Cultura // Nace un nuevo clúster musical cooperativo
Un grupo de empresas de la economía social se unen para apoyar al sector musical en todas sus vertientes.
Una nueva iniciativa se ha puesto en marcha para fortalecer el sector de la música en cooperativa, que ya tiene un recorrido pero ahora trata de dar un gran salto hacia delante. Detrás del plan, apoyado por la Generalitat de Catalunya a través de sus Proyectos Singulares de Economía Social, están empresas comprometidas con el territorio que llevan tiempo colaborando en el fomento de la música y que han logrado ir creando una red que poco a poco va cubriendo las necesidades de la creación musical: festivales, conciertos, ediciones, producciones y otras actividades.
“Hay un montón de cooperativas que están funcionando en el ámbito de la cultura musical y que pueden ayudar a que surjan más iniciativas desde su propia experiencia y su infraestructura”, explica Óscar Rando, cofundador del Festival Esperanzah!.
Gracias a este festival, cuyas ganancias se destinan a las poblaciones que más lo necesitan a través de la Fundación Esperanzah, se creó la cooperativa. Y dentro de este entramado están empresas como TickEtic, una cooperativa sin ánimo de lucro dedicada a la gestión de entradas para eventos, el grupo de música Txarango y la cooperativa Las Contrabandistas, que ofrece cerveza artesana e infraestructura (barras, tiradores y neveras) en festivales y eventos culturales y sociales.
Autogestión
Eliminar la dependencia de las grandes empresas y marcas es uno de los objetivos del proyecto. A su vez, la idea es promover la autogestión y demostrar que se pueden abrir caminos creativos para resolver problemas como la precariedad laboral en el sector. “Actualmente, cualquier festival alternativo y de la economía social y solidaria acaba consumiendo productos de empresas con las que no comparte ningún valor, y esto se debe principalmente a dos motivos”, agrega Rando. “Por un lado, la carencia de alternativas y, por otro, la aportación en infraestructuras y patrocinios que hacen estas grandes empresas a estos acontecimientos”.
El proyecto intenta replicar la experiencia adquirida
Uno de los objetivos es reducir la precariedad laboral
Durante 2022 el proyecto tendrá una vertiente de comunicación de los activos del sector (empresas de sonido e iluminación, catering, ticketing, etc.) y otra de fortalecimiento empresarial. En este sentido, se agrupará a los pequeños actores de la economía social y solidaria y del mundo local para aglutinar recursos e infraestructuras, por ejemplo, de sonorización e iluminación, a través de una oferta común y coordinada. “Podemos mostrar y demostrar que la economía social y solidaria puede dar respuesta a las necesidades a la vez de producir eventos con garantías laborales, implicación social y calidad”, dice Rando.
Industria comprometida
En una segunda fase se creará una cooperativa de servicios que agrupe a todos los actores del subsector de la sonorización y la iluminación del país con el objetivo de ofrecer servicios a todo tipo de acontecimientos.
“No se trata solo de hacer una cooperativa más viable”, culmina Rando. “Se trata de garantizar que en este proceso, el trabajo que ha desaparecido con la crisis de la covid-19 puede devolver la dignidad y los derechos laborales a las personas, respetando el entorno. Las bandas, los festivales, los actores de nuestro ecosistema no solo quieren trabajar por el desarrollo de un marco que les permita gestionar sus obligaciones y derechos. También tienen la necesidad de incidir en estos procesos y en la co-creación de una nueva industria cultural comprometida”.