Cómo ven los economistas la economía social y solidaria
El modo en que los economistas perciben la economía social y solidaria nos enseña muchas cosas sobre este sector, pero también sobre los límites de la ciencia económica.
ÉXITO DE LA FERIA EN BARCELONA La II Feria de Economía Solidaria de Catalunya reunió a más de 12.000 personas en Barcelona el fin de semana del 26 y 27 de octubre. La moneda complementaria que manejan las entidades de la economía social, el ecosol, amplió considerablemente su circulación. Si en la edición anterior se cambiaron 17.000 euros de ecosoles, en esta ocasión el cambio afectó a 37.000. la feria, organizada por la Xarxa d'Economia Solidària (XES), permitió mostrar cómo la economía social tiene respuestas a todas las necesidades de la vida cotidiana, a través de talleres, mesas redondas y exposiciones. FOTOS: XES
¿Cómo consideran los economistas la economía social y solidaria, ESS para sus íntimos? A esta pregunta responde el último número especial que acaba de publicar Alternatives Économiques. Un número basado en una encuesta realizada entre una selección de economistas de prestigio, en su mayoría no especialistas en este ámbito.
¿Objeto social o estatuto?
Ante todo, hay que constatar que la definición del campo es objeto de discusión entre los economistas, en términos parecidos a los que debaten desde hace tiempo los adeptos a la ESS. La mayoría considera que lo que distingue a las empresas de ESS de las sociedades de capital es su naturaleza no lucrativa y su gobernanza democrática. En este sentido, Blanche Segrestin explica que el concepto de economía social y solidaria hace referencia a un conjunto de organizaciones que “aspiran en el campo económico a ocuparse de los retos sociales y medioambientales o a tener modos de funcionamiento solidarios o igualitarios”. Jézabel Couppey-Soubeyran describe un sector cuyos objetivos “no están tan orientados a maximizar los beneficios como a satisfacer las necesidades”. Dominique Plihon, por su parte, ve un sector que “intenta aplicar, defender, valores como ser solidarios y compartir, así como una visión diferente del desarrollo y el crecimiento”.
Otros economistas insisten en los modos específicos de gobernanza reivindicados por la economía social. A juicio de Gaël Giraud, se trata de “modificar el estatuto jurídico de las empresas teniendo en cuenta la responsabilidad social”. Roger Guesnerie avanza la hipótesis de que la ESS sería “el avatar actual de lo que en los años setenta se denominaba autogestión”.
Una aportación limitada
La mayoría de los economistas encuestados considera, sin embargo, que la aportación de la ESS a la buena marcha de la sociedad es bastante limitada. “Su escaso peso hace que su dimensión sea meramente testimonial”, afirma Dominique Plihon. Daniel Cohen, por su parte, ve en el auge de la economía social y solidaria una respuesta al nuevo período a que se enfrenta el Estado de bienestar, que descubre que “no es omnipotente y que existe un hueco que debe ser llenado”. Philippe Askenazy considera que “es una ingenuidad creer que la crisis y el aumento de la pobreza que la acompaña van a ampliar el espacio de las organizaciones de la ESS”. Florence Jany-Catrice es más positiva y recuerda que “las cabezas de red de la ESS desempeñan un papel muy claro en la construcción de numerosas políticas públicas, especialmente las sociales”.
La mayoría de economistas cree que la ESS tiene una contribución testimonial
Si bien la aportación de la economía social a la buena marcha de nuestra sociedad es controvertida, paradójicamente, hay más consenso en lo que a su potencial de transformación social se refiere, pues es portadora de una envidiable promesa. A algunos les interesa sobre todo la gobernanza de las empresas de la ESS; a otros, su idea de la economía, más cooperadora y más ligada a los territorios, al servicio de las personas que ella puede representar. “Nos enfrentamos hoy a una crisis moral del capitalismo”, observa Philippe Askenazy, “que abre un espacio a todo el que pueda aportar una alternativa a la lógica clásica del mercado”.
Notable desinterés
Intentemos comprender, por último, el relativo desinterés de los economistas hacia la ESS. Ante todo se explica por el paradigma en que se fundamenta la ciencia económica. Philippe Askenazy considera, en este sentido, que “la teoría dominante piensa la economía como el encuentro entre unos actores con objetivos en parte antitéticos (...), la cooperación es, en cierto modo, una forma de no-objeto teórico”. Jérôme Blanc constata igualmente que “el acento que se pone en el individuo considerado racional (...) no casa con las expectativas de la ESS de no buscar el máximo beneficio. La economía dominante excluye lo social, en el sentido en que lo entiende la sociología, por construcción (...). Si bien habla de cooperación, la considera aún como resultado de una relación de fuerzas favorable. ¡Se coopera excepcionalmente!, aunque en realidad la cooperación está en el núcleo de toda actividad económica”.
Este razonamiento se ve, sin embargo, limitado por el hecho de que numerosos economistas, supuestamente heterodoxos, tampoco muestran un vivo interés por la ESS. Jean-Michel Servet ironiza sobre la actitud de los economistas que se consideran a sí mismos los más radicales: “Parte de ellos procede de determinado marxismo que estructura su pensamiento en torno a la oposición Estado-mercado. Interesarse por la economía social y solidaria es casi colaborar con el sistema”.
Jean Gadrey ofrece una explicación más matizada: “Los economistas heterodoxos (...) tienen un punto de vista basado con frecuencia en unos análisis enormemente industrialistas. Sobre todo, el fordismo, muy industrializado, se interesa poco en los servicios, con la notable excepción de Alain Lipietz y Pascal Petit (...). Al final, solo una pequeña minoría de economistas impregnados de una cultura sociológica e histórica y, por ello, calificados a veces como socioeconomistas, están interesados verdaderamente en esta otra economía que difiere en la misma medida de la economía pública como de la que funciona según las modalidades estándar”.
Si vamos más al fondo, añade Jean Gadrey, hay razones institucionales profundas para el escaso número de estudios dedicados a la economía social. Para entenderlo, prosigue, hay que hacer “un poco de historia sobre cómo se constituyó la profesión de economista y sus valores. De sus ejes de interés y de lo que, sencillamente, permite hacer carrera, pues, dada la organización social de la disciplina, hay personas que tienen un futuro prometedor y otras que no”.
Es cierto, pero también lo es que “el marco conceptual de los economistas evoluciona debido a las crisis, a los conflictos, que les obligan a modificar su pensamiento”, dice en tono positivo Jézabel Couppey-Souveyran.
Finalmente, si bien es verdad que los economistas expresan cierta distancia frente al discurso de la economía social sobre sí misma, a veces un tanto irónico, también lo es que, a cambio, les cuestiona los fundamentos de su disciplina. De hecho, si se interesan poco en la ESS es también porque hace que se tambaleen los fundamentos de la ciencia económica dominante y obliga, incluso a los más heterodoxos, a ir más allá de la crítica a un capitalismo reducido a su modelo e interesarse por las alternativas en germen en nuestra sociedad. Vamos, amigos economistas, ¡haced un esfuerzo!
Nota "Regards d’économistes sur l’économie sociale et solidaire”, Alternatives Économiques Poche, nº 63 bis, 56 p. 7,5 euros, disponible en www.alternatives-economiques.fr/poche
Libro en francia
Miradas de economistas sobre la economía social y solidaria
El número especial Regards d’économistes sur l’économie sociale et solidaire, editado por Alternatives Économiques en Francia, es producto de una encuesta realizada por Alternatives Économiques a petición del Laboratorio de la ESS, presidido por Claude Alphandéry, al que se ha unido el Instituto CDC para la investigación, dirigido por Isabelle Laudier. Se ha entrevistado a Philippe Askenazy, Jérôme Blanc, Anton Brender, Christian Chavagneux, Daniel Cohen, Jézabel Couppey-Soubeyran, Jean Gadrey, Gaël Giraud, Pierre-Yves Gomez, Florence Jany-Catrice, Pierre-Alain Muet, André Orléan, Dominique Plihon y Jean-Michel Servet. Otros diez economistas han tenido la amabilidad de responder a un cuestionario a través de correo electrónico: François Four-quet, Roger Guesnerie, Michel Henochberg, Jean-Louis Laville, Arnaud Lechevalier, Philippe Moati, Anne-Sophie Novel, Hélène Périvier, Gilles Raveaud y Blanche Segrestin.