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La Unión Bancaria consume toda la energía de la UE

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Abril 2014 / 13

Durante casi dos años el debate político de la UE ha estado concentrado en romper El círculo vicioso entre las crisis bancarias y la deuda soberana, con un resultado muy débil.

Europa necesitó muchos años para reconocer que, a pesar de todas las ayudas públicas otorgadas a la banca europea (1,6 billones de euros), seguía teniendo un sistema financiero frágil y que no cumplía su papel de financiar a la economía real. En junio de 2012, cinco años después de que estallara la crisis financiera, los líderes eu-ropeos concluyeron que tenían que apuntalar el sistema bancario estableciendo una nueva arquitectura que rompiera el círculo vicioso existente entre las crisis bancarias y las crisis de deuda soberana. Era el momento en que España estaba al borde del abismo y tuvo que solicitar una ayuda a la Unión para salvar a sus bancos. Entonces, la UE acordó la recapitalización directa de los bancos por parte de los fondos europeos y la creación de una Unión Bancaria para romper ese círculo vicioso, evitar los pánicos de las fugas de depósitos y combatir la fragmentación de los mercados financieros.

Desde entonces Europa sigue atrapada por los problemas de sus bancos. Durante los últimos 21 meses, todas las energías comunitarias se han consumido en la creación de la Unión Bancaria, y se ha relegado a un segundo plano los demás asuntos, como la energía o el aumento de las desigualdades causadas por la crisis y las recetas de la austeridad, lo cual explica en buena medida el alejamiento de los ciudadanos del proyecto europeo.

La Unión bancaria trata de romper el círculo vicioso entre bancos y deuda soberana

Merkel ha logrado mantener la inspección de sus cajas bajo el supervisor alemán

Los perversos vínculos entre bancos y deuda soberana de los Estados significa que cuando hay una crisis financiera que ocasiona una recesión, los Estados han de rescatar a los bancos, lo cual origina un aumento de la deuda pública. Al mismo tiempo, los bancos son los que tienen que adquirir la nueva deuda de los Estados, que cada vez es mayor. Además, en una situación de recesión se produce una caída de ingresos y aumento de gastos, por lo que los Estados encuentran cada vez más dificultades para pagar sus deudas. La mayor incertidumbre sobre el pago de los bonos soberanos provoca una rebaja su valor y, en consecuencia, debilita los balances de los bancos que los poseen. La consecuencia es que los bancos son menos solventes y reducen el crédito a las empresas. Este abrazo mortal que debilita recíprocamente a los bancos y a los Estados se traduce en una incapacidad de las entidades para conceder créditos, agrava la recesión e impide el crecimiento.

Para poner fin a esta situación, en junio de 2012 se diseñó la Unión Bancaria, que constaba inicialmente de tres pilares: un Mecanismo Único de Supervisión (MUS) para vigilar a los grandes bancos; un Mecanismo Único de Resolución (MUR) para decidir cuándo un banco debe liquidarse, con la creación de un fondo para ello, y un Sistema Único de Garantía de Depósitos para garantizar por igual los depósitos en los distintos países europeos y prevenir así las fugas de dinero hacia los Estados que ofrecen garantías más seguras.

 
Unión bancaria disminuida

De momento, la Unión Bancaria ha quedado disminuida a los dos primeros pilares, que además han resultado bastante suavizados. El MUS, aprobado el pasado octubre, confía la vigilancia de los 128 mayores grupos bancarios europeos al Banco Central Europeo (BCE), que realizará esta tarea a partir del próximo noviembre. El resto de entidades serán supervisadas por las autoridades nacionales. Sin embargo, el acuerdo alcanzado prevé importantes excepciones. Así, mientras que el BCE vigilará el 90% de las entidades financieras españolas, únicamente lo hará con el 65% de las alemanas. La canciller alemana, Angela Merkel, ha lograo mantener la inspección sobre las cajas regionales (Landesbanken) en el ámbito del supervisor alemán.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

El Mecanismo Único de Resolución (MUR) fue pactado en la madrugada del 20 de marzo después de una maratoniana negociación entre el Consejo, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea. En las negociaciones fue determinante una llamada telefónica del presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, al ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, quien dio la aprobación definitiva.

 

Mutualización escalonada

El MUR contará con un fondo para liquidar bancos de 55.000 millones de euros, aportados por las entidades, equivalente al 1% de los depósitos garantizados. Alemania ha logrado imponer sus condiciones principales: el fondo estará regulado por un tratado intergubernamental independiente de la legislación europea.

También por exigencia de Berlín, el dinero aportado por las entidades financieras, en función de su nivel de riesgo, no estará completamente disponible desde el primer momento. La constitución de este fondo y la mutualización de los recursos se realizará de forma escalonada. El primer año estará disponible el 40% del total del dinero aportado; el tercer año, el 70%, y el octavo año el 100%. A pesar de todo, es significativo el acuerdo porque Alemania asume el principio de mutualización. La aportación de los bancos españoles oscilará entre 5.500 y 8.200 millones de euros.

La decisión de señalar cuándo un banco esté en dificultades la tomará el BCE, pero el acuerdo final de intervención lo adoptará el Mecanismo Único de Resolución, en el que el peso de cada país es proporcional a las aportaciones de sus bancos. El aspecto más débil es la insuficiencia de recursos del fondo para afrontar la crisis de algún banco grande. Hay que recordar que las entidades bancarias que recibieron más ayudas durante la crisis han sido el Royal Bank of Scotland, con 128.000 millones de euros; Bankia, 36.000 millones, y el Anglo Irish Bank , 32.000 millones, según la Comisión Europea, lo cual da una idea de la insuficiencia del fondo para una banca que sigue con serias deficiencias de capital. Un trabajo de los economistas Viral Acharya y Sascha Steffen ha calculado que el déficit de capital de los 109 principales bancos europeos oscila entre 509.000 millones y 767.000 millones de euros. En este sentido, la agencia de calificación Fitch cree también que el fondo es demasiado pequeño.

El Sistema Único de Garantía de Depósitos ha quedado abandonado 

La banca europea sigue teniendo un déficit de capital de más de 500.000 millones

La Unión Bancaria es un avance, pero muy insuficiente para los desafíos existentes. Por una parte, ha quedado abandonado el Sistema Único de Garantía de Depósitos. De nuevo tropezamos con la resistencia a la mutualización de riesgos. De momento, cada país garantizará los depósitos con su correspondiente fondo nacional y se intentará una coordinación entre ellos.

Tampoco se ha resuelto la fragmentación del mercado financiero. Los créditos en Italia y España son más caros y en condiciones más duras que en Alemania. Con todo, no se ha logrado romper completamente el círculo vicioso entre bancos y deuda soberana, debido entre otras cosas al elevado nivel de deuda pública. Los economistas Pierre Pâris y Charles Wyplosz consideran impagable el actual nivel de deuda pública y proponen un plan para reestructurar una parte de la misma y canjearla por bonos perpetuos a interés cero que serían emitidos por el BCE. La operación no produciría transferencias entre países porque en el canje participarían todos los socios del euro en proporción a su participación en el capital del banco.

En definitiva, la Unión Bancaria es sin duda un paso histórico, pero su consolidación dependerá en buena medida de si Europa vuelve a crecer y a crear empleo, objetivos a los que la UE no presta el interés debido.