Consumir menos para no morir
Debate: Seis grupos políticos diferentes organizaron en el Parlamento Europeo una conferencia de dos días sobre ‘postcrecimiento’ (decrecimiento).
Debate sobre el alcance energético. FOTO: M.V.
Para cualquiera que no esté muy relacionado con el tema, la palabra decrecer puede sonar extraña. Suena a que debemos ser más pobres, dejar de tener neveras, olvidarnos de la calefacción y caminar dos horas de ida y dos de vuelta para llegar al trabajo, como hacían nuestros abuelos, o como hace mucha gente en los países empobrecidos.
Se trata en realidad de un crecimiento distinto, en el que se toman en cuenta otras variables que no sean el PIB; un reparto más justo, equitativo y en el que los países ricos se hacen cargo de sus propios excesos.
Florent Marcellesi, eurodiputado de Equo en el grupo Verdes/Ale y coorganizador de la conferencia, explica: “El crecimiento económico infinito en un planeta finito es una contradicción que exige un cambio en nuestro modelo de desarrollo. Tenemos la responsabilidad de proponer soluciones innovadoras, ambiciosas y, al mismo tiempo, que sean justas y realistas”.
Más de 600 personas invitadas del ámbito político, económico, universitario, sindical y asociativo asistieron a los debates, para escuchar las diferentes voces que plantean desde Europa dejar atrás el crecimiento económico, sentados en la mesa discutiendo con representantes de la Comisión Europea. Para los grupos organizadores “es muy atractiva la visión del ‘desarrollo sostenible’ o ‘desarrollo verde’ y la promesa de soluciones tecnológicas a los problemas ambientales y otros resultados negativos que produce nuestra sociedad (...). Solo que no es cierto”.
Para entender el decrecimiento hay que comprender primero qué es el crecimiento. Actualmente se refiere básicamente al producto interior bruto (PIB). Para los ecologistas, no se puede entender el PIB como la fuente principal del desarrollo de un país: “la búsqueda obsesiva del crecimiento y del aumento del PIB nos llevará a la ruina”, sentencian. No son los únicos. También la economía feminista y otras corrientes económicas cuestionan la validez de seguir tomando en cuenta este indicador.
Durante el evento se llevaron a cabo una serie de conferencias simultáneas muy diversas que afectan la manera en que vemos la riqueza y el crecimiento: los modelos económicos, los salarios y la negociación colectiva, el rol del dinero y las tasas de interés, las posibilidades reales del ciclo energético, el mercado único como un espacio específico para multinacionales, la renta básica, la regulación financiera, la internacionalización de los costos medioambientales externalizados, el futuro del trabajo, las tecnologías que prometen sostenibilidad, la evasión y elusión fiscal y otros.
En la conferencia inaugural participó entre otros la comisaria europea para la competencia, que ha puesto coto a empresas como Apple, Amazon, Telefónica y Fiat, la danesa Margrethe Vestager. “El mercado es parte del puzle necesario para rehacer Europa y conservar la paz”, dijo Vestager. “Las investigaciones nos dicen que somos cada vez más desiguales. Las condiciones de trabajo no son los suficientemente sanas, y los efectos medioambientales de nuestras acciones se ven (...). Las cosas han mejorado para mucha gente en los últimos años, gracias al crecimiento, especialmente en los países pobres: mejor salud, educación comunicación, tecnología, y eficiencia. No podemos tirar a la basura nuestros avances, pero podemos construir una sostenibilidad en el crecimiento (...) En temas de competencia, por ejemplo, podemos poner objetivos de sostenibilidad. Ahora estamos abriendo un caso de fabricantes de coches que no usan la tecnología para mejorar la sostenibilidad. La competitividad es mucho más que estar de acuerdo en precios”.
Tim Jackson, economista y ecologista, profesor de desarrollo sostenible de la Universidad de Surrey y autor del libro Prosperidad sin crecimiento, agregó a las palabras de Vestager una reflexión: “Por supuesto que todo es mejor ahora. Pero no nos hablaron de los procesos medioambientales, de lo que íbamos a destruir, del cambio climático.... No se puede ser tan productivo si se saca la energía como se ha sacado. Tenemos que ser responsables los países desarrollados. La evidencia histórica nos muestra que el mundo como hemos crecido nos lleva a morir”.
Jackson se refirió a la parábola del envejecimiento. “No porque corras más vas a parar el envejecimiento”, añadió. “No se puede crecer obsesivamente. Es necesario paralizar ese crecimiento que deriva en desigualdad. No somos corredores de una maratón. Tenemos una relación religiosa con el crecimiento. Y tiene implicaciones”.
ENERGÍA Y TECNOLOGÍA
En la conferencia sobre energía, el profesor Mario Giampietro, de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados, (ICREA), dio una charla sobre la insostenibilidad del gasto energético, aun utilizando los nuevos sistemas. “La economía de las promesas tecnológicas es una narrativa no plausible, irresponsable y sobre todo ingobernable”, explicó. Y afeó a la Comisión Europea por “pagar a los científicos para alabar la maravillosa ropa del emperador desnudo”.
Grègoire Wallenborn, de la Université Libre de Bruxelles, agregó: “nunca hubo una transición ecológica”. Mostró, con el apoyo de un gráfico muy claro en el que se observa que las líneas de crecimiento están prácticamente superpuestas, que hay una correspondencia directa entre gasto energético y PIB. “No tenemos todavía la tecnología. Con la capacidad de la energía renovable no llegamos. La solución es bajar las emisiones, y las estamos subiendo”.
Las nuevas tecnologías no son la salvación para seguir consumiendo
Europa no toma en cuenta las emisiones de sus importaciones
Por parte de la Comisión Europea participó Francesco Ferioli, quien quiso indicar los avances a los que había llegado Europa, donde las emisiones de carbono, con las políticas actuales, se reducirían un 60% en 2050”.
Ferioli recibió críticas por parte de los ecologistas, que consideran que Europa puede bajar las emisiones gracias a que importa los productos, con sus emisiones, producidas en los países pobres.
En la conferencia sobre la trilogía Tecnología, sostenibilidad y crecimiento, José Bellver, de FUHEIM, explicó algunos datos que no son tomados en cuenta cuando se habla de las nuevas tecnologías para seguir consumiendo como consumimos.
“Si bajamos a la escala de productos específicos observamos cómo multitud de dispositivos, equipos electrónicos asociados a las TIC (desde dispositivos móviles, teléfonos o sensores) tienen costos socioecológicos importantes. En términos de energía, aunque el consumo durante el uso de por vida sea cada vez más eficiente, no se tiene en cuenta la infraestructura necesaria. Por ejemplo, el consumo de energía en la nube ya se está convirtiendo en un problema porque se está hablando de que consumen el 2% o más del consumo mundial de electricidad. Hablamos del consumo de energía en la fabricación de los productos electrónicos (con su obsolescencia programada). Además, en términos de materiales, la extracción de minerales plantea problemas potenciales, como el agotamiento de minerales críticos y la dependencia externa de estos minerales”.
En definitiva: sí, tenemos que consumir menos. Aunque también debemos repartir el consumo y no esconder bajo la sombra de las fronteras y la tecnología los problemas medioambientales.