Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Recuperación con pies de barro

Comparte
Pertenece a la revista
Noviembre 2016 / 41

Cuesta creer que el populismo avance en una economía en crecimiento y con apenas el 5% de paro, pero una mirada más cercana pone al descubierto el mal reparto de la riqueza

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

A simple vista nos cuesta comprender el origen de esa ira que ha llevado a tantos estadounidenses a inclinarse por Donald Trump para presidir su país. Con un PIB que ha aumentado el 13% desde  la crisis de 2008 (frente al 2% en la zona euro) y un índice de paro por debajo de la barrera del 5% (mientras que sigue en torno al 10% en Europa), se podría pensar que la situación estado-unidense no justifica ese avance populista. Sin embargo, hay que mirar las cosas más de cerca. 

En primer lugar, no hay que olvidar que la población estadounidense crece más deprisa que la del Viejo Continente. Mientras que la zona euro se ha incrementado en 7 millones de habitantes (+ 2,1%) entre 2008 y 2016, la población de EE UU lo ha hecho en 20 millones (+ 6,5 %). El aumento del PIB per cápita ha sido, pues, sólo del 5,8% en nueve años. Evidentemente, mejor que en la zona euro, donde el PIB per cápita aún no ha alcanzado el nivel de antes de la crisis y su crecimiento es muy débil: 0,6%  de media anual, frente al 1,9 % de 1990 a 2008; es decir, tres veces más. 

El porcentaje de pobres ha pasado del 13,5% al 15% en seis años

Casi un estadounidense de cada siete recibe ayuda alimentaria

El bajo índice de paro se debe al abandono del mercado laboral

Pero también, y sobre todo, ese escaso crecimiento está muy mal repartido en Estados Unidos. El Economic Policy Institute calcula que el 1% de los más ricos ha captado el 85% del aumento de la renta entre 2009 y 2013. La  renta media (que divide a la población en dos: una mitad que gana más y otra que gana menos) de un hogar estadounidense era de 57.423 dólares  en 2007, según la Oficina del Censo. En 2015, era de 56.516 dólares, aunque haya subido significativamente respecto a 2014. 

Estas persistentes dificultades se han traducido en un alza casi continua de la pobreza. Según la Oficina del Censo, el porcentaje de pobres ha pasado del 13,5% en 2009 al 15,5% en 2014. Aunque es cierto que ha comenzado a bajar en 2015, la pobreza sigue siendo claramente superior a la de 2009. Estados Unidos dispone desde 1939 de un programa federal de Food Stamps, ayudas a los pobres que sólo pueden usarse para comprar comida. En 2007, 26,3 millones de estadounidenses tenían derecho a ese subsidio. En 2013 esa cifra casi se había duplicado (véase el gráfico). Desde entonces ha bajado, pero a mediados de 2016 todavía lo recibían 43,4 millones de personas; es decir, ¡casi un estadounidense de cada siete! No sorprende, pues, que en esas condiciones el miedo a  bajar en el escalafón social oprima a tantos ciudadanos. 


UN PLENO EMPLEO ENGAÑOSO

¿Pero no es cierto que, pese a todo, Estados Unidos ha vuelto a tener casi  pleno empleo? En efecto, desde 2011, en el punto más bajo de la crisis, el país ha creado más de 12 millones de empleos, frente los 2 millones de la zona euro. Y respecto a 2007, los estadounidenses cuentan hoy con 6 millones más de puestos de trabajo, frente a sólo 500.000 en la zona euro. Pero hay que tener en cuenta también la dinámica demográfica. Es cierto que desde su punto más bajo en 2011, el índice de empleo (es decir, la relación entre las personas que tienen un empleo y la población en edad de trabajar) de los estadounidenses de una edad entre quince y sesenta y cuatro años ha remontado, pero el 68,7% de 2015 es claramente inferior al 71,8 % de 2007. A título de comparación, el índice de empleo sólo ha retrocedido en Francia 0,5 puntos porcentuales en el mismo período, seis veces menos que en Estados Unidos. En lo que se refiere al núcleo  central de la población (la de veinticinco a cincuenta y cuatro años), el índice de empleo de los franceses (79,8 %) es incluso hoy superior al de los estadounidenses (77,8%), sobre todo debido a que el índice de empleo de las mujeres es 4,6 veces menor en la otra orilla del Atlántico. Por tanto, no existe ningún milagro estadounidense del empleo.

Los estadounidenses siguen consumiendo más de lo que producen

La deuda ronda el 107% del PIB, 15 puntos más que la eurozona

La Reserva Federal ha contribuido a limitar los daños

Si, a pesar de ello, EE UU tiene un índice de paro tan bajo, es sobre todo debido a la caída paralela de casi tres puntos del índice de actividad (es decir, la relación entre la población que tiene o busca un empleo y la población en edad de trabajar), mientras que, por el contrario, en Francia, el aumento del paro se debe principalmente al aumento de 1,5 puntos del índice de actividad, vinculado directamente con las reformas de las jubilaciones. Por tanto, el índice francés es casi equivalente al índice estadounidense, lo cual no pasaba antes de la crisis. En otras palabras, es sobre todo la creciente desmoralización de los estadounidenses la que explica el escaso paro actual.  

Este resultado tan mediocre del mercado laboral se ha logrado gracias a una política presupuestaria más laxista que la europea. Lo que se traduce en un endeudamiento público que alcanza el 107% del PIB, 15 puntos por encima del de la zona euro.


EL PAPEL DE LA FED

La política monetaria expansiva de la Reserva Federal (banco central de Estados Unidos) ha contribuido a limitar los daños del sobreendeudamiento: los índices de impago sobre los créditos a los hogares han vuelto al nivel anterior a la crisis. También la producción industrial ha recuperado su nivel de antes de 2008 (lo cual, sin embargo, no ha pasado en Europa). 

Mientras tanto, las cuentas exteriores del país continúan en rojo: los estado-unidenses siguen consumiendo más que producen, aunque en menos proporción que antes de 2008. Por ello, no es nada seguro que esta endeble recuperación resista la anunciada restricción de la política monetaria.