Pensiones privadas, una apuesta de alto riesgo
Los informes con tintes alarmantes suelen centrarse en el modelo público. Pero los fondos privados acumulan años de escasa rentabilidad, altas comisiones, patrimonio a la baja y compromisos de pago al alza. ¿Es sostenible?
Lo lógico es que usted esté preocupado por si va a cobrar su pensión cuando se jubile. Sobre todo si tiene una pensión privada. El debate sobre las pensiones gira a menudo alrededor de informes –en ocasiones, de parte– que tratan de demostrar la supuesta insostenibilidad del sistema público. Pero raramente se detienen en las pensiones privadas.
Y sin embargo, las mismas razones que suelen esgrimirse para dudar de la sostenibilidad del modelo público sirven para el privado: la próxima jubilación de centenares de miles de personas que reclamarán sus ahorros puede convertirlo en insostenible, salvo que el patrimonio de los fondos aumente de forma notable.
Pero la tendencia es más bien la contraria. El patrimonio de las pensiones privadas en España está estancada en 86.000 millones de euros como tope desde 2007 y los partícipes están clavados desde entonces en 10,3 millones. Pero los beneficiarios que ya cobran la pensión han aumentado el 42% al pasar de 152.000 a 216.000 personas, según los datos de Inverco, la patronal del sector.
A diferencia del modelo público, en el que los trabajadores cotizan para financiar las pensiones que otros perciben hoy, el privado es de capitalización: cada persona va ahorrando para sí y la pensión futura sale de las aportaciones y del rendimiento logrado por la gestora. Aquí reside otro problema: el rendimiento de los fondos en España ha sido pésimo, como demuestran los sucesivos informes coordinados por Pablo Fernández, profesor de la Escuela de Negocios IESE.
El modelo privado en España es reciente: no arranca hasta finales de la década de 1980, con lo que sus problemas no han aflorado aún porque durante años se han producido muchas aportaciones para la futura pensión y pocas jubilaciones. Pronto, estos ahorradores irán jubilándose y reclamando los pagos. Y si el patrimonio no crece o no se suman nuevos partícipes, el problema se hace evidente. En 2012, el sistema sólo ingresó 3.929 millones, el 21% menos que en 2011, sólo 58 millones más de los que gastó. Y esto que aún paga a muy pocos pensionistas si se compara con los compromisos que tendrá que afrontar pronto.
Por debajo del bono
En sus informes, el profesor pone las luces largas, con una perspectiva de al menos 10 años. Las conclusiones son desoladoras: sólo 32 de los 573 fondos que han operado durante la última década (apenas el 5,5% del total) superan la rentabilidad del bono español a 10 años (4,36%). Es decir, la inmensa mayoría de partícipes tendría hoy un ahorro superior para su jubilación si en lugar de haber alimentado un fondo de pensiones se hubiera limitado a adquirir bonos del Estado.
Según Fernández, la clave está en las elevadas comisiones, que se comen la rentabilidad e incluso las desgravaciones fiscales. El drama es que la rentabilidad no sólo es baja, sino que hasta 16 fondos, que suman aportaciones de 150.000 personas, tienen resultado negativo. Es decir, en estos casos el dinero en el banco para la pensión privada en el momento de la jubilación es incluso inferior a la suma de todas las aportaciones realizadas.
En algunos fondos, el patrimonio directamente se ha volatilizado, con pérdidas superiores al 3% de media al año: al cabo de una década, ello supone la pérdida de casi la mitad de todo lo aportado.
Casi todos estos fondos en rojo son de renta variable: con el dinero aportado por los partícipes para la jubilación, algunas gestoras tomaron opciones de alto riesgo. El crash de 2008 se las llevó por delante.
Auge de la “inversión alternativa”
No se trata de excepciones, sino que el apetito por el riesgo de los fondos –a través de la llamada “inversión alternativa”– ha ido en aumento precisamente como consecuencia de la reducción del patrimonio, como resaltan los informes de la OCDE, el organismo que agrupa a los países ricos, gran promotor de las pensiones privadas.
Como el patrimonio de los fondos ha caído y los compromisos de pago que se avecinan aumentan, las gestoras necesitan rentabilidades mayores para poder pagar la jubilación prometida y, en consecuencia, redoblan las apuestas de riesgo.
El último informe de la consultora Mercer sobre los fondos de pensiones, correspondiente a 2012, estima que hasta el 30% del patrimonio de las gestoras de la Europa continental está invertido ya en la arriesgada “inversión alternativa”.
El resultado ha sido en muchos casos el contrario al buscado: ha exacerbado aún más el estrés de los fondos de pensiones.
Los famosos hedge funds, vehículos de inversión especulativa a los que han acudido gestoras desesperadas, llevan 10 años consecutivos con una rentabilidad por debajo de la mera evolución de la bolsa, según el índice HFRX, de referencia en el sector. Y los especializados en materias primas (commodities), otro polo de la “inversión alternativa”, suman incluso dos años consecutivos en pérdidas, según el índice Newedge.
Pero las comisiones de los hedge funds son superlativas. Si usted tiene un plan privado de pensiones, cabe la posibilidad que la gestora, que ya cobra una comisión, haya derivado parte a un hedge fund, que a su vez cobra otra comisión por operaciones que a veces incluso pierden dinero.
Lo lógico es que esté preocupado por su pensión privada, sí.