Coop57: tres décadas de dinero colectivo para retos colectivos
En Coop57 el ahorro de miles de personas y entidades se convierte en crédito para iniciativas que ponen por delante el bien común
Hace 30 años nacía Coop57, fruto de una historia de resistencia obrera: la de los trabajadores de la editorial Bruguera, que tras el cierre de la empresa decidieron que parte de sus indemnizaciones no acabarían en un banco convencional, sino en un instrumento capaz de impulsar nuevos proyectos. Con ese gesto, aparentemente pequeño pero cargado de sentido, empezaba a caminar una cooperativa de servicios financieros que hoy es referente en el ámbito de las finanzas éticas y solidarias.
Coop57 no es un banco, ni pretende serlo. Es un espacio en el que el ahorro de miles de personas y entidades se convierte en crédito para iniciativas que ponen por delante el bien común. Cooperativas de consumo, proyectos de vivienda en cesión de uso, experiencias agroecológicas, culturales y energéticas han podido crecer gracias a este flujo de confianza. Y esa palabra —confianza— resume mejor que ninguna otra lo que Coop57 ha cultivado durante tres décadas: la convicción de que otra forma de entender el dinero es posible.
En un tiempo en el que se ensalza el individualismo y se repite hasta la saciedad la idea de que “cada cual se salva como puede” Coop57 se mantiene firme. Cada euro aportado a la cooperativa es un compromiso político y económico a la vez. No se trata solo de renunciar a la especulación, sino de demostrar que el ahorro —grande o pequeño— puede ponerse al servicio de necesidades compartidas: vivienda digna, empleo de calidad, sostenibilidad ambiental, cultura crítica.
¡No te hagas mayor sin crecer!
No et fagis gran sense créixer!, dice una canción.
Mirando atrás, pienso que hay motivos de sobra para celebrar a lo grande estos 30 años. Coop57 está demostrando que se puede crecer sin renunciar a los principios y ha llegado a una madurez que ha venido cargada de aprendizajes y crecimiento en la cooperativa de servicios financieros.
En este tiempo, Coop57 ha financiado cientos de proyectos por valor de decenas de millones de euros, pero su impacto no se mide en cifras, sino en vidas transformadas y comunidades fortalecidas.
Además, la cooperativa ha sabido escuchar, en los momentos en que los movimientos sociales lo pedían, las necesidades de cada momento, dando así una mejor respuesta. También ha buscado nuevas vías de ahorro para sus so cias, y esto les ha permitido seguir sumando más y más base social.
La existencia y el éxito de la Fundación Coop57 (que en paralelo cumple 10 años), refuerza ese mismo objetivo: impulsar una cultura económica alternativa que sitúe la vida en el centro. Frente a un sistema financiero que multiplica desigualdades, Coop57 y la fundación son ya una palanca de justicia social.
Cumplir 30 años no significa mirar atrás con nostalgia, sino proyectarse hacia el futuro. Y el futuro plantea retos formidables: ampliar la base social a nuevas generaciones, responder a la precarización, acompañar a movimientos emergentes que buscan soluciones habitacionales, energéticas o laborales. Para ello, Coop57 cuenta con la experiencia acumulada en iniciativas que ya son referencia: desde el impulso a los primeros proyectos de vivienda cooperativa en cesión de uso, hasta el apoyo a comunidades energéticas renovables y a cooperativas culturales que, sin un crédito alternativo, no habrían podido sostenerse.
Más allá de los números, su huella se reconoce en barrios y pueblos concretos: en las promociones de vivienda que han abierto camino a modelos más justos de acceso a la vivienda, en el respaldo a iniciativas agroecológicas que hoy abastecen circuitos de consumo de proximidad y en el acompañamiento a redes feministas y comunitarias que necesitaban financiación estable para consolidar sus proyectos. Estos ejemplos muestran que, en 30 años de trayectoria, Coop57 no ha sido un fin en sí misma, sino una herramienta al servicio de quienes buscan transformar la realidad. Y quizá ahí esté su mayor valor