bonet, quien estima: “Es tan estrecha la relación, somos tan uno, que es difícil dividirnos”. Otros dirigentes han expresado su preocupación, como el presidente de la patronal CEOE, Joan Rosell, al alertar de que con “la independencia caerán los beneficios empresariales” y “destrozará las relaciones humanas”. Por su parte, el presidente de Caixabank, Isidro Fainé, sin duda el grupo económico más potente, propugna el diálogo convencido de que es “mejor juntos que separados”. Representantes de las multinacionales alemanas y estadounidenses también han expresado su inquietud por la deriva secesionista. Otros empresarios, no obstante, como Víctor Grífols, han alentado a Artur Mas, con un “tire adelante, no se arrugue”.
En Europa existe un gran temor por caer en la irrelevancia ante la potencia de Estados Unidos y el auge de los países emergentes, que se refleja en la capacidad para crear grandes empresas. El problema es que las compañías europeas son cada vez más viejas. En la clasificación de las 500 principales sociedades del mundo, si se considera las creadas después de 1975, solo hay tres europeas, frente a 25 de Estados Unidos y 21 de países emergentes, según un trabajo de Thomas Philippon y Nicolas Véron, publicado por Bruegel. Está claro que las fronteras no ayudan a crear grandes compañías.
En relación con el comercio exterior, cabe señalar el descenso del peso de las exportaciones catalanas, que han pasado del 27,4% en 1998 al 24,%, en 2013 del total. Ellorefleja un aumento de la apertura exterior del resto de España, que explica las menores ventas de las empresas catalanas.
La viabilidad económica de una Catalunya independiente está fuera de dudas en la medida que existen más de una decena de Estados en la UE de menor dimensión y menos diversificados. Un 71% de los economistas catalanes consideran viable una Catalunya independiente. Pero la cuestión relevante es si es la mejor opción para todos.