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La fuga de cerebros se acelera

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Diciembre 2013 / 9

Como en tantas crisis anteriores, los jóvenes han hecho las maletas. Pero ahora tienen títulos y un bagaje excepcional

Una de las posibilidades que ayudan a los gobiernos a bajar la tasa de paro es que los que buscan trabajo y no lo encuentran se marchen al extranjero a probar suerte. Suele venirle muy bien al Gobierno, que puede presentar mejores estadísticas. Pero no necesariamente al país.

Esto es justamente lo que está sucediendo ahora en España, sobre todo entre los jóvenes: el discurso oficial suele subrayar que la salida del túnel está a la vuelta de la esquina, pero los jóvenes no parecen prestar demasiada atención a la retórica y han hecho las maletas.

Los más dispuestos a emigrar para buscar fuera un trabajo que no encuentran en su país suelen ser los jóvenes. Así ha sucedido siempre también en España, país habituado históricamente a buscar en la emigración válvulas de descompresión ante engranajes económicos no siempre bien engrasados. Pero la ola migratoria actual es diferente porque el país es distinto tras los avances sociales conquistados en las últimas décadas. Normalmente, se iban sobre todo obreros no cualificados. Ahora se marchan también miles de titulados universitarios: lo inédito sería el peligro de fuga de cerebros.

Las tripas de la Encuesta de Población Activa (EPA) lo reflejan bien. Si se toman como base los datos anuales desestacionales se observa que entre 2007 y 2012 la población activa —las personas que trabajan o están dispuestas a ello— aumentó el 3,8%. Sin embargo, entre los jóvenes de 25 a 29 años cayó en casi 600.000 personas (un descenso del 18,6%). Tratándose de gente joven, los expertos suelen considerar que la caída de la población activa se explica básicamente por la emigración.

Si se coloca la lupa sobre este descenso juvenil, se observa mejor la magnitud de la fuga de cerebros. La caída de la población activa entre este colectivo de 25 a 29 años en el período citado —el último disponible con años cerrados y con los efectos estacionales corregidos— es muy distinta en función del nivel de formación alcanzado. Entre los que completaron solo la educación primaria, cae el 11,3%; entre quienes cuentan con título universitario, el 20,7%, y entre los que completaron un tercer ciclo universitario, el 71,8%, según los datos del InstitutoNacional de Estadística (INE).

El organismo estadístico oficial registra también el saldo migratorio (la diferencia entre quienes llegan y quienes se van), que entre los jóvenes es muy negativo. No solo regresan a sus países los extranjeros que vinieron a buscar trabajo y ya no lo tienen, sino que los jóvenes españoles se marchan por miles a un ritmo muy acelerado: entre 2008 y 2012 la cifra más que se triplicó. En 2012 se instalaron fuera 13.112 españoles de entre 20 y 34 años más de los que regresaron. Esto significa que se fueron muchos más.

Según el INE, los principales países de acogida de jóvenes españoles son Reino Unido (18,6%), Alemania (9,5%) y EE UU (9,4%).

“Que la gente se mueva es bueno para cualquier país, y si es gente preparada la que se va, también, porque el potencial será enorme a medio y largo plazo, cuando regresen”, opina Pablo Jarrillo-Herrero, físico de 37 años formado en Valencia y ahora profesor del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Boston. Pero añade: “El problema es el volumen. Se está marchando tanta gente y tan de golpe... Lo ideal es un flujo constante en ambas direcciones, no lo que está sucediendo ahora, que me parece triste”.

Jarrillo-Herrero debe de ser el primer profesor español de la historia que imparte física en el MIT. Su área de investigación son las propiedades electrónicas de nuevos materiales, con un potencial extraordinario tanto desde el punto de vista científico como de aplicaciones prácticas con la revolución tecnológica: aunque no existiera la crisis seguiría en el MIT, que le ofrece posibilidades impensables en España, y más tras los duros recortes en investigación y ciencia.

Su caso es excepcional, pero la insólita oleada migratoria de los jóvenes cargados de títulos la define más la necesidad ante la falta de trabajo que la libre elección. Muchos de estos jóvenes, que vivieron además la convulsión del 15-M en 2011, están permanentemente interconectados aprovechando las nuevas posibilidades de la revolución digital y se rigen por las formas asamblearias que se expresan desde entonces, ahora en forma de mareas temáticas.

 

CONEXIÓN CON EL 15-M

La Marea Granate —en referencia al color del pasaporte— empezó a funcionar en red el pasado junio a partir de núcleos en el extranjero del 15-M y con el impulso de la campaña que lanzó Juventud sin Futuro —también muy conectada con el 15-M— con lema con formato de etiqueta de Twitter: #NoNosVamosNosEchan.

Se trata de una organización típica de las nuevas formas juveniles —sin personalidad jurídica, con asambleas autónomas e independientes del conjunto, enredadas en Internet, etc. — y ya tiene bases en al menos13 ciudades.

Obviamente, como tantos jóvenes que se han salido del carril y de los manuales clásicos que aún guían la sociedad —de derechas o de izquierdas—, toman las decisiones colectivamente, dando prioridad siempre al consenso —nuevas herramientas digitales como TitanPad lo facilitan— y huyendo de los liderazgos tradicionales. Cuando Alternativas Económicas solicitó una entrevista, se pidió que fuera colectiva y las respuestas se cocinaron a fuego lento durante una semana. Pero acabaron llegando y aceptadas como propias no por uno de sus miembros, sino por 11, con una media de 29,9 años.

Incluso improvisaron una encuesta online, que fue contestada por nueve de las personas que participaron en el experimento desde distintas ciudades del mundo. El 88% se consideró “estafado por la promesa de bienestar económico ligado al bienestar” y el 62% recalcó que su aspiración no era encontrar trabajo estable y bien retribuido que le permitieran comprarse un piso.

Ni uno solo respondió positivamente a la pregunta: ¿Pensáis que la situación en España mejorará pronto para los jóvenes?

Esta generación tan formada no tiene trabajo. Pero parece muy vacunada ante la publicidad oficial.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR