Un debate muy diverso en Europa
El movimiento cooperativista sopesa los beneficios y los riesgos de la economía colaborativa
ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR
Hasta ahora se venía hablando de cómo el cooperativismo podía ayudar a hacer más justa a la economía colaborativa. Pero el movimiento cooperativo se lo plantea también al revés: ¿cómo puede la economía colaborativa mejorar el cooperativismo tradicional?
El tema está todavía muy en pañales. Apenas se sabe lo que es “economía colaborativa”. Por eso, Cooperatives Europe, entidad que representa a las cooperativas europeas de todo tipo (trabajo, agrarias, consumo, etc), llevó a cabo un estudio para mapear en qué estado se halla este tipo de iniciativas, y ver cuál es la opinión de las organizaciones cooperativas de toda Europa al respecto.
La hipótesis que plantea Cooperatives Europe es que la economía colaborativa puede ayudar a la innovacióndel cooperativismo, que puede también trasladar sus valores de gobernanza.
Pero existe un debate, y las ideas son muy diversas, dependiendo de la experiencia previa de cada país, tanto con el cooperativismo como con las nuevas tecnologías. Por ejemplo, organizaciones de países de Europa del Este —Polonia o la República Checa —, donde existe reticencia a las cooperativas, ligadas al período comunista, ven las “cooperativas de plataforma”, como una oportunidad a través de los jóvenes de quitar el estigma negativo del comunismo.
Reino Unido y Francia, así como cada vez más Bélgica y Austria, creen que la sinergia entre ambos sistemas no sólo es posible, sino deseable y casi inevitable. Por ejemplo, la asociación francesa CG Scop está impulsando un grupo de trabajo para promover este híbrido, y construye un acelerador de economía colaborativa para cooperativas. Se plantean también crear una plataforma cooperativa que reúna los elementos clave de la economía colaborativa y los siete principios cooperativos de la Alianza Cooperativa Internacional.
Algo parecido está haciendo Cooperatives UK, usando su infraestructura para dar soporte a las cooperativas de plataforma. Un ejemplo de esto es la cooperativa Cultural.coop, que fomenta la cooperación del sector de las industrias creativas en Reino Unido, y que fue presentada junto a otros ejemplos mundiales en un dossier sobre industrias creativas del boletín Trabajar Juntos, de la organización de cooperativas de trabajo europeas y mundiales CICOPA.
CON CAUTELA
Otros países, como Italia u Holanda, perciben la economía colaborativa con más cautela. En Italia, por ejemplo, la asociación de cooperativas de trabajo Legacoop considera que hay que tener mucho cuidado con los tópicos, y que hay que distinguir las prácticas reales del compartir con el mercado On-Demand. Por ejemplo, señalan a las plataformas de freelancers, que “no deberían llevar a la gente a convertirse en autónomos que comparten ciertas cosas”, sino luchar contra la precarización.
En Holanda, la Association NCR está preocupada porque las cooperativas de plataforma que han surgido tienen que ver con cuestiones ideológicas y de valores, pero les falta una visión de negocio.
De las 38 experiencias estudiadas por Cooperatives Europe, el 80% están relacionadas con el mundo digital. En general, son plataformas pequeñas, con dificultades de financiación, y a las que les es difícil competir con las grandes como Airbnb o Uber. Pero el movimiento cooperativo está preocupado: ¿qué pasa si crecen? ¿Podrán mantener el principio cooperativo de trabajar por la comunidad local? “Hay un riesgo de cometer los mismos errores” , señalan.
Blanco, negro y grises; mientras tanto, las cooperativas se están beneficiando de las nuevas tecnologías en plataformas como Loomio, que permiten una mayor gobernanza, o en casos de intercooperación, en plataformas cooperativas como la francesa France Barter.