Todo listo para el despegue
La economía social ha resistido mejor la crisis y ahora nuevas cooperativas entran en sectores clave como la banca y la energía. La ‘otra economía’ va en serio.
Desde la ortodoxia económica a menudo se mira por encima del hombro a la economía social como si fuera un mundo puramente idealista, cuando no directamente de hippies.
En la economía social hay ideales, claro, pero su actividad productiva no solo es muy real, sino que el impacto económico es ya tan importante —y creciente— que debe de contar con unos hippies muy particulares y numerosos.
Según el macroestudio de referencia de la UE, elaborado por el CIRIEC y coordinado por José Luis Monzón y Rafael Chávez, de la Universitat de València, la economía social aporta más de 14 millones de empleos en la UE, de los cuales 1,2 millones en España (1). Y si se abre el foco y se aborda el impacto global —incluyendo empleo indirecto—, las cifras se duplican: en España, el impacto alcanza a 2,3 millones de trabajadores en 44.500 empresas con una facturación de 150.000 millones, equivalente al 12% del PIB, según estimaciones de Cepes, la organización empresarial de la economía social (2).
ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR |
La economía social es muy diversa e incluye varias fórmulas jurídicas —cooperativas en todas sus variantes, sociedades laborales, mutualidades, fundaciones— con las características comunes de que no manda el capital y de que el fin último no es el beneficio privado. Las cooperativas son su mayor emblema y tampoco son un reducto de hippies: existen al menos 1.465 cooperativas —en 42 países— que superan los 100 millones de dólares de facturación anual (3).
Estas cifras ya son notables, pero los expertos coinciden en que se dan condiciones para un salto importante: cambios culturales por la crisis, mayor capacidad de resistencia e irrupción en grandes sectores estratégicos como la banca, la energía y hasta las telecomunicaciones. La economía social ha sido un buen amortiguador, pero empieza a estar lista para el despegue.
“La economía social es la corriente del futuro porque la crisis ha provocado un cambio de chip en mucha gente”, opina Juan Antonio Pedreño, presidente de Cepes. “Empieza a ser evidente que hay que organizar la economía de otra manera”, subraya.
La crisis ha sido también severa con la economía social, pero esta ha mostrado un mayor grado de resistencia por mucho que la caída de un símbolo como Fagor fuera presentada desde la ortodoxia como una quiebra del cooperativismo.
El mayor aguante lo reconoce sin ambages el Gobierno: “La crisis les ha afectado igual que al resto de empresas, pero la economía social ha demostrado una mayor capacidad para crear y mantener el empleo”, afirma una portavoz de Empleo.
Los datos oficiales de la Seguridad Social lo avalan: desde el crash de 2008, las cooperativas han perdido el 10% del empleo, mientras que los autónomos han caído el 15%; los asalariados del sector privado, el 20%, y el número de empleadores es un 25% menor. Además, cada año se crean más cooperativas de trabajo —en 2013, 950; el 66% más que en 2008—, se extiende la conversión de mercantiles en cooperativas —al menos 75 empresas desde el inicio de la crisis, la mitad de todas las reconvertidas en la UE, según Coceta (4) — y la Seguridad Social ha registrado en el último año la creación neta de 7.100 puestos de trabajo en cooperativas.
LA AUTOGESTIÓN, COMPETITIVA
La clave de esta resistencia, según Monzón, es “el modelo de gobernanza”: “La autogestión es muy competitiva porque los trabajadores son también socios, están motivados y se facilitan los pactos internos”, destaca el presidente del CIRIEC-España. Pedreño utiliza incluso la palabra misión: “Los socios van a hacer todo lo que esté en sus manos para tirar adelante su proyecto, que ven en ocasiones como una misión”. Sabe de lo que habla: cuando en 1982 quiso iniciar su propia cooperativa de enseñanza, en Murcia, “todo el mundo decía que era mejor olvidarse de la idea”. Los cooperativistas trabajaron tres años sin cobrar, pero hoy la Sociedad Cooperativa Severo Ochoa es una realidad de 140 trabajadores.
Este “modelo de gobernanza”, por definición más democrático y transparente al contar con los trabajadores en la sala de mandos, impide las estratosféricas diferencias salariales, una de las causas que ayudan a explicar la crisis. Un estudio del sindicato AFL-CIO (EE UU) cifra en 354 la diferencia retributiva entre ejecutivos y trabajadores de las grandes compañías estadounidenses. Es decir, el jefe cobra 354 veces más que el trabajador. En España, el mismo estudio sitúa en 127 la brecha salarial en las empresas del Ibex, mientras que las cooperativas se mueven en torno al 3 y solo excepcionalmente llegan al 8.
El CIRIEC estima en 1,2 millones los empleos de la economía social
Los expertos consideran que la democracia en la empresa es competitiva
Fiare empieza este mes a ofrecer banca ética para socios particulares
Fue precisamente la posibilidad de participar de una economía más democrática lo que llevó a Eduard Castellà a elegir el formato cooperativo cuando la empresa de ingeniería en la que trabajaba cerró, en 2007. “Se la llevó por delante una gestión pésima, de ordeno y mando, que ni escuchaba ni respetaba a los trabajadores”, explica. Al quedar en paro, formó junto a tres compañeros INCOD, con base en Mataró (Barcelona), con la filosofía opuesta. Han sudado la gota gorda porque nacieron en medio del tsunami, pero en 2014 cerrarán ya con beneficios y proyectan incorporar a otros cuatro socios a corto plazo.
Castellà y sus compañeros pudieron arrancar con la capitalización del paro, que es posible destinar a crear una cooperativa. En 2013, hasta 3.612 personas capitalizaron la prestación para crear una o sumarse a una existente, el 6,5% más que en 2012.
ICON optó por no solicitar préstamos para evitar nacer con deuda, pero hubiera tenido muy difícil conseguirlos porque la crisis ha secado el crédito. El desmantelamiento de las cajas ha supuesto un problema adicional y el sector depende más que nunca de las cooperativas de crédito y cajas rurales, que en general conservan una buena salud, con una cuota de mercado del 6% y activos de más de 130.000 millones.
Pero la gran novedad es la llegada de nuevos actores directamente como banca ética de base cooperativa con el objetivo de desempeñar el papel de “aceite para que todo el engranaje del mercado social funcione”, en expresión de Xavi Teis, de Coop57, cooperativa de servicios financieros en plena expansión: en 2008 sumaba cuatro millones de euros en aportaciones de socios y 3,5 millones en préstamos, y ya supera los 21 millones en aportaciones y roza los 10 millones en créditos.
El proyecto de banca ética cooperativa más ambicioso, Fiare, culmina este otoño su proceso hacia la constitución como banco que ofrecerá la cartera de servicios básica –banca por Internet, cuenta de ahorro, tarjeta de débito- a particulares (ver Un banco nuevo, por fin). La entidad tiene ficha bancaria desde el verano.
Hasta ahora, Fiare se limitaba en la práctica a financiar proyectos de la economía social, ejerciendo a menudo de salvavidas ante la cerrazón de la banca convencional. Un ejemplo: el grupo Peñascal, cooperativa vasca de formación ocupacional y vivero de proyectos empresariales para la inserción de colectivos con riesgo de exclusión, no pudo desatascar su gran apuesta estratégica de construir una sede multifunciones en Bilbao hasta dar con Fiare, según explica su directivo Santi Membibre. El grupo suma tres décadas de trabajo impresionante, tiene los números saneados, cuenta con 160 trabajadores y forma cada año a más de 2.500 personas, pero no tenía manera de involucrar a ningún banco en su gran apuesta de viabilidad.
La irrupción de alternativas de la economía social en los sectores clave va más allá de la banca y llega a terrenos hasta ahora vírgenes y tan ambiciosos como las telecomunicaciones, con la aún incipiente Eticom-Som Connexió, y la energía, con Som Energia como símbolo consolidado: esta cooperativa de energía verde nació en diciembre de 2010 con 150 socios y ya supera los 15.000. Su previsión es cerrar 2014 con nueve millones de euros de facturación y servicio de electricidad en 22.000 hogares.
Muchas de estas nuevas experiencias se encuadran en la “economía solidaria”, el segmento de la economía social con los estándares más exigentes de democracia, beneficio social y transparencia. Es un sector más militante —y no por ello menos eficiente— que se agrupa alrededor de la Red de redes de economía alternativas y solidaria (REAS).
Las cifras de este segmento son aún modestas, pero han crecido mucho pese a la crisis: los puestos de trabajo retribuidos han pasado de 3.300 a 7.300 entre 2006 y 2013; y la facturación, de 171 millones a 261 millones, el 52% más. “La gente se acerca por los valores y no para encontrar gangas, pero luego descubre productos y servicios de gran calidad”, explica Carlos Rey, de la secretaría técnica de REAS.
La economía solidaria, la más militante, crece el 50% con la crisis
Las ferias se extienden y la pionera, en Barcelona, colgará el “lleno total”
“Faltan emprendedores con vocación de repartir la riqueza”, dice Soriano
Un buen medidor del auge son las Ferias de la Economía Solidaria, una iniciativa de la Xarxa d’Economia Solidària (XES) —la organización catalana vinculada a REAS—, que arrancó en Barcelona en 2012 con un formato que se ha extendido con éxito a Madrid, Zaragoza, Bilbao y Pamplona. El primer año pasaron por la feria en Barcelona 120 entidades y 7.000 personas, cifras que en 2013 saltaron a 184 y 12.000, respectivamente. Este año se celebra del 24 al 26 de octubre y su coordinador, Xavi Palos, estima que se superarán las 200 entidades, con lo que el peligro es desbordar los límites logísticos. La Feria ha crecido tanto que todo octubre va a ser el Mes de la Economía Solidaria, con actos en toda Catalunya. “La gente está harta de protestar y busca alternativas tangibles”, explica Palos.
Toda esta efervescencia es vista con satisfacción por Josep Soriano, uno de los padres del cooperativismo en Valencia, que en los años de la Transición contribuyó a forjar cooperativas hoy tan asentadas como Caixa Popular, Consum y Florida. Soriano, siempre con los pies en el suelo, advierte de que más de tres décadas después sigue existiendo el mismo “punto crítico”: “Es difícil encontrar a gente con vocación de emprendedor y al mismo tiempo con la perspectiva de repartir la riqueza”.
Pero la cooperativa Florida Universitària arranca este año un grado de emprendimiento con la metodología finlandesa LEINN, en el que desde el primer día se simula la creación de una empresa, un programa ya probado con éxito en la Universidad de Mondragón. El mundo económico ortodoxo debería estar en condiciones de certificar al menos que, efectivamente, los hippies han cambiado mucho.
PARA SABER MÁS
1. La economía social en la UE-2012. Comité Económico Social Europeo y CIRIEC. José Luis Monzón y Rafael Chávez (coordinadores).
2. Listado de empresas más relevantes de la economía social en España 2013-2014. Confederación Empresarial Española de la Economía Social (Cepes).
3. The World Co-Operative Monitor: Exploring de co-operative economy. Alianza Cooperativa Internacional (ACI), 2014.
4. Business transfers to employees under the form of a cooperative in Europe. Opportunities and challenges. CECOP-CICOPA, 2013