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La prosperidad no se reparte por igual

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Febrero 2022 / 99

Fotografía
Andrea Bosch

Los datos de España señalan que la convergencia en la renta per cápita real es una de las asignaturas pendientes de la UE, junto con mayores mecanismos de protección y cohesión.

En 2002, el móvil que hizo furor en España fue el Nokia 6100, la canción que no paraba de sonar era Mi música es tu voz, del primer grupo de cantantes que participaron en el programa Operación Triunfo (OT), un café solo costaba 50 o 60 pesetas y el precio del metro cuadrado de una vivienda nueva se situaba, según la Sociedad de Tasación, en 1.667 euros. Dos décadas después, lo que triunfa en las tiendas es el teléfono inteligente chino Xiaomi Redmi 9C y el Iphone 11. Lideran las listas de Spotify los éxitos del latino Rauw Alejandro.  En un cálculo poco generoso, no hay café solo por menos menos de 200 pesetas (1,20 euros). Y, en cuanto a la vivienda nueva, pese al pinchazo de la burbuja inmobiliaria de 2008, supera ligeramente los 2.550 euros el metro cuadrado. Son pequeños detalles de un paisaje que ha cambiado desde que el euro entró físicamente en nuestras vidas.

En este tiempo, la distancia recorrida por los precios y por los salarios ha sido dispar.  Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el IPC ha subido el 49,5% desde enero de 2002. En cuanto a los sueldos y salarios medios, el incremento ha sido del 33,4%: pasaron de los 17.118,36 euros anuales de 2002, a los 22.837,59 euros en 2020, último dato disponible. 

Entre 2002 y 2020 (último año con datos disponibles), la diferencia entre la renta per cápita real de España y la media de la zona euro se amplió en detrimento de la primera: pasó de 4.660 euros por habitante a 6.940 euros, según Eurostat.

Si la capacidad adquisitiva comparable en la Unión es de 100, la media en los países de la eurozona es 105 y la de España se sitúa en 84, siempre según la oficina estadística de la Comisión Europea.  

Percepción ciudadana

En todo caso, mientras que un abultado 82% de personas encuestadas en España sobre las bondades del euro opina que el invento de una divisa común es algo bueno para la UE, la percepción cambia si se les pregunta por el impacto positivo de la moneda única para el propio país: el porcentaje baja del mencionado 82% al 68%, según el Eurobarómetro de la UE de 2021. 

"Pensar que lo que es bueno para el conjunto de la Unión no es bueno para cada uno de sus integrantes no me parece adecuado", ha declarado públicamente el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, quien subraya que el Banco Central Europeo (BCE) tiene "la obligación legal de pensar en el conjunto del área del euro".

49,5 Es el porcentaje de aumento de los precios entre 2002 y 2020 en España, según el INE. Los salarios lo hicieron un 33,4%

Para muchos economistas, la cultura de la estabilidad y la cesión de soberanía ha sido positiva."Es cierto que la eurozona precisa aún de cohesión y de sistemas de protección más contundentes, pero su fortaleza sale a la luz una y otra vez, en unos años que no han sido, en absoluto, sencillos. Para países como España, la entrada en la unión monetaria y el desarrollo del euro han sido un revulsivo. Aunque se ha perdido autonomía monetaria, se ha ganado la fortaleza de un gran área común, cuando precisamente, a escala global, contar con un respaldo y una masa crítica común de usuarios, consumidores y gobiernos, es fundamental", señala Santiago Carbó, director de estudios Financieros de Funcas.

Para Carbó, estas dos décadas "son una experiencia de superación histórica y de momentos especialmente delicados". Alude a los intentos exógenos de que el proyecto fracasara, a la gran crisis financiera de 2008 y a la causada por la pandemia, "en la que parece que se han aprendido lecciones sobre la reacción fiscal que debe tener un área amplia monetaria".

Pero otros economistas, pese a declararse europeístas, se muestran críticos con la deriva de la UE.  Juan Laborda, profesor de Economía Financiera de la Universidad Carlos III, hace una valoración "negativa" del impacto del euro. "De entrada, para ingresar en el club hubo que proceder a una liberalización de mercancías y servicios para las que el país no estaba preparado, y se impulsó su desindustrialización, mientras que el contexto de financiarización de la economía derivó en una gran acumulación de deuda privada, en nuestro caso en una burbuja inmobiliaria", remarca. 

Cuando la burbuja estalló y se produjo la recesión de 2008, la pertenencia a la UE, prosigue Laborda, "nos obligó a convertir en endeudamiento público el enorme endeudamiento privado, que, de hecho, se debió a errores de inversión de actores extranjeros, alemanes, franceses, holandeses y estadounidenses. Y ello fue acompañado, tras los rescates, de una exigencia de devaluación interna. Somos más pobres y se ha generado desigualdad", añade.

Mayor desigualdad

El coeficiente Gini —que mide la desigualdad, siendo cero la nula desigualdad y 100 la total desigualdad— ha pasado de estar en 30 en 2002 a situarse en 32,1 en 2020 (en 2014 alcanzó el máximo de 34,7). En la eurozona, este valor es de 30,2.

Ya en 2019, el Centro de Política Europea (CEP, en sus siglas en inglés) de Friburgo realizó un cálculo del impacto de la introducción del euro en distintos países de la zona euro, con un resultado muy llamativo. Su estudio 20 Years of the Euro: Winners and Losers concluía que Alemania era el país que más había ganado con la moneda única, seguido de Holanda. Entre 1999 y 2017, la existencia del euro —respecto de un escenario sin él— se tradujo en un incremento de 23.116 euros por habitante en el primer caso y de 21.003 en el segundo. Los grandes perdedore, según esta estimación, serían, en cambio, Italia (-73.605 euros), Francia (-55.996 euros) y Portugal (-40.604 euros).

6.940 Es la diferencia en euros entre la renta per cápita real española y la media de la zona euro. En 2002 era de 4.660

España habría salido perdiendo, aunque menos: el retroceso acumulado per cápita sería de 5.031 euros (y globalmente, de -224.000 millones). El CEP apunta: "España ganó con la introducción del euro entre 1999 y 2010", y fue a partir de la crisis de la deuda cuando "el acceso al euro significó una reducción de la prosperidad, con pérdidas que alcanzaron su punto máximo en 2014" (véase gráfico). Después, estas pérdidas han ido menguando. La situación puede dar un vuelco a mejor "si España se mantiene firme en la senda de las reformas".  

"No solo sigue existiendo una brecha entre Norte y Sur, un club de acreedores y deudores, sino que el Sur de Europa ha subsidiado a los países del Norte, vía el tipo de cambio, que sin euro estaría más alto", enfatiza Laborda, para quien lo positivo de estar en la Unión es "pertenecer a un club democrático" y los fondos europeos para la reconstrucción, a la espera de saber en qué quedarán las reglas de la austeridad congeladas durante la pandemia.

En este sentido, para Carbó, de cara al futuro, habrá que avanzar en mecanismos de protección común que garanticen un cortafuegos ante situaciones de presión sobre la estabilidad de la deuda o de la estabilidad financiera de cualquier Estado miembro. También, en paralelo, compromisos de corresponsabilidad.