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Negociación // Ucrania fía su futuro a la UE

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Mayo 2022 / 102

Ilustración
Andrea Bosch

La reconstrucción del país viene condicionada a su adhesión a la Unión Europea.

La sangrienta y devastadora guerra de Putin contra Ucrania que empezó el pasado 24 de febrero ha dejado ya un país con numerosas ciudades y amplias extensiones de territorio completamente arrasadas. Sin duda, la pérdida de miles de vidas humanas es la consecuencia más deplorable por su imposible reparación. La destrucción de infraestructuras, viviendas y equipamientos públicos y privados es estremecedora. La reconstrucción del país depende en buena medida de la ayuda internacional, que está siendo desarrollada fundamentalmente por los países europeos. La idea de crear un Plan Marshall para Ucrania como el que permitió la recuperación europea tras la II Guerra Mundial está ganando apoyos. En este contexto, la adhesión de Ucrania a la Unión Europea se ha convertido en una cuestión central.

Los estragos ocasionados por la invasión rusa son enormes. El primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, ha estimado que las pérdidas ocasionadas superarán el billón de dólares si se tienen en cuenta los daños ya causados y la caída de la producción en los próximos años. Según sus estimaciones, los costes de las infraestructuras destruidas superan ya los 120.000 millones de dólares, (110.000 millones de euros). Hay que tener en cuenta que el producto interior bruto (PIB) de Ucrania en 2020 fue de 135.000 millones de euros. Un estudio de Economist Intelligence Unit ha calculado que el PIB de Ucrania caerá el 46,5% en términos reales. 

Aunque es muy difícil aventurar cómo puede terminar este conflicto, destacados centros de análisis han empezado a elaborar propuestas para preparar la reconstrucción. En este sentido, cabe destacar el proyecto A Blueprint for the Reconstruction of Ukraine, elaborado por el Centre for Economic Policy Research (CEPR), en el que han participado economistas como Barry Eichengreen (Universidad de Berkeley), Kenneth Rogoff, (Harvard) y Beatrice Weder  di Mauro (Graduate Institute Geneva). El anteproyecto se basa en seis principios, el primero de los cuales se centra en preparar a Ucrania para que pueda cumplir cuanto antes los requisitos para ser admitida como miembro de la UE. 

Ucrania necesitará ayudas que oscilan entre 500.000 dólares y un billón

El plan propugna el establecimiento de incentivos para que Ucrania adapte su legislación a las normas medioambientales europeas y medidas contra la corrupción. “El éxito de las ayudas dependerá principalmente de la capacidad de Ucrania de exportar a la Unión Europea y a otros mercados”, señala el anteproyecto.

Según el CEPR, las ayudas que precisa Ucrania oscilan entre 500.000 millones y un billón de dólares, un objetivo factible si se tiene en cuenta que el Plan Marshall, implementado entre 1948 y 1951, tuvo un presupuesto de 12.500 millones de dólares que, actualizados a los valores actuales, serían 450.000 millones, según el estudio.

Giro inesperado

Paradójicamente, la agresión de Putin, que tenía como objetivo liquidar las esperanzas de Ucrania de incorporarse a los organismos occidentales (UE y OTAN), podría acabar logrando todo lo contrario. La invasión rusa ha provocado, contra todo pronóstico, una decidida resistencia de los ucranianos y una rápida respuesta europea de solidaridad. La Unión ha enviado armas por valor de 1.500 millones de euros, ha aplicado severas sanciones económicas y un plan de acogida a los refugiados con los mismos derechos que los nacionales de los países que los reciben. Los ucranianos alojados en los países europeos superan ya los cinco millones de personas.

Tres días después del estallido de las hostilidades, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, mostró su completa disposición para acoger al país en el seno de la Unión. “Ucrania es uno de nosotros”, dijo la líder europea, “y los queremos entre nosotros”. Al día siguiente, el lunes 28 de febrero, el presidente de Ucrania Volodímir Zelenski, solicitó la adhesión de Ucrania a la UE. 

Las informaciones —y, sobre todo, las dramáticas imágenes de las ciudades arrasadas por los bombardeos— han precipitado las diligencias sobre el proceso de adhesión. El 7 de marzo, la Unión Europea acordó iniciar la tramitación formal para la adhesión de Ucrania, Moldavia y Georgia, que días antes habían solicitado su ingreso. El cuestionario para que Bruselas pueda emitir un primer dictamen sobre el proceso de adhesión fue entregado por Von der Leyen al presidente Zelenski en la visita, que junto con el alto representante de la UE, Josep Borrell, realizó a Kiev el 8 de abril.

Turquía sigue esperando

La adhesión de un nuevo Estado miembro es un proceso sujeto a una estricta regulación, durante el cual el Ejecutivo comunitario verifica si se cumplen las condiciones establecidas. Las negociaciones se realizan en el marco de 35 capítulos, que tratan aspectos como el cumplimiento del Estado de derecho, la normativa sobre medio ambiente, los derechos sociales y las libertades de movimientos de mercancías, personas y capitales. Finalizadas las negociaciones, la Comisión debe emitir un informe que debe ser aprobado por unanimidad por todos los Estados miembros.

Las negociaciones de adhesión suelen durar varios años. Croacia, por ejemplo, obtuvo la candidatura en 2004 y logró la adhesión como miembro de la Unión en 2013. Sin embargo, Turquía, que obtuvo la candidatura en 1999, sigue esperando 23 años después, tras solo haber logrado iniciar la negociación de cinco capítulos. 

La guerra lo ha precipitado todo. Tras la invasión, los líderes europeos han realizado reiteradas manifestaciones reconociendo las aspiraciones de Ucrania y expresando su deseo de facilitar la integración. En la reunión informal celebrada en Versalles el 11 de marzo, los jefes de Estado y de Gobierno emitieron una declaración en la que respondieron a la solicitud de adhesión a la UE presentada por el presidente Zelenski. La Declaración de Versalles sostiene: “El Consejo  ha actuado con celeridad y ha pedido a la Comisión Europea que presente su dictamen sobre esta solicitud de conformidad con las disposiciones pertinentes de los tratados. A la espera de ello y sin demora, seguiremos estrechando nuestros vínculos y profundizando nuestra asociación para ayudar a Ucrania a seguir su senda europea. Ucrania pertenece a la familia europea”.

Las negociaciones también han dejado patente una clara división en el seno del Consejo. Unos Estados, como Polonia, propugnan un “proceso rápido”, dadas las especiales circunstancias de la guerra. Otros países como Holanda y Croacia exigen el cumplimiento a rajatabla de los tratados y rechazan un trato excepcional.

Los Veintisiete están divididos en torno a cómo facilitar el acceso

Destacados líderes europeos se han pronunciado a favor de acelerar y facilitar los trámites. Así, el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt, eurodiputado y conspicuo europeísta, ha manifestado que no comprendía tener que esperar a que la Comisión Europea elabore un dictamen sobre el ingreso. Consideró que se trataba de unos meses perdidos. Abogó por comenzar las negociaciones formales, consciente de que se tratará de un proceso que tardará años. 

También se ha mostrado partidario de acelerar el ingreso de Ucrania a la UE el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Mario Draghi, quien ha explicitado: “Italia quiere a Ucrania en la Unión Europea”.

En el Parlamento Europeo, el clima es totalmente favorable a acelerar el proceso de adhesión. El pasado 1 de marzo, los eurodiputados aprobaron una resolución en la que se instaba a las instituciones europeas “a trabajar para conceder el estatuto de país candidato a la Unión a Ucrania”. La resolución fue aprobada por una aplastante mayoría de 637 votos a favor, 13 en contra y 36 abstenciones.

La guerra es, sin embargo, el factor que está marcando el destino de Ucrania. Pero al mismo tiempo se trata de un conflicto cuyas tensiones involucran cada día más a la Unión, agravado por la fuerte dependencia energética de Rusia de varios países,especialmente Alemania. El futuro de Europa también está estrechamente vinculado al desenlace del conflicto.