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Menos oficina, ¿más cuidados?

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Febrero 2015 / 22

La reducción de jornada generalizada es un paso hacia la igualdad, si se suma a un cambio de mentalidad 

Las mujeres trabajan más y dedican menos tiempo al ocio. Esa es la conclusión a la que llegan las cifras de casi todas las estadísticas europeas sobre el uso del tiempo, con mayor o menor diferencia entre sexos según el país.

En España, la brecha, según el INE, es de poco más de una hora al día. Es decir, si se suma el tiempo de trabajo remunerado al tiempo de cuidados del hogar, ellas trabajan una hora más. Pero la estadística extrae un promedio. No distingue entre mujeres de 18 años y de 65. Cabe pensar que la diferencia se amplía cuando los niños son pequeños.

Son las mujeres quienes en los contratos aprovechan más las jornadas reducidas y los tiempos parciales, sobre todo en edad de tener hijos que requieren mayores cuidados. Si se observa el gráfico aquí abajo se ve que la brecha de horas de tiempo remunerado por género se amplía en la etapa de la vida de cuidar hijos. La tendencia cambia al final.

“La carga de trabajo de mujeres, en los cuidados sobre todo de los hijos es demoledora. No acaba nunca. Si encima hay que compatibilizar con un empleo a tiempo completo se hace pesado. Además de agotamiento, esto genera aislamiento social y es una forma de explotación”, opina Elena Idoate, doctora en Economía Internacional por la Universidad de Barcelona. “Por eso, ellas son quienes eligen reducir el tiempo de trabajo remunerado. Lo que se ha visto en esta crisis es que a partir de los 45 años, y sobre todo de los 55 años, estas mujeres vuelven a trabajar. Se da una tendencia contraria al resto de la economía”.

 

UNA INJUSTICIA QUE PERSISTE

¿Podría la reducción de jornada laboral resolver la desigualdad del tiempo que las mujeres dedican al ocio, y equipararla con el tiempo de los hombres?

La pobreza laboral tiene rostro de mujer. Actualmente, lo que produce tanto la jornada a tiempo parcial como la jornada reducida es bajar el salario y las cotizaciones sociales, y por tanto las pensiones.

“Una reducción de jornada generalizada igualaría y daría más tiempo a hombres y a mujeres para dedicarse a otras facetas de la vida, como los cuidados”, dice Florent Marselleci, de la New Economic Foundation promotor en España de la idea de reducir la jornada a 21 horas.

Esta idea podría ayudar a una mayor igualdad, pero no es seguro. “Si la reducción de la jornada de trabajo pagado supone que las mujeres van a tener más tiempo para poner lavadoras, hacer deberes con sus hijos y acompañar a su suegra al médico, no hemos conseguido nada”, añade Carmen Sarasua, catedrática de Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Seguirán siendo personas estresadas, agotadas, sin tiempo para sí mismas. La reducción debe ser del tiempo de trabajo, en general, y la alternativa tiene que ser no más trabajo (y encima no pagado), sino ocio, deporte, política, o lo que cada cual prefiera”.

“Reducir la jornada laboral es indispensable para repartir mejor el trabajo”, coincide Idoate. “Pero una cosa no lleva necesariamente a la otra. Se tiene que dar una repartición del trabajo doméstico igualitario. El patriarcado lleva tanto tiempo y está tan metido en nuestras sociedades que las mujeres muchas veces ni nos damos cuenta. Sí, ellos pueden hacer ahora el desayuno pero ellas se encargan de la compra, de la ropa, de la cocina, del almuerzo y de la cena (véase el gráfico del uso del tiempo). Si ellos no sienten que tienen en casa una responsabilidad igual que la de las mujeres, porque la sociedad no se la asigna, nada va a cambiar”.

Las estadísticas del experimento francés de las 35 horas parecen confirmarlo. En Francia, son las mujeres las que siguen trabajando menos horas que los hombres y las que más han aprovechado la reducción de la jornada laboral. Hay una diferencia que separa a las mujeres francesas de las españolas. Allí, tienen más hijos.