Mediterráneos / Los demonios de la Transición
Manuel Vázquez Montalbán, Andrea Camilleri, Jean-Claude Izzo y Petros Márkaris son los representantes por excelencia de la llamada corriente mediterránea de novela negra, que combina el realismo, la crítica, el hedonismo y la cultura. Son herederos de los maestros Georges Simenon y Leonardo Sciascia.
Vázquez Montalbán contempla con pesadumbre el progresivo declive de la izquierda, a través de los ojos del detective privado y exrojo Pepe Carvalho.
Novela Negra Manuel Vázquez Montalbán, en Barcelona. Foto: Agustí Carbonell
Manuel Vázquez Montalbán utilizó los mejores elementos de la novela negra para relatar la construcción de la democracia en España y la transición en los 24 títulos de la serie protagonizada por Pepe Carvalho. Al escritor no le gustaba demasiado la etiqueta de negra. Él mismo definió su proyecto, en un artículo publicado en El País en 2002, como “una sucesión de novelas crónica que iría describiendo no solo la transición entre Franco y el infinito democrático de la libertad duradera, sino la que ya se estaba produciendo entre la década de las luces, los años sesenta, y el tenebrismo desesperanzado del fin de milenio”.
Añadió, en 1997, en otro artículo: “Las novelas de Carvalho, más allá de la Transición española, trazan el viaje desde la edad de la inocencia de la década de los sesenta a la edad de todos los empleos precarios y desempleos estables, esta globalidad de la desesperanza”.
Esa desesperanza de la que habla se refleja en las novelas de Carvalho, exrojo, exmarido, exagente de la CIA, gastrónomo y buen cocinero, detective privado. Contempla con pesadumbre y tristeza, pero con mucha ironía, el progresivo declive de la izquierda. En Sabotaje olímpico (1993), un submarino diseñado por Mariscal navega en busca de un idealista que intenta encontrar a nado los restos de la armada marxista-leninista.
La serie muestra una visión crítica de la Transición, que analiza desde todos los ángulos: la cultura, que reivindica mestiza, la economía, la política, las costumbres, las señas de identidad… Es una visión global. Los 24 libros aguantan bien el paso del tiempo. Hay novelas mejores, otras no tan buenas y algunas espléndidas, como Los mares del Sur y La soledad del mánager.
En Los mares del Sur (1979), un empresario de la construcción, Carlos Stuart Pedrell, se siente incómodo con su familia y con su trabajo y decide hacer el viaje de sus sueños a los mares del Sur. Pero a última hora se queda en el barrio marginal, de obreros e inmigrantes, sin servicios mínimos, que él construyó a finales de los cincuenta durante la etapa de expansión especulativa del alcalde José María Porcioles. Allí aparecerá muerto a navajazos un año después.
Mientras los sindicalistas explican a los obreros los Pactos de la Moncloa (1977), algunos empresarios del franquismo siguen enriqueciéndose de manera muy poco ortodoxa en la democracia. Vázquez Montalbán suele hacer guiños a los lectores. En Los mares del Sur, Stuart Pedrell tiene dos socios, Planas y Munt y es difícil no pensar automáticamente en un exconsejero de Economía de la Generalitat, Jordi Planasdemunt, que fue condenado por una estafa de pagarés.
La soledad del mánager (1977) es una historia amarga de cómo antiguos militantes de izquierda y luchadores contra la dictadura, desde abogados y economistas hasta fabricantes de yogures, se han recolocado en la democracia. “Ellos tienen el poder económico, político, cultural y moral”, dice uno de los personajes. Ha habido un cambio en la política, pero en lo financiero e industrial las cosas siguen exactamente igual; es más, los cachorros del poder económico quieren asumir también el poder político, cuenta la novela.
La ‘subnormalidad’ de la Dictadura
Un ejecutivo de una importante multinacional es asesinado. Había descubierto un desvío de fondos en su empresa. Carvalho completa la investigación: la multinacional estaba muy preocupada por el futuro político de España, quería una derecha democrática fuerte para evitar tentaciones revolucionarias, pero mientras llega esa derecha financian la violencia ultra para atemorizar a la población. A los izquierdistas reconvertidos no les importan los métodos sucios.
La serie de Carvalho se inició con Yo maté a Kennedy (1972); entonces no era detective, sino guardaespaldas del presidente estadounidense y agente de la CIA. Era, según explicó el escritor, un “héroe subnormal” en la línea de su ensayo Manifiesto subnormal (1970). Literatura experimental para explicar la “subnormalidad” que provocaba la dictadura. Recurrió de nuevo al experimentalismo en El laberinto griego y Sabotaje olímpico, en las que cuestionó los JJ OO de 1992. Las dos últimas, Milenio Carvalho I: Rumbo a Kabul y Milenio II: En las Antípodas aparecieron en 2004, después de la muerte de Vázquez Montalbán el 18 de octubre de 2003. La lectura hoy del ciclo es recomendable, para recordar parte de nuestra historia o para descubrirla.