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La enfermedad deja secuelas inesperadas

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Mayo 2020 / 80

Ilustración
Perico Pastor

Los primeros estudios muestran que, además de en los pulmones, algunos infectados pueden sufrir daños en el corazón, los riñones y el cerebro.

La presencia del SARS-CoV-2 en el organismo al que infecta deja secuelas de una gravedad aún impredecible en los principales órganos vitales, y no solo en el sistema respiratorio, como se supuso al inicio de la pandemia de la covid-19. En ello coinciden tanto investigaciones sobre los procesos de infección del virus como estudios clínicos en los que participan enfermos que han superado la infección.

Uno de los trabajos más recientes, difundido en el portal de prepublicaciones BioRxiv y financiado por la Fundación de Ciencias Naturales China, ha estudiado la susceptibilidad de los diferentes órganos humanos a ser infectados por el virus y para ello se ha analizado la mayor o menor presencia del receptor ACE2 (la puerta de entrada del coronavirus en la célula) y de una enzima que facilita la proliferación vírica. El resultado es que, además de los órganos del sistema respiratorio, son susceptibles de infección el corazón, los riñones, el cerebro, la vesícula biliar, los intestinos delgado y grueso, el esófago, los testículos y las trompas de Falopio. Los autores advierten de que el estudio es preliminar, aunque puntualizan que los daños son evidentes en varios órganos vitales.

20% de los contagiados por covid-19 que superan la enfermedad presentan pronlemas respiratorios a posteriori

En ocasiones, las secuelas se deben no solo a la acción del virus, sino a la prolongada permanencia en UCI de quienes sufren inflamación aguda pulmonar y precisan respirador artificial para conseguir que el oxígeno llegue a los pulmones y a la sangre. Una hospitalización de 12, 20 o más días en unas circunstancias en las que el cuerpo sufriría hipoxia o falta de oxígeno si se le dejara actuar de forma espontánea conduce en algunos casos a déficits cognitivos, desorientación y una cierta pérdida de memoria similar a la que causa una demencia. El aire que filtran los respiradores artificiales no evitaría por completo la insuficiente oxigenación de la sangre.

 

Reacción exagerada

A esto se suma el elevado índice de mortalidad entre quienes permanecen dos o tres semanas sujetos a un respirador en una UCI. Hasta el 67% de los primeros pacientes de la covid-19 que precisaron respiración artificial durante más de dos semanas en hospitales británicos fallecieron, según un estudio que recogió The Wall Street Journal, frente al 36% de quienes fallecen en esas circunstancias tras padecer una neumonía vírica distinta.

La afectación de los pulmones constituye el principal signo de agravamiento de los infectados por la covid-19. Sucede en, aproximadamente, el 5% de los enfermos y se manifiesta en un súbito empeoramiento que aparece hacia el octavo o noveno día tras el inicio de los síntomas. Después de infectar las vías respiratorias altas, que es por donde entra en el organismo, el virus puede desplazarse a los pulmones, afectar a los alveolos  (donde la sangre intercambia el dióxido de carbono por el oxígeno) y producir una insuficencia respiratoria. En ocasiones, el sistema inmunológico responde a la infección pulmonar de manera exagerada (se produce la denominada tormenta de citocinas), agudizando la inflamación, que en pocas horas impide la entrada de aire. La reacción autoinmune se convierte así en el principal factor de riesgo de muerte ya que, como consecuencia, altera el funcionamiento del corazón y los riñones. Y puede conducir a un fallo multiorgánico.

Miocarditis: El virus puede provocar la inflamación del miocardio, músculo encargado de bombear la sangre

Hasta el 20% de quienes superan este episodio mantienen con posterioridad algún grado de insuficiencia respiratoria (próximo al 15% en ocasiones) una vez superada la infección. Los pacientes lo sienten en forma de fatiga. Hasta el 7% de esos enfermos sufre, asimismo, insuficiencia renal tras la infección de covid-19. La Sociedad Española de Nefrología investiga si esos fallos renales son transitorios o si se trata de lesiones que puedan considerarse irreversibles.

Es frecuente que se produzca una lesión pulmonar a consecuencia de la infección del coronavirus. Esta es perceptible en placas radiológicas en las que se observa una mancha o una cicatriz fibrosa que no se disuelve semanas después de haber superado el proceso. Esta fibrosis pulmonar secundaria a la covid-19 produce también un cierto grado de insuficiencia respiratoria. En ocasiones, la dificultad de respirar se trata con corticoides.

 

Riesgo de infarto 

El corazón es otro de los órganos que sufre cambios patológicos tras el paso del virus, y no solo como efecto de lo que ocurre en los pulmones, sino por la acción que el mismo virus ejerce en el músculo cardiaco. En el corazón, ha indicado el doctor Ángel Cequier, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), el virus puede causar una inflamación del miocardio, el músculo encargado de bombear la sangre. Se trata de una miocarditis similar a la que muestra quien está sufriendo un infarto, pero sin afectación coronaria que la desencadene. De forma indirecta, la citada inflamación puede conducir también al desprendimiento de placas de ateroma que permanecían adheridas a las paredes de las arterias y dar lugar a un infarto de miocardio.

Anosmia: Se investiga si la pérdida del olfato está causada por la afectación del virus en el cerebro

Una investigación publicada por la British Medical Journal indica que los enfermos de covid-19 pueden sufrir también alteraciones neurológicas, trombosis e ictus y fallos en la visión debidos a la presencia del virus. Igualmente, se ha diagnosticado en algunos casos una urticaria muy notable, similar a la que causa la alergia dérmica a algún objeto.

Otra secuela que en algunos casos se ha convertido en permanente, y que en principio afecta hasta al 20% de infectados por el SARS-CoV-2, es la anosmia, una súbita pérdida de la capacidad olfativa, en ocasiones también del gusto. Algunos pacientes manifiestan pérdida de la capacidad de oler como único síntoma de la enfermedad. Se investiga si el virus afecta a las áreas cerebrales responsables de la función olfativa.

La enfermedad también puede manifestarse mediante una diarrea al atacar el virus el aparato digestivo. Este desarreglo intestinal, al igual que la anosmia, se ha descrito en algunas personas que no sufrieron ni tos, ni fatiga ni dificultad para respirar, los tres síntomas principales y más recurrentes de la covid-19. El 65% de los enfermos muestran estos tres últimos signos. Los médicos están aplicando su alerta sobre cada vez más síntomas no esperables, que se va comprobando que sí tienen relación directa con el SARS-CoV-2. Otro de estos signos es de carácter dérmico. Algunos pacientes que han iniciado el proceso respiratorio y sufren fiebre experimentan cambios en el color de la piel de las extremidades, manchas rojizas o amarronadas de difícil asociación con el virus pero que, por la frecuencia con que están apareciendo, también se las vincula.


Aparato digestivo: Algunos pacientes presentan diarreas sin tos ni dificultades respiratorias

Una peculiaridad observada es la desigual afectación que experimentan hombres y mujeres. La infección la sufren personas de ambos sexos, con un leve predominio de mujeres infectadas, pero entre los hospitalizados las cifras se invierten y, según los datos notificados a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, son mayoría los hombres, con el 57% de ingresados frente al 43% de mujeres. Esas diferencias se acentúan entre los hospitalizados que precisan los servicios de una UCI y respiración artificial. En ese caso la proporción es del 71% de hombres frente al 29% de mujeres, según el informe número 23 de los elaborados sobre la epidemia por el Instituto de Salud Carlos III.

 

Dos cromosomas X

Se suelen atribuir esas diferencias a los distintos hábitos y estilos de vida entre hombres y mujeres. Los hombres consumen más tabaco y alcohol, respondió ante una pregunta directa Fernando Simón, director del Centro de Control de Alertas y Emergencias Sanitarias. Y agregó que también son mas reticentes a la hora de acudir al médico de forma preventiva y cuidan menos su alimentación. Sin embargo, el doctor Sharon Moalem, autor del ensayo La mejor mitad: sobre la superioridad genética de las mujeres, vincula esa diferente afectación entre el sexo masculino y el femenino a diferencias de origen genético. Según indicó Moalem en un artículo publicado en The New York Times, las mujeres disponen de un sistema inmunológico más eficaz frente a todo tipo de infecciones, lo que les proporciona una mayor supervivencia. Este aspecto, añadió Moalem, ha sido históricamente poco investigado por los científicos, que se han basado en modelos predominantemente masculinos al estudiar los procesos que enferman al ser humano.

Hay muchos más hombres que mujeres en las UCI y entre los fallecidos

La explicación puede estar en la genética o en los distintos estilos de vida

En concreto, Moalem alude al hecho de que las células de las mujeres cuentan con dos cromosomas X, uno de la madre y otro del padre, a diferencia de las de los hombres, que tienen un cromosoma X de la madre y otro Y del padre. El cromosoma X, explica Moalem, es importante en la actuación del sistema inmunológico, razón por la que las mujeres dispondrían de más reservas defensivas que los hombres ante cualquier tipo de enfermedad infecciosa. “La capacidad de los hombres para combatir a los virus es más limitada que la de las mujeres”, afirma Sharon Moalem.

El hecho comprobado es que en los hospitales, también en los españoles, se sigue produciendo un claro predominio de muertes masculinas como consecuencia de la covid-19.