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RECORTES // Carles Ribas

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Julio 2015 / 27

Un niño prepara un cartel contra los recortes en enseñanza.

La fiebre de austeridad estalló en mayo de 2010 con el plan de ajuste del Gobierno de José Luis Rodriguez Zapatero y se intensificó tras la llegada al poder de Mariano Rajoy un año y medio más tarde. El objetivo —cumplir las exigencias de déficit fiscal impuestas por la Unión Europea y los organismos financieros internacionales y seguir teniendo acceso al crédito para evitar la suspensión de pagos— parece haberse cumplido, pero a un precio altísimo para muchos ciudadanos. Ningún capítulo del gasto público se ha salvado: pensiones, salarios de los funcionarios, prestaciones por desempleo, educación, sanidad, infraestructuras… La filosofía dominante era que el ajuste devolvería la confianza necesaria para que la economía creciera, pero el empobrecimiento que ha traído consigo ha puesto en duda la eficacia del “delirio de la austeridad”, como lo llama el premio Nobel Paul Krugman.