Eroski: ¿el problema es la cooperativa?
Las dificultades de la sociedad vasca son de gestión, que nada tienen que ver con la fórmula societaria por la que se rige la entidad cooperativa.
Centro comercial Eroski en Cartagena, Murcia. FOTO: 123RF
¿Eroski debe seguir siendo cooperativa? La pregunta, lanzada así a quien no tiene nada que ver ni decir en el asunto, puede parecer una solemne tontería. Sin embargo, algunos diarios como La Vanguardia, en su edición de 21 de abril, y El Economista, el 19 de abril, titulan: “La banca presiona a Eroski para que deje de ser cooperativa” y “Eroski dejará de ser cooperativa si no logra financiar su deuda”.
Un artículo previo del 18 de abril en El Confidencial titulaba de forma más precisa: “La banca rechaza refinanciar la deuda de Eroski por las amenazas de Amazon y Mercadona”. Pese a que tiene un estilo peculiar (cosas del periodismo que nos toca vivir estos días), se ajusta más a la realidad de la empresa cooperativa.
La supuesta solución que parece suponer la renuncia a la fórmula cooperativa no lo es ni por asomo, o al menos no lo es para los socios trabajadores de Eroski. Todo apunta a que el problema más grave es la deuda elevada que contrajo tras la compra de Caprabo, una deuda que hoy es mayor que el valor de la cadena de supermercados.
HIPOTECADA
¿Les suena esta situación? La banca te deja un dinero para que compres, pero el mercado está entonces alto, la crisis reduce el valor de lo comprado, de forma que aunque vendas ahora seguirás debiendo a la banca porque te van a dar mucho menos. Es algo que les ha pasado a miles de españoles con sus hipotecas y que el legislador español se niega a modificar para no dañar a la banca en perjuicio de los ciudadanos. Pero no nos desviemos: volvamos a Eroski.
El legislador no cambia la ley hipotecaria para no dañar a la banca
Gracias a la fórmula cooperativa, Eroski se mantiene independiente
El problema más grave procede de la deuda por la compra de Caprabo
Puede que la decisión tomada sobre Caprabo se haya demostrado terriblemente mala para la empresa cooperativa.
Puede que la situación en el sector de las grandes superficies sea difícil por la amenaza del comercio electrónico y muy especialmente por la voracidad demostrada por Amazon.
Puede que la entrada de Mercadona en el País Vasco, que no es precisamente una hermanita de la caridad en cuanto a trato laboral o a proveedores, esté quitando algunas ventas a algún supermercado de Eroski.
Puede que la empresa cooperativa esté soportando pérdidas en centros fuera del País Vasco.
Puede que no esté generando la caja necesaria para devolver el préstamo a la velocidad que a la banca le gustaría.
Pero todo eso tiene nada que ver con la fórmula cooperativa. De hecho, podríamos estar hablando perfectamente de El Corte Inglés, cuyo presidente hace unos días reclamaba la puesta en marcha de un Amazon europeo para hacer frente a la entrada del gigante americano. Y a ninguno de estos medios se le ocurriría titular “La banca exige a El Corte Inglés que deje de ser una empresa familiar”.
La reducción de la deuda y la generación de caja no tienen nada que ver con la fórmula societaria. Son soluciones de gestión empresarial que toman las empresas cuando las necesitan. Las empresas cooperativas también, por supuesto. Parece que para unos cuantos medios atacar a las cooperativas sume puntos ante sus neoliberales amos.
Al filo del tema de Amazon, a las grandes superficies les ha faltado tiempo para reclamar la libertad de horarios, aquí cada uno mira por su negocio y los demás que se espabilen.
En realidad, el comercio electrónico obliga a ponerse las pilas a todo el mundo: grandes y pequeños comercios, y consumidores también. Puede que comprar fruta y verdura por Amazon Premium sea cool, pero debemos ser conscientes, como consumidores activos con capacidad de intervención, que al hacerlo reducimos los ingresos de los pequeños comerciantes y favorecemos la extorsión de los pequeños distribuidores que nos van a traer la compra a casa (es un sector que se paga en torno a un euro por entrega).
INDEPENDENCIA
Gracias a la fórmula cooperativa, Eroski ha mantenido su independencia hasta ahora. Sus 8.000 socios decidieron en asamblea ajustar sus sueldos para que la empresa mejorara sus cuentas. De estos 8.000, más del 80% son mujeres en torno a los 43 años. El plan que propone la banca, asesorada por grandes auditoras, quiere en el fondo vender activos para reducir deuda, algo que puede tener sentido en muchos casos, y Eroski ha hecho los deberes (amortizó 167 millones en 2017, por ejemplo). No obstante, la banca quiere más porque está asustada y no entiende de personas. Si de ese más va a resultar el despido de muchas trabajadoras es algo que la dirección de la cooperativa no quiere contemplar: la cooperativa se debe a sus personas socias no al capital. Y esto es lo que muchos no entienden.
Los problemas de Eroski son problemas de gestión, como los de El Corte Inglés y de Mercadona, nada tienen que ver con la fórmula societaria. Sin duda, la competencia de Eroski estaría encantada de poder comprar un trocito o toda la empresa; ya sabemos que para los grandes empresarios el objetivo de tener el monopolio de un sector es su ideal de gestión (Joan Roig de Mercadona controla más del 24% del mercado, por delante de Carrefour). ¿Puede que haya intereses ocultos detrás de la posición de la banca? No cabe duda de que con las soluciones que propone la banca, si Eroski se transformara en sociedad anónima muchas trabajadoras se irían a la calle. Lo que Eroski necesita es tiempo y buena gestión. Lo primero depende de la banca, lo segundo de los socios de la cooperativa.
Las soluciones que propone la banca y sus consultoras se rigen por la pura lógica capitalista, en la que el poder es del capital y no de las personas trabajadoras, independientemente del capital que estas hayan aportado, como pasa en las cooperativas. Es verdad que por eso a la banca les gustaría que dejase de ser una cooperativa: para hacer y deshacer, buscando solo satisfacer los intereses de la entidadfinancicera, o mejor dicho, de sus accionistas.
Quizás alguien debiera recordar a los accionistas de la banca española que el rescate se realizó con dinero de todas las personas trabajadores de este país y que debieran ser estos los intereses que defiendan en primer lugar. Con los miles de millones que pusimos los ciudadanos de este país deberíamos tener el control y los derechos sobre esos bancos.
Desde nuestra posición debemos defender el mantenimiento de los puestos de trabajo y ahora mismo eso pasa por defender la empresa cooperativa Eroski y no socavar la confianza de proveedores y ciudadanos.