Iniciativas // Innovación para la sostenibilidad
El BNEW se consolida como evento internacional para la nueva economía del propósito.
Cuando la aceleración de los estragos de la pandemia forzaron el confinamiento y el paro casi total de la economía y de la vida social, en marzo de 2020, lo fácil parecía ser esperar resignadamente la llegada de algo parecido al apocalipsis.
Pero fue justamente en esos días aciagos en que los muertos diarios se contaban por millares y que ni siquiera se podía salir de casa, cuando también se pusieron algunas semillas pensadas no solo para resistir al tsunami, sino incluso para acabar saliendo fortalecidos cuando lo peor quedara atrás y pudieran a empezar a dar frutos: así nació el Barcelona New Economy Week (BNEW), impulsado por el Consorcio de la Zona Franca (CZF), cuya primera edición se celebró en el mismo 2020 casi como un imperativo moral para autoconvencerse de que no todo se había acabado.
Este año, cuando sí que empieza a verse ya la luz al final del túnel del coronavirus, el nuevo evento nacido de la desesperación del momento ha empezado ya a saborear los frutos y hasta ambición: aspira a convertirse en el punto de encuentro internacional del mundo económico más vinculado al nuevo paradigma del propósito y la sostenibilidad. Es decir: de los que empujan, dentro de la economía de base capitalista y de mercado, para que no se salga igual de la crisis sino con unas bases renovadas y más inclusivas.
Impacto social
Estas corrientes, que promueven agentes del capitalismo global tan destacados como el Financial Times y el lobby de directivos estadounidenses Business Roundtable, ha roto, al menos sobre el papel, con el gran dogma neoliberal hegemónico en el último medio siglo, que estableció el economista Milton Friedman al señalar que el único propósito de toda empresa era aumentar el beneficio para los accionistas. Esta nueva visión de la empresa promueve un enfoque más amplio, que tenga en cuenta no solo el beneficio económico, sino también su impacto en el conjunto de la sociedad y sobre el planeta. En consecuencia, el negocio y las empresas deben contar con un propósito positivo para el conjunto de la sociedad y colocarlo en el centro mismo del modelo de negocio.
El BNEW se inscribe ya en este paradigma de “nueva economía” y en su segunda edición, que se celebró de forma híbrida (online y presencial en siete escenarios de Barcelona) del 5 al 8 de octubre, reunió a más de 15.000 participantes —3.000 de ellos, con presencia física—, con asistentes de 145 países y con más de 800 ponentes alrededor de 10 ejes temáticos que trataban de impregnarse de esta nueva agenda en el mundo de la empresa: la sostenibilidad, la participación de la mujer en puestos de responsabilidad directiva, el impacto social de los emprendimientos, la transformación de las ciudades para vivir mejor, etc. Siempre desde una perspectiva de negocio, pero resignificando la jerga típicamente asociada a este mundo —start-ups talento, innovación, etc.— para que incluyan en su ADN también la sostenibilidad.
Una de las mesas redondas presenciales del BNEW. Foto: CZFB
“Muchas de las iniciativas participantes tienen vocación no solo de negocio sino también de servicio público a la sociedad”, subrayó el delegado especial del CZF, Pere Navarro, convencido de la singularidad del evento, que, a su juicio, coloca Barcelona como “capital mundial de la nueva economía”. La tercera edición ya tiene fecha: se celebrará del 3 al 6 de octubre de 2022.
El certamen ha distinguido a nueve start-ups con el Premio a la Mejor Innovación, que en el nuevo paradigma en el que se inscribe el BNEW implica necesariamente una apuesta simultánea por la innovación y la sostenibilidad, que la organización considera “binomio indivisible de la nueva economía”:
no se trata, pues, de premiar innovaciones que hacen ganar mucho dinero a los linces que las promueven y listo, sino que deben permitir propulsar proyectos empresariales con potencial de generar beneficios para sus impulsores y, al mismo tiempo, beneficiar al conjunto de la sociedad.
Menos emisiones
Varias de las start-ups premiadas se orientan hacia la reducción de emisiones contaminantes y la economía circular, que implica una mejora de la eficiencia de todos los procesos relacionados con la actividad económica. Por definición, las start-ups son empresas recién lanzadas que suelen estar todavía en fase de consolidación y a la búsqueda de inversores, con lo que muchas de ellas nacieron, pues, en plena pandemia, como el propio BNEW: sus impulsores se pusieron en marcha en unas condiciones de riesgo extremo, durante las cuales la mayoría de gente estaba en estado de shock.
Más de 15.000 personas participaron en la edición de este año
Varias de las ‘startups’ premiadas nacieron con el confinamiento
Una de ellas es NEWE (newe.eco), que apuesta por la ropa de alquiler, una práctica todavía muy poco común en España que se inscribe en las nuevas tendencias de uso de productos sin necesidad de poseerlos, lo que lleva aparejado el reciclaje, la reducción de residuos, el mejor aprovechamiento de los productos y, en su conjunto, una huella medioambiental sensiblemente menor. La empresa no se dirige al consumidor final, sino que aspira a involucrar a las marcas y establecimientos para que desarrollen sus propios circuitos con acompañamiento integral (desde el software para lanzar su propio canal online hasta la complicada, por específica, logística asociada).
La compañía acaba de cerrar una ronda de inversión con la que proyecta consolidarse ahora en el mercado español y saltar al europeo a finales de 2022. Ruth Ruso, socia de la start-up, subrayó que, paradójicamente, la pandemia trajo también “algo positivo”, puesto que en su opinión “se aceleraron cambios de hábitos de consumo hacia tendencias más sostenibles y responsables”.
Otra de las iniciativas empresariales galardonadas, The Predictive Company (thepredictivecompany.com), aporta soluciones de eficiencia energética para edificios no residenciales basada en la inteligencia artificial (IA), sin necesidad, por tanto, de caras instalaciones físicas. El objetivo es poder decidir los momentos de encender y apagar los dispositivos de calor o frío en función del análisis diario de múltiples datos con el resultado de prolongar su vida útil, ahorrar costes y energía y, por tanto, disminuir las emisiones de CO2, que el CEO Alonzo Romero cifra en entre el 10% y el 40%.
La empresa nació de un proyecto de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) que fue conocido por inversores privados a través del programa The Collider del Mobile World Capital, que trata, precisamente, de contactar dos mundos a menudo paralelos, como el de la universidad y el de los inversores. Romero, que procede de este último, recalca que para que esta convergencia sea posible se necesita que los dos mundos "hablen el mismo idioma" y considera que ello es más fácil en el nuevo paradigma que vincula innovación y sostenibilidad y ante la necesidad de "considerar juntos" los enormes retos existentes.