Descubrir los secretos ligados al mar
Cinco cooperativistas andaluces pilotan desde hace 25 años Aula del Mar, un gran ‘laboratorio’ que forma y pone en valor el patrimonio natural
Visita a una de las salas del Museo Arborania. FOTO: AULA DEL MAR
Eran cinco amigos con un propósito común: montar una escuela de la naturaleza. Sus conocimientos eran complementarios: biología, psicología ambiental, acuicultura... Tenían un referente inspirador en Cádiz, de carácter público. Y poco más. “Cuando contábamos nuestros planes, la respuesta de nuestro entorno era descorazonadora. Hace veinticinco años, hablar de educación medioambiental sonaba demasiado alternativo, como hippie, y a poca seguridad”, recuerda Cristina Moreno, una de los cinco. No disponían, además, de grandes recursos económicos con que empezar, lo que les llevó a constituirse en cooperativa de trabajo.
La cofradía de pescadores de Málaga les cedió su primer espacio, cuando dejó el inmueble, en dos etapas, el Instituto Social de la Marina. Tuvieron ayuda de la Diputación y el Ayuntamiento del municipio para equipar la sala con muebles, lupas, etc., y se beneficiaron de la generosidad de donantes como el naturalista Agustín Barrajón, que les entregó su colección de invertebrados marinos y algas, la semilla para levantar un museo. Durante un año y medio, se mantuvieron a flote sin sueldo. Eran jóvenes y aún no se habían independizado. Los ingresos se reinvertían en el experimento.
UN BARCO MÁS GRANDE Y VARIADO
Un cuarto de siglo más tarde, los cinco amigos siguen en el mismo barco, todos como socios trabajadores de Aula del Mar, cooperativa que gestiona además el Museo Alborania. Pero el barco, ubicado desde hace tres años en el Palmeral de las Sorpresas, en la zona portuaria de Málaga, es más grande y ha navegado por más de un temporal. Da empleo a 15 personas, y en algunas etapas, debido al lanzamiento de campañas, ha llegado a subir a bordo a más de 30, como personal fijo. En este laboratorio marino lo mismo se tocan huesos de ballena que se simula que se va en embargación. Puede atravesarse un acuario con 500 animales marinos de 50 especies distintas, u observarse organismos a través de un microscopio. O contemplar maquetas de toda clase de barcos. O aprender el arte de la pesca y la flora marina a través de juegos interactivos.
Más de 35.000 personas participan al año en sus talleres y actividades
La tarea de educación se diversifica para sostener el proyecto malagueño
Alrededor de la idea inicial —los programas de educación medioambiental, tanto para niños como para adultos— se ha ido desarrollando un entramado de actividades que contribuyen al sostenimiento del proyecto. Algunas de ellas relacionadas con la cultura (conciertos musicales en un marco especial) y el turismo (paseos por el puerto, visitas a enclaves ganados al mar). También acogen un centro de recuperación marina, cuyos protagonistas estrella son las tortugas.
El año pasado el número de visitantes y participantes de los distintos talleres sumó 20.000 personas —en grupo, buena parte de los cuales, escuelas— más otros 15.000 participantes particulares. La cooperativa vive un nuevo acelerón, tras la crisis y las cargas que significó el cambio a una sede de verdad. Moreno, presidenta de Aula del Mar, explica en conversación telefónica que en los años de vacas flacas incurrieron en pérdidas, y que el regreso al punto de equilibrio en las cuentas está previsto para el año próximo.
La historia de Aula del Mar refleja “cómo el medio ambiente ha ido pasando a formar parte de la vida de la gente, cómo hemos incorporado una mayor conciencia medioambiental”, subraya la psicóloga medioambiental. cuyo proyecto ha obtenido múltiples reconocimientos a lo largo de estos cinco lustros por su labor formativa y por los valores que transmite. Este año le ha sido entregado el XXVI Premio Arco Iris del Cooperativismo, que organiza CEPES Andalucía para promover el cooperativismo andaluz, en la modalidad de Mejor Cooperativa.