Más personas viven en la calle
La crisis y la dificultad de acceder a una vivienda han aumentado la cantidad de personas que duermen en las aceras, en pisos institucionales, hacinadas o en infraviviendas
Mañana te puede pasar a ti”. Este es el lema de la campaña con la que Cáritas intenta que la gente se involucre en apadrinar familias que se han empobrecido como nunca, al calor de la crisis. Este lema no es sólo una publicidad, un dedo índice señalando el centro del miedo de una persona de clase media. Es una realidad, una posibilidad. Terminar en la calle es algo que le puede pasar a cualquiera que haya caído en desgracia. Sólo basta con que se le junten variables personales y estructurales encaminadas a la mala fortuna.
Esto es lo que le pasó a Pedro, nombre ficticio de un hombre de 64 años que prefiere guardar su identidad porque le causa culpa y vergüenza haber dormido más de ocho meses en el portal de un edificio. Si ahora no duerme más allí es sólo porque lo cobijan en un piso compartido de Cáritas.
Pedro era dueño de dos restaurantes. Divorciado, y a punto de jubilarse, crió a dos hijos, ya mayores, uno viviendo en Alemania y otro trabajando en un banco. “¿Cómo quieres que les diga por lo que he pasado, si era yo quien los invitaba a cenar, quien les pagaba sus viajes a esquiar, quien les ayudaba con los gastos? Yo soy el padre. Soy yo quien debe ayudar”.
Su historia tiene que ver, por supuesto, con la crisis que vive España, acompañada con la cultura de una sociedad que impone al hombre la responsabilidad de traer dinero a casa, con el orgullo, con la desgracia de haberse enamorado de una camarera, de haberle confiado la gestión completa de uno de sus restaurantes, y de que la mujer no hubiera pagado ni la Seguridad Social de los empleados ni a los proveedores... antes de desaparecer de un día para otro. Un cúmulo de situaciones dejó a Pedro endeudado como nunca antes. Cerró los restaurantes. Pagó a los bancos, y todavía debe a la Seguridad Social las aportaciones de sus ex empleados, un asunto por el cual no recibirá su jubilación cuando le toque. Después de venderlo todo para pagar deudas, trabajó en cocinas de restaurantes amigos, pero la crisis había llegado también allí. Poco a poco se fueron vendiendo o cerrando, y terminó sin trabajo, deprimido y sin poder pagar ningún alquiler.
ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR
¿Cuánta gente hay en esa situación? ¿Ha aumentado con la crisis la cantidad de personas sin hogar? No existen cifras oficiales integrales a escala española. “En España no se le había dado importancia al tema. Por eso no hay siquiera cifras acertadas de las personas sin hogar. No se ha hecho una investigación amplia e integral, y eso es justamente lo que pedimos”, explica Enrique Domínguez, miembro de Cáritas y de la FEPSH (Federación de Entidades de Apoyo a las Personas Sin Hogar), que reúne a nueve entidades y plataformas con 41 organizaciones, y presencia territorial en toda España. “Hasta hace poco, quienes se ocupaban de las personas sin hogar eran las ONG”.
A fines de 2015, se pondrá en marcha la primera Estrategia Española para Personas sin Hogar, una iniciativa que pretende ayudar a articular políticas de prevención y atención que ya existen en otros países europeos, y que España debe cumplir, como país miembro de la UE.
Sin embargo, a pesar de la falta de información institucional, es posible trazar una evolución basándose no sólo en los pocos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), sino también en números elaborados por las plataformas autonómicas y provinciales de ONG, que realizan en conjunto con algunos gobiernos locales.
ESTUDIOS
La última Encuesta a las Personas sin Hogar del INE, del año 2012, resume que hay en España un total de 22.938 personas sin techo, apenas unas 2.000 personas más que en 2005 (21.900), antes de la crisis. Sin embargo, la cifra está muy incompleta. El INE sólo incluye en sus estudios a quienes han sido usuarios de centros asistenciales de alojamiento o restauración. Estos centros no han aumentado en la misma medida en que lo ha necesitado gente que se ha quedado sin techo. Los datos del INE no abarcan ni a quienes están viviendo en la calle, ni en pisos vacíos ocupados, ni en hacinamiento (pisos donde conviven varias personas —por ejemplo— en una habitación).
Las ONG han efectuado recuentos en las ciudades de Barcelona y Madrid, y hay un estudio para Euskadi. Pero no todas miden a los “sin hogar” de la misma manera (por lo tanto, los datos no son comparables).
En la ciudad de Barcelona, los números que maneja la Xarxa d’Atenció a Personas Sense Llar (XAPSLL), una red de organizaciones que atienden a personas que se quedan sin techo, en su último Diagnóstico 2013 marcan un aumento del 45,4% —contando a personas que pernoctan en la calle, asentamientos encontrados y personas alojadas en los servicios residenciales—. Entre 2008 y 2013 pasó de haber 2.100 a 2.933 personas sin hogar.
“Creemos que hay mucha más gente, a la que nosotros no podemos llegar”, explica Teresa Bermúdez, de Cáritas Barcelona. “No podemos saber cuánta gente vive hacinada en habitaciones. Sencillamente no llegamos allí. No podemos entrar. Tampoco podemos saber qué edificios están tomados por familias, porque sólo conocemos la punta del iceberg. No podemos ir más allá”.
Las cifras de Barcelona muestran un aumento del 124% de personas viviendo en asentamientos, pero esa subida tan grande tiene que ver exclusivamente con el descubrimiento, por parte del Ayuntamiento, de naves ocupadas en el distrito del Poblenou.
Ahora hay más españoles (54%) que inmigrantes
No existe una estadística integral a escala estatal sobre los ‘sin techo’
Los centros de atención no han aumentado al ritmo de la necesidad
En Madrid, el Foro Técnico Local para Personas Sin Hogar llevó a cabo, en 2012, su última encuesta entre personas en situación de vivienda en la calle. Encontraron, solo en ésta (sin contabilizar los centros de atención ni otras variables), 701 personas, 80 más que en 2006. Esto, teniendo en cuenta que era en diciembre, pleno invierno. La noche en que se sale a hacer un recuento, suele doblarse el número de personas que viven en los albergues o pisos proporcionados por las ONG y los gobiernos locales. Es decir que la estimación es que habría unas 1.400 personas, sin contar los asentamientos o pisos ocupados, ni los hacinamientos en pisos de alquiler. Fuentes extraoficiales diagnostican que en el recuento que será publicado a finales de 2015 esperan encontrar todavía un aumento mayor.
En Euskadi, el Gobierno Vasco, junto a ayuntamientos y organizaciones, contabilizaron en Vitoria, Bilbao y San Sebastián en marzo de 2015, 1.836 personas sin hogar, considerando personas en la calle y personas que dormían en centros residenciales.
La forma de medir a los sin hogar es distinta según quién y dónde se mire, pero en cualquier caso, la evolución muestra claramente un crecimiento, y muestra también que la imagen estereotipada de la persona sin hogar puede ser muy distinta en la realidad.
SIN ESTEREOTIPOS
Uno de los aspectos que más destacan de la encuesta de Madrid es el cambio en el perfil de las personas sin hogar: más españoles, como el caso de Pedro, y el 23,3% de personas con estudios superiores. La crisis vuelve a ocupar un lugar destacado: el 41% de las personas entrevistadas respondieron que estaba en la calle tras perder el trabajo.
“La imagen estereotipada del trotamundos que vive en la calle por su mala vida, por sus adicciones o por no querer trabajar guarda poca relación con la diversidad de perfiles e itinerarios vitales de las personas que actualmente pasan las noches en las calles de las grandes ciudades o en equipamientos de acogida”, reza la introducción del diagnóstico de la XAPSLL en Barcelona.
Es así. Existen, sin embargo, algunas características que son mayoritarias. Hoy por hoy, la mayoría de quienes viven en situación de sinhogarismo son hombres (80,3%). La mitad sólo ha realizado estudios hasta primaria. El 57,7% tiene menos de 45 años, el 38,4% entre 45 y 64 años y los mayores de 64 años representan el 3,9%. La edad media de estas personas se sitúa en 42,7 años.
En Europa, el Estado está obligado a atender en centros asistenciales a menores de 18 años y a personas mayores. Por eso, en España no se ve la fotografía de niños o ancianos pidiendo en la calle, algo que sí existe en los países pobres. Sin embargo, en cuanto un niño cumple los 18 años se va a la calle, a buscarse la vida, sin apenas transición, y puede entrar a formar parte de las personas sin hogar.
Por otro lado, según confirma la última encuesta de Madrid, cada vez más —el 54,2% frente al 45,8%— son españoles en lugar de extranjeros.
Para poder atajar el problema, en la XAPSLL de Barcelona prefieren que no se hable de un perfil de persona sin hogar, sino de qué situaciones desencadenan la posibilidad de que una persona termine en la calle (véase la ilustración). “Existen cuatro factores de riesgo que pueden desencadenar el sinhogarismo: el estructural, el institucional, el relacional y el personal”, explica Teresa Bermúdez. “El estructural tiene que ver, por ejemplo, con los desahucios o la misma crisis, o la situación de un inmigrante sin papeles, que no tiene acceso a la protección social. Un inmigrante está más en riesgo porque además no suele tener a su familia o amigos cerca. Dejar a la familia o estar solo son desencadenantes del factor relacional. Luego está el factor que llamamos institucional, que tiene que ver con lo que el Estado no proporciona. Lo que hacemos las ONG es cubrir un poco el papel del Estado. Por ejemplo, con los desahucios, el Estado no abarca a las familias que se quedan sin un techo. Hay algunos pisos sociales públicos, pero no suficientes. En algunos casos se han ocupado las entidades sociales y en otras la propia sociedad civil organizada como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Pero hay más personas que terminan en situación de sinhogarismo. También puede pasarle, por ejemplo, a una persona que sale de prisión. Por último, está el factor personal: un bajo nivel educativo, una enfermedad, una depresión, que puede llevar a las drogas o el alcohol”.
ONG, muchas de ellas religiosas, cubren las deficiencias públicas
La ausencia de apoyo familiar es común entre los ‘sin hogar’.
Las ONG prefieren que se hable de esos factores de riesgo, porque es más productivo comprender las causas que pueden llevar a una persona a la calle que dibujar un perfil. De esta manera, entienden que se pueden plantear políticas públicas concretas que atajen el problema reduciendo los factores de riesgo. “Por ahora no hay ni prevención ni atención, en muchos casos”, remata Bermúdez.
Los ayuntamientos de Barcelona, Madrid, Bilbao y San Sebastián han trabajado junto a las ONG, pero con presupuestos reducidos, sobre todo frente a la dificultad de las familias para acceder a viviendas adecuadas, después del hundimiento económico.
Las ONG coinciden: los recortes no han supuesto un bien porque han desprotegido. Han reducido la capacidad del Estado para prevenir el riesgo de terminar sin hogar cuando la población es más vulnerable.
VULNERABLE
No hay alquiler para un pensionista
“Lo que me pagan de pensión lo pongo aquí”, dice Antonio, un hombre que prefiere reservar su identidad y que ha vivido en la calle durante años (hoy en un piso social, compartido). Antonio, un hombre de cincuenta años proveniente de una familia desestructurada donde sólo queda él —con problemas psicológicos y consecuentes adicciones—, percibe la pensión no contributiva, y lo máximo que puede pagar no le alcanza para un alquiler. Su situación le deja en riesgo.
“Nadie te alquila teniendo una pensión no contributiva”, explica Teresa Bermúdez, de Cáritas. “Queda en un escenario de vulnerabilidad cualquier persona que tenga una invalidez y no cuente con un colchón económico y emotivo familiar. La pensión no contributiva no es suficiente, justamente en los casos en que hay más problemas de salud, mental o de otro tipo”.
GENERALIZADO
En toda Europa aumenta el sinhogarismo
¿Cómo se encuentra España frente a Europa? Una vez más, la falta de datos españoles hace difícil la comparación. El Observatorio de la Federación Europea de Asociaciones Nacionales que Trabajan con las Personas Sin Hogar (FEANTSA) ha llevado a cabo un recuento país por país, con los datos que tienen (es decir, con dificultades y metodologías distintas en cada país). El resultado, aunque hace difícil la comparación en una tabla, es que el aumento en el número de personas que viven en la calle es generalizado en cualquier país europeo.
“En países donde los datos están disponibles, el aumento de las personas sin hogar ha tenido subidas de dos dígitos”, se explica en un comunicado de FEANTSA. “El 16% en Dinamarca, el 50% en Francia, el 21% en Alemania, el 17% en Holanda, el 29% en Suecia, y el 44% en la República Checa, en años recientes. Esto debería llevar a una reacción en una más ambiciosa política para los sin hogar y por la vivienda, basados en la evidencia y en el entendimiento de lo que es el sinhogarismo”.
PLAN ESTATAL
Lo que se espera de la Estrategia en 2015
El Ministerio de Sanidad pondrá en marcha a final de año la Primera Estrategia Integral Nacional para Personas sin Hogar.
La Estrategia ya es una realidad en Alemania, Francia, Reino Unido, Portugal, Suecia o Noruega. Entre las medidas que incluirá destacan programas para establecer equipos multidisciplinares ambulantes de atención sociosanitaria en la calle; dispositivos de acogida en período de convalecencia para personas sin hogar con alta hospitalaria; y alojamiento temporal a personas sin hogar con el fin de prevenir o paliar su deterioro físico y sus problemas de salud, especialmente en casos de enfermedad mental o adicción al alcohol o las drogas.
“Todavía no se tienen claras exactamente las medidas”, explican fuentes del ministerio. “No están concretadas. La proposición no de ley pone énfasis en la prevención del sinhogarismo, en la revisión y actualización de los alojamientos, y que sea una intervención íntegra, con empleo, educación, salud, vivienda, etc.”.
El documento fue coordinado entre las administraciones, las comunidades autónomas, la Federación Española de Municipios y Provincias, un grupo de cooperación técnica con ayuntamientos de ciudades grandes y el Consejo Estatal de ONG de Acción Social.
Las ONG están expectantes. Por el momento, no se espera un aumento significativo del presupuesto.
ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR
EMOCIONES
Lo peor, la crisis
Una mala situación económica puede ser la punta de lanza de una enfermedad mental, que a su vez, sin una red de soporte, puede acabar con una persona viviendo en la calle.
Según las encuestas de la XAPSLL, más de la mitad de personas sin hogar (56,9%) atribuyen su situación a variables socioeconómicas y sociolaborales.
“Yo tenía mi piso, mi hipoteca y estaba juntado con una chica”, cuenta Javier Ocaña, que con 41 años —sin apoyo familiar— terminó sin hogar. Tras perder el trabajo y separarse quedó destrozado. “Son situaciones que se te escapan —agrega— fueron momentos muy duros que me llevaron a no tener para pagar un techo. Acabé económica y emocionalmente roto. Pero no me deprimí. No me gusta vivir en la calle, pero no es algo malo. Quiero decir que no robas, no haces daño”.
Sólo el 6,8% de las personas que están en la calle tienen diagnosticada una enfermedad mental. Sin embargo, “la incidencia de enfermedades mentales entre este colectivo es mucho más elevada”, confirma el estudio de 2013 de la XAPSLL. Las investigaciones concluyen, basándose en cuestionarios estandarizados, que “el 49% de los encuestados sufren trastornos mentales de algún tipo (depresión, ansiedad u otros)”.
Además de la crisis, el hecho de vivir en la calle es otro aspecto que ayuda a terminar de deprimirse.
PARA SABER MÁS
FEANTSA On the Way Home: FEANTSA Monitoring Report on Homelessness and Homeless Policies in EU.
XAPSLL Diagnosis 2013. Albert Sales i Campos.
EAEN Estudio sobre la situación de las personas en situación de exclusión residencial grave, en la CAPV, 2014.
Ayuntamiento de Madrid. Foro técnico local para personas sin hogar 2012.